La Orquesta Barroca de Sevilla renovaba su compromiso con el público fiel que le ha seguido durante 25 años, y lo hacía desde su primer programa de esta temporada, cargado de ilusión y simbolismo. En palabras de Ventura Rico, fundador y contrabajista de la OBS, se ha cuidado todo mucho más, en cuanto a programas, intérpretes, actividades, y se ha aprovechado también la celebración de los 10 años de la creación de la Joven Orquesta Barroca de Sevilla, además de la vinculación de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía al proyecto. Por todo ello, Rico considera que será una temporada espectacular. Gran parte de lo dicho se recoge en la imagen del cartel y de los programas.
“Se trata de una bóveda de arcos góticos con la que hemos querido simbolizar nuestro 25 aniversario, con una estructura que soporta un peso bien trabado, pero que simultáneamente proyecta una visión que no se sabe dónde acaba. Y a la vez la mirada del espectador se incluye dentro de ese espacio: es nuestra voluntad implicar al público. También es un guiño a nuestro primer concierto, que se desarrolló dentro del castillo de Aracena y que tiene una estructura arquitectónica parecida a la que dicha imagen representa. Igualmente, cada uno de los conciertos de esta temporada contiene una obra que es referencia a ese primer programa que hicimos, bien por la obra, bien por el autor. Es decir, nos proyectamos hacia el futuro, pero no dejamos de mirar al pasado, tanto el propio de la orquesta, como al pasado de nuestra cultura, que está en Grecia y Roma.”
Precisamente Anamnesis (recuerdo) se titula genéricamente la temporada, a la que sigue una reflexión de Virgilio: “Hemos hecho un largo camino”. El primero de los conciertos, a su vez, se regía bajo el signo de Episteme (conocimiento), y de nuevo Virgilio (Eneida) lo explicaba: “La idea mueve el mundo”. Y es el caso que esa idea se materializaba en un título concreto para este programa: Del mar y otros mundos, en referencia por una parte a la primera vuelta al mundo de Magallanes-Elcano, de la que se celebra este año el V centenario, y en la que Sevilla juega un papel decisivo como trampolín obligado de partida, a la vez que nos descubre la búsqueda de ese “atajo” hacia las Indias por parte de otros mucho antes, como los Vivaldi en el siglo XIII, que lo intentaron sin éxito, como nos revela Pablo J. Vayón en sus ilustrativas notas al programa. Sin embargo, Antonio Vivaldi sí encontró la ruta musical para que su música iluminase a toda Europa, al igual que su coetáneo Albinoni, si bien entonces desde sus óperas. Ambos centraban este programa, en el que se incluía un iluminado por la luz de estos venecianos -y de otros muchos-, como es Telemann.
Al mando, la surcoreana Suyeon Kang, extraordinaria violinista que, sin embargo, pareció interesarle más la segunda parte del programa, donde nos fascinó. Ni Albinoni ni Telemann consiguieron interesarla lo suficiente -consiguiendo que a nosotros tampoco-, tal vez porque su concierto y su ouverture-suite Les Nations contemplan el violín solista integrado en la orquesta. Es la única explicación que le encontramos, ya que en el Albinoni de la Sonata à cinque, op. 2 nº 2 estuvo inmensa, de expresividad, color o intensidad. Claro que antes, al iniciar la segunda parte, había salido en tromba con La tempesta di mare, verdaderamente espectacular, llena de fuerza y haciéndonos ver que el pequeño sonido del violín en la primera mitad había sido engañoso, porque guardaba la munición para este momento; y si este Vivaldi nos hizo navegar tormentosamente, no digamos el de Grosso Mogul que cerraba el concierto, donde todo el virtuosismo, toda la intensidad y los explosivos ritmos cabían en esos 400 gramos de instrumento que posee. La orquesta estuvo a su altura, igualmente entregada, aprovechando esas texturas diáfanas que sólo el veneciano consigue como nadie. Una travesía verdaderamente agitada.
Carlos Tarín
Orquesta Barroca de Sevilla / Suyeon Kang.
Obras de Albinoni, Telemann y Vivaldi.
Teatro Turina, Sevilla.
Foto © Luis Ollero