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Crítica / Amores y fantasías rusos - por Juan Carlos Moreno

Barcelona - 02/02/2022

Las batutas femeninas están brindando algunos de los mejores conciertos de la presente temporada de la Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC). Tanto, que suena a oportunidad perdida no haber apostado por alguna de ellas ahora que la plaza de director titular quedaba vacante. La actuación de la colombiana Lina González-Granados no fue una excepción.

El programa que interpretó el pasado 29 de enero era de esos que suelen hacer las delicias del público por la popularidad de dos de las obras incluidas, ambas, por cierto, que van como anillo al dedo a una temporada estructurada a partir del leitmotiv “Amor-odio”: la obertura-fantasía Romeo y Julieta de Tchaikovsky y Schéhérezade de Rimsky-Korsakov.

La primera recibió una lectura quizás un tanto abrupta, que daba más énfasis a los elementos dramáticos que a los líricos, pero que convenció sobre todo por el concienzudo trabajo llevado a cabo con la orquesta a fin de depurar al máximo el sonido.

Ese mismo enfoque aplicado a una partitura tan brillante en el plano orquestal como la de Rimsky-Korsakov se tradujo en una versión particularmente dinámica, vivaz, rica en acentos y colores. Todo lo que Schéhérezade tiene de magia y fantasía quedó expresado de manera soberbia por la directora y entendido por la orquesta. La ovación recibida por una y otra fue más que merecida.

Entre medias de esas dos obras rusas, González-Granados abordó el estreno mundial de Canti ed estasi di Lea, de Benet Casablancas. Se trata de una suite para mezzosoprano y orquesta de la ópera L’enigma di Lea, estrenada en el Liceu en febrero de 2019. Con libreto de Rafael Argullol, como ópera no funciona, sobre todo porque el deseo de simbolismo y trascendencia filosófica ahoga la acción teatral y hace que la poca que hay se desarrolle a través de pesados parlamentos de los personajes.

Dicho esto, hay que decir también que Casablancas es un compositor sinfónico de primera, de ahí que la música de su Lea sí convenza como página de concierto. Sobre todo, los pasajes puramente orquestales, en los que, siempre entre el impresionismo y el expresionismo, se revela la inagotable imaginación tímbrica y armónica de Casablancas.

La parte vocal central es menos interesante, menos personal, quizá también por el distanciamiento que provoca el componer para una lengua (el italiano) que no es la propia y el que la intérprete, la mezzosoprano Allison Cook (la misma que protagonizó el estreno en el Liceu), sea de expresión anglosajona. González-Granados volvió aquí a convencer con una lectura precisa y preciosista en los detalles.

Juan Carlos Moreno

 

Orquestra Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya / Lina González-Granados.

Allison Cook, mezzosoprano.

Obras de Tchaikovsky, Casablancas y Rimsky-Korsakov.

L’Auditori, Barcelona.

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