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Crítica / América y el Báltico en una cita musical cautivadora - por Estrella García López

Madrid - 29/11/2022

El pasado domingo 27, en la clausura de la octava cita del Ciclo Sinfónico, la Orquesta Nacional de España se puso al frente de tres obras de reconocido interés bajo la batuta de la gran Alondra de la Parra. El programa estuvo conformado por Halil, para flauta y orquesta, los Chichester Psalms, ambas de Leonard Bernstein, y Cuadros de una exposición de Músorgsky, en su versión orquestada por Maurice Ravel.

Esta fue una ocasión especial para la orquesta, no solo por acoger de nuevo a la directora mexicana, sino también por contar con el espléndido Coro Nacional de España, con la flauta solista de Juana Guillem, profesora de la ONE, y con el contratenor Terry Wey.

Comenzando por la vertiente americana, la obra que abrió el concierto, Halil (1981) —«flauta» en hebreo— había sido escrita por Bernstein (1918-1990) en homenaje a Yadin Tanenbaum, un flautista israelí que murió en la guerra árabe israelí de 1973. La flauta de Juana Guillem brilló en la mañana del domingo y la orquesta controló la fluctuación entre tonalidad y atonalidad, con una percusión impactante.

Tras los aplausos, la solista anunció que este concierto significaba el final de sus andanzas en la ONE. La intérprete valenciana se despide de la formación orquestal, aunque terminará de realizar su labor en esta temporada 22/23. La despedida fue, además, musical, ya que tocó una pieza junto a su hermano, el también integrante de la orquesta Juanjo Guillem, a la marimba. Según mostró en el escenario, debió de ser un momento emotivo para ella, que, con los ojos cerrados, regaló al público una melodía embelesadora.

A continuación, entran el Coro y el solista suizo Terry Wey. Los Salmos de Chichester (1965), llamados así ya que se compusieron para el festival de música coral anglicana en la catedral de Chichester (Inglaterra), es la obra de Bernstein que tiene más retales de otros temas ya esbozados por el compositor. Bajo el contexto del neoclasicismo norteamericano, más disonante en general que el europeo, el primer movimiento de la OCNE suena poderoso gracias a un coro con las pilas cargadas del fin de semana, y a la dirección impecable de Alondra de la Parra.

Como en todo el concierto, la directora demuestra su habilidad para expresar a los músicos lo que quiere de ellos, alejándose siempre de cualquier gesto dubitativo. El segundo movimiento se caracterizó por la vibrante interpretación del contratenor, al nivel de lo que pudo ser en su día el estreno en Chichester, que contó con un coro masculino de niños sopranos. El diálogo entre los solistas del Coro de la Orquesta Nacional funcionó bien, aunque hubo algunas desafinaciones. En el tercer movimiento, con un texto que habla de la calma tras la “tormenta” presente en los anteriores salmos, se pudo escuchar un buen solo interpretado por los dos violonchelistas primeros y un pianissimo perfecto del coro.

Para finalizar, entrando de lleno en el mar Báltico, se pudo disfrutar de Cuadros de una exposición, del compositor ruso Modest Músorgsky (1839-1881). Esta obra de 1874 puso a prueba a los vientos de la ONE, que no siempre salieron victoriosos. Alondra canta interiormente con los solistas en la sucesión de estas pequeñas piezas inspiradas en los cuadros del pintor Victor Hartmann. Lo cierto es que la versión orquestada por Ravel, en 1922, tiene más posibilidades texturales y tímbricas que la obra original para piano a la hora de sonorizar las imágenes. Así, la orquesta acaba con un forte apoteósico que da vida al cuadro de La Gran Puerta de Kiev, el cual puso la guinda a una sesión de domingo tan rigurosa, como humana y emotiva, para la OCNE.

Estrella García López

 

Orquesta y Coro Nacionales de España

Directora: Alondra de la Parra

Ciclo Sinfónico

Obras de Leonard Bernstein y Modest Músorgsky

Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música (27/11/2022)

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