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Crítica / Alondra de la Parra y la ONE: un viaje sonoro entre culturas - por Sakira Ventura

Madrid - 24/03/2025

La tradición y el folklore han sido los protagonistas en este nuevo concierto sinfónico de la temporada de la Orquesta Nacional de España. Si bien les ha separado el tiempo y el océano, tanto la compositora mexicana Gabriela Ortiz (1964) como el compositor ruso Igor Stravinski (1882-1971) han tenido la inquietud en su trayectoria de crear obras que recogen melodías populares de sus diferentes contextos culturales.

La cita comenzó con Téenek - Invenciones de territorio (2017), un encargo de la Filarmónica de los Ángeles para Ortiz inspirada en el pueblo huasteco descendiente de los mayas. Su lenguaje contemporáneo ha resplandecido en la sala sinfónica del Auditorio Nacional. Esta obra ofrece un discurso generalmente enérgico, con miniaturas rítmicas que ya se han convertido en una de las señas de identidad de la compositora.

Especial protagonismo han cobrado los instrumentos de láminas en su discurso, así como el contrapunto ofrecido por el piano y la celesta respecto a la masa orquestal.
Es pertinente destacar la simbiosis entre los músicos y Alondra de la Parra, una directora que controla, impulsa y ensalza en el momento preciso. Además de estar cómoda en las partes más marcadas, también ha resultado excepcional en los movimientos líricos y de carácter expresivo.
A continuación, un contraste sonoro e instrumental ha conducido al pasado más canónico con Robert Schumann (1810-1856) y su Concierto para violín y orquesta en Re menor (1853). Si bien Daniel Lozakovich se ha lucido con solvencia como solista demostrando el virtuosismo por el que se le reconoce, la considerable extensión de la pieza y su difusa estructura interna han provocado que resulte, en ocasiones, carente de interés.

Aquí, la directora mexicana ha realizado una buena inmersión en el repertorio más tradicional, derrochando fortaleza y serenidad en su conducción.

Finalmente, el concierto concluyó con Petrushka (1911), una obra que ha brillado por aquellos pasajes en los que la orquesta y la dirección parecían danzar las evocadoras melodías de la tradición rusa. La combinación de diferentes agógicas se dio de manera precisa y las secciones homofónicas resonaron con contundencia.

Cabría mencionar el etéreo solo de la flauta con el soporte del piano, el embriagador pasaje que Álvaro Octavio Díaz e Irene Alfageme han dedicado a los asistentes. Asimismo, la Orquesta Nacional de España ha presentado una cuerda entregada y entusiasta, impecable en su ejecución y absolutamente cautivadora y expresiva en su interpretación. El perfecto broche final para la ocasión.

Así pues, aun habiéndose escuchado en el patio de butacas la frase “Vamos a ver qué hace ésta con Petrushka, que no me fío nada”, después de haber finalizado la composición de Stravinski tenemos la profunda convicción de que la dirección de Alondra de la Parra ha sido completamente satisfactoria para el público más exigente.

Con todo, en este concierto ha quedado demostrado, una vez más, que la audiencia disfruta no solo de la belleza de lo eternamente conocido, sino también de aquella fascinante música que le sorprende y requiere de su atención. Un equilibrio necesario para mantener viva la emoción de cada concierto.

Sakira Ventura

 

Daniel Lozakovich, violín

Orquesta Nacional de España  / Alondra de la Parra

Obras de Gabriela Ortiz, Robert Schumann, Igor Stravinski

Auditorio Nacional de Música (Madrid, 23 de marzo de 2025)

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