Apertura de temporada con la Real Filharmonía de Galicia y su titular Baldur Brönnimann en el Auditorio de Galicia destacando como solista Alena Baeva, en el Concierto para violín y orquesta nº 2, Op. 61, de Karol Szymanovski, al que se añadía Las constelaciones brillan, obra que observa esa inmensidad inaccesible, y con un apoyo de una proyección como telón de fondo de la compositora en residencia Raquel García-Tomás y la Sinfonía Fantástica, de Héctor Berlioz.
Raquel García- Tomás, tiene fundamentos en el Royal College of Music (Londres) y en el capítulo de su evolución creativa, nos dejó obras que le facilitaron ocupar un primer plano en la actualidad como Je suis narcisiste;DIDO, reloaeded; Go Eneas Go! o la obra sinfónica Las constelaciones que más brillan, que encabezaba el programa del día, y el Cuarteto para cuerdas, estrenado por el Cuarteto Quiroga. Recordamos su presencia en las Xornadas de Música Contemporánea 2022, Poñer o foco, con su pieza Tiempo suspendido, incluida en el ciclo de la JONDE FOCUS (2015/18)., dirigido por Fabián Panisello. Junto a obras de Elena Mendoza, Georgina Derbez, Ramón Humet y Nuria Giménez
Alena Baeva, interprete eslavo- tártara, tuvo como maestros a Olga Davidova, Eduard Frach, Boris Gerllusky, recibiendo asesoramientos de Mstislav Rostropovich y Shlomo Mintz, mostrando preferencia por los géneros camerísticos con artistas como Yuri Bashmet, D.Kashsimeto, Jean Gualney- Queiras y en particular con el Balcea Quartett, grabando registros para el sello Alpha Classics, disponiendo en la actualidad y por cesión, de un ex -Williams Kroll, Guarnieri del Jesu (1738). Para ella compusieron obras Bacewiz, Karaev, Karlowicz o V. Jarowki. Para el bis del concierto, Capriccio polaco de Gracyna Bacewicz, tras un tratamiento espectacular del mismo.
Karol Szymanovski (1882/1937), trasciende en sus entrañas la inmensa influencia del tardo- romanticismo en parte exacerbado por el ruso A. Scriabin, aunque su posicionamiento artístico resulte más moderado, como comprobamos en obras como este segundo concierto para violín. Alejado estará del peso de Prometeo (Scriabin), con todo, se observará cierta huella en la primera época, reflejada en partituras como la Primera sinfonía y la Segunda sonata para piano. Desde 1914 y por su contacto con las vanguardias occidentales, desde Viena a Berlín o Italia, supondrá un cambio en la evolución de su estilo. La confluencia con el impresionismo será un jalón determinante, consecuencia de los resultados de la Primera Guerra Mundial, que redundará en su paisaje interior con obras como las danzas del Rey Roger, los Cantos de amor de Hafiz o Mitos. La ópera Rey Roger, será un reconocible legado testimonial y de ella nos queda memoria por la producción ofrecida hace unas temporadas, en el Teatro Real de Madrid, ópera en la que se concitan elementos cercanos a un oratorio. Su cantata Demeter, será el puente de encuentro con esa ópera.
El Segundo concierto para violín y orquesta Op. 61, se convirtió en uno de sus trabajos finales, englobado en esa presencia permanente de un folklorismo imaginario, el mismo que hallamos en el ballet Harnasie, vagamente en las Mazurkas, para piano. Paul Kochanski había sido el dedicatario del Primer concierto para violín, este segundo arriesga menos en su proyección y osadía temática, comenzando con una entrada de la solista que expone su poderío expresivo en su dimensión más loable, gracias a la serie de notas que se entrelazan entre sí mismas imponiendo sus argumentos propiamente idiomáticos y que tendría respuesta en un pasaje expresado por una trompa. La violinista en un detalle de medida precisión, recordaría motivos y frases que evocarán el Concierto precedente, permitiéndose una ostentosa exhibición de un virtuosismo acentuado gracias al insistente manejo de las dobles cuerdas, permitiendo a la orquesta un protagonismo a la búsqueda de un claro equilibrio. El Andante sostenuto, plagado de un intenso lirismo, preparaba sutilmente la entrada del Poco più messo, abocado con poderío a un crescendo/acelerando, hasta un tutti afirmativo e intenso que sigue las directrices de la cadenza, escrita por Kochanski. El tiempo Allegremente, vivo y persistente por su despliegue, planteaba en su despliegue un aire popular, que con una soltura que nos aproximará a Stravinski.
Berlioz y la Sinfonía Fantástica, claro paradigma de su tratado teórico prendido por el sentido de la idée fixe que persiste en toda la obra ya desde la primera versión que falseó el juego que la misma nos proponía especialmente en la Marcha al suplicio, Es la mujer ansiada quien proponga esa idée fixe, en una pasión desbordante haciéndonos sentir físicamente la transformación de un sueño idea y una obsesión vehemente. El joven músico permeado por la irresistible entrega se manifiesta en Ensueños y pasiones, embriagado por los efectos causados por el opio en un delirio inevitable, el mismo que manifestará en otras de sus obras, siempre pendientes de ese elemento expresado por la idée fixe, ya desde el Largo en calidad de sueño melancólico procedente de una tema tomado de otra idea de la Romanza de Estela, una melodía vagamente sincopada sobre acentuaciones rítmicas para enlazar con el Allegro molto agiatato e appasionato assai, trazado por los violines, reafirmando esa idée fixe. Un tema pasional y entregado dentro de un espacio de variaciones y trasposiciones que dramatizan la situación del tempo. Aspectos que a lo largo de la obra, acentuaría Baldur Brönnimann
La escena de El Baile, en medio del gran arrebato festivo, no deja de ceder a la pujanza persistente de esa idée fixe, marcado en concreto por el motivo de un vals de suma elegancia y que no reniega de su condición de scherzo, dentro de una impresión irreal y vaporosa, en el que las arpas resultan clave en su evolución expresiva con una brillante coda que se sobrepone al conjunto de la obra, gracias a los recursos expresivos de esas arpas. La escena en el campo (Una noche de verano), se mantuvo dentro de los condicionamientos obligados expresados por la citada idée fixe, con un talante pastoril que otorgaba argumentos a este tiempo marcado por la contundencia de una tormenta y el trueno lejano. Una extensa melodía de cuerdas, expresaba la ensoñación de ternura como manifiesto de la esperanza del joven compositor, pendiente en su imaginación de la persistencia de esa joven amada. Chelos y fagotes, añadieron detalles expresivos con respuesta de un tutti, sobre nuevas variaciones ejecutadas sobre la melodía precedente, entrando en juego violines y violas, en pizzicato.
La Marcha al suplicio, el delirio de un amante al que conducen al cadalso, resultaba el golpe fatal y un cambio sorprendente, soportado por el peso de dos temas densamente contrastados en lo relativo a clima y estilo. Un vértigo sin fin que podrá figurarán la angustia de las pesadillas infantiles para llevarnos a una fanfarria de maderas y metales, en un tutti obsesivo que definía esa Marcha al suplicio, enmarcada por una idea de guardia que el autor había escrito para la ópera inacabada Les francs- Juges, con una melodía de clarinete que recupera la idée fixe. El ensueño de una noche de Sabbath, cerrando el círculo onírico, entre ruidos ajenos y persistentes, y otras impertinencias nos descubrieron a nuestro protagonista/músico asistiendo a sus exequias durante el Sabbath, con la súbita intemperancia de la idée fixe, arrastrada hacia una orgía temible mientras asistía a a la ceremonia lúgubre, acentuada por la melodía del Dies Irae, una redundancia para ese final de la Sinfonía fantástica, siempre subyugada por los sahumerios del opio. Habremos asistido a los aullidos remarcados por trombones; los toques de campana; el motivo de danza del Sabbath y la apoteosis sonora del final.
Ramón García Balado
Alena Baeva
Real Filharmonía de Galicia / Baldur Brönimmann
Obras de Raquel García-Tomás, Karl Szymanovski y Héctor Berlioz
Auditorio de Galicia, Santiago de Compostela