Lo que ejecutó la Orquesta Joven de Córdoba fue sencillamente perfecto. Lo primero que hay que destacar es la asombrosa labor de conjunto hecha por su director. Desde esta premisa, Alejandro Muñoz, concibe la obra como ejercicio presidido por el impulso rítmico que desde el principio, fue marca de la casa, de ahí la consecuencia siguiente: una versión marcadísima de dinámicas y precisa de tempo, casi recia, como pide la obra en estricta naturaleza y sentido.
Otro rasgo es la excelente planificación de las secciones orquestales que Alejandro Muñoz resalta según corresponde; anótese en este sentido la importancia dada en justicia a la sección de viento madera que sencillamente fue luminosa y radiante en los contrapuntos, transiciones y apoyos.
Sabido es que esta obra es meta musical, esto es: el mensaje que transmite va más allá del hecho musical en si mismo, por eso llegar al cuarto movimiento es al mismo triunfo y desvarío, (lean el canto de las sirenas y entenderán lo que digo). Aquí ambos coros atendieron magistralmente todo lo requerido incluso en la dicción del idioma teutón. Los solistas brillaron en conjunto hasta llegar al aplauso final.
Estuvimos pues, ante una interpretación precisa por urgencia, concisión y entusiasmo. La salva de aplausos posterior y casi infinita fue el mayor de los regalos. Noches como esta nos reconcilian con el mundo y el ser. De la luz a las estrellas.
Adolfo Belmonte
Orquesta Joven de Córdoba, Coro Ziryab, Coro Averroes de la UCO
Auxi Belmonte, soprano. Beatriz Lanza, mezzosoprano. Jesús Álvarez, tenor. Giorgio Celenza, barítono. Alejandro Muñoz, director
18 de enero 20h, Gran Teatro de Córdoba. Aforo completo