El segundo título verdiano de la temporada de la Scala fue ese al que su autor concedía tanto interés como para insistir en volver a presentarlo al público y la nueva y magistral escena del Consejo fue el banco de prueba para su futura colaboración con Boito como libretista.
No se insistirá nunca bastante sobre la importancia de esta ópera en el catálogo de las grandes obras de su autor que necesitaron tiempo para su reconocimiento. Por encima de los altibajos casi inevitables a la hora de presentarla es cada vez más moderno ese grito de paz y reconciliación que tal vez suene en vano, pero no por eso menos necesario.
Si la nueva producción (¿hacía falta?) de Abbado no es ni buena ni mala (lo mejor es el prólogo y el acto final), sí es despojada aunque no saca mucho partido ni de artistas ni del coro, y algún detalle de iluminación (el amanecer al inicio del primer acto) resulte más bien de tipo tecnicolor de los primeros años de ese sistema.
Dos fueron los impedimentos para considerar lograda la versión. Anger es un buen cantante en otro repertorio, pero su Fiesco nada tiene que ver con Verdi desde ningún punto de vista. Viotti se enfrentaba por primera vez con una partitura endiablada. Sin pensar en referencias que para quienes las hemos experimentado en directo se imponen de todas formas, no acertó en el gesto (demasiado mecánico) ni en los tiempos ni en el ritmo. Digamos que los dos últimos actos fueron mejores que el prólogo y el primer acto.
Fue bueno el protagonista de Salsi aunque en esta ocasión las medias voces no le respondieran con facilidad. Mejor en el corsario y el estadista que en el padre. Buratto cantó bien, con menos volumen que el usual y un agudo a ratos metálico y un uso del grave un tanto exagerado. A partir del gran concertante del primer acto (rematado con un buen trino) su labor fue mucho mejor.
Un cierto envaramiento y énfasis excesivo en la articulación y emisión fue lo único que puede reprocharse al muy buen Adorno de Castronovo, que cantó siempre con mucho (¿demasiado?) ardor. Un éxito personal fue el nada fácil Paolo de De Candia, y de los comprimarios hay que tomar muy en cuenta el Pietro de Andrea Pellegrini, que merecería mejores oportunidades.
El coro estuvo a su usual alto nivel, preparado por Alberto Malazzi, y se lució en cada una de sus intervenciones, y la orquesta de la Scala tuvo una excelente velada en cuanto a ejecución material si no en cuanto a interpretación. Mucho público, poco aplauso durante la representación, y ovaciones al final para casi todos.
Jorge Binaghi
Luca Salsi, Eleonora Buratto, Charles Castronovo, Ain Anger, Roberto De Candia y otros.
Orquesta y coro del Teatro / Lorenzo Viotti. Escena: Daniele Abbado.
Simon Boccanegra de Verdi
Teatro alla Scala, Milán
Foto © Brescia/Amisano – Teatro alla Scala