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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / Aires creativos y vientos de guerra - por José María Morate Moyano

Valladolid - 09/06/2024

El decimoctavo programa del abono OSCyL en su sede vallisoletana, tuvo al aire y al viento agitado como protagonistas, pues el Titular, Thierry Fischer, abordó el estreno absoluto del Concierto para flauta nº 2, escrito por Albert Guinovart (Barcelona, 1962), pianista, Profesor de Orquestación y Composición en la ESMUC desde 2002, pensado para el solista de flauta Emmanuel Pahud (Ginebra, 1970), a encargo de la SGAE/AEOS por iniciativa de la propia OSCyL, en el que el aire es el motor creativo, tanto en las ricas ideas musicales como en el propio instrumento protagonista. Ese aire, en total movimiento, pasó a ser viento de guerra con la Sinfonía nº 7 en Do M., "Leningrado", op. 60 (1941) de Shostakóvich, que vino a coincidir con el Aniversario del desembarco norteamericano en Europa, para liberar al mundo del nazismo y otros totalitarismos similares del futuro, que vuelve a jugarse en estas elecciones europeas.

El estreno, que adelantamos ya que tuvo una acogida magnífica, cumple al completo con todas las premisas que su avezado autor (no olvidemos que Guinovart, además de su brillante carrera como pianista, tiene como compositor un reconocido y amplio catálogo) ha comentado en diversos medios. La primera de sus intenciones: ""mi objetivo musical es conectar con el público"", se cumple de modo también absoluto pues, desde la cadenza solista que inicia el concierto de modo original, jugando además con otras dos flautas, una en cada extremo del frente de escenario, y dos percusiones, cada una tras violines y contrabajos, el interés prende en el oyente, apoyado en el sorprendente nivel técnico y musical que Pahud mantiene y acrecienta en la que ha sido su quinta colaboración con la OSCyL. El aire creador toma cuerpo y justifica el nombre del primer movimiento Y del viento llegó la luz. Allegro, que arpa y pizzicati de cuerda confirman de igual modo; prosigue una riqueza y variedad melódica inusitadas que enamoran, en las que el solista alterna con otros instrumentos y con el tutti, destacando el pianísimo contrastante flauta-cuerda, el toque suave del fagot, la danza conjunta y la bella melodía en las cuerdas. El Adagio. El corazón de Eolo, con cita del "Concierto para flauta, arpa y cuerdas" de Mozart, es lírico, plácidamente lento, con el dios contento de su aérea tarea reflejada en arpa, leves pizzicati de contrabajos y una especial textura que aporta el pianísimo de los vientos bajo éllos, que lleva a un breve moto de alegría del corazón de Eolo, que el virtuosismo de Pahud hace mágico y nos devuelve a su latir normal inicial. El Allegro molto. La danza del aire cierra el Concierto con otro racimo de melodías y ritmos en los 3 percusionistas (ya en su lugar habitual), que remansan en los solos de vientos hasta que el timbal anuncia la fiesta final. Pahud, casi omnipresente, exhibe un dominio total, con efectos y sorpresas de alta complicación que, en él, están dotados de naturalidad y afecto. Como Fischer demostró estar plenamente acordado con el autor, y una de sus especialidades es transmitir a sus fieles y excelentes músicos cuantos secretos y detalles encierran laas partituras, no extrañó que la Sala acogiese obra e interpretación con total y repetida satisfacción, tanto para Guinovart, presente en escena, Fischer y toda la OSCyL. Como deliciosa novedad, solista, las dos flautas orquestales y el propio Maestro, se unieron en Cuarteto de flautas de delicada y amable factura, para regalar una Fantasía sobre La flauta mágica de Mozart, elevando al máximo la temperatura de la gratamente sorprendida Sala. El estreno alcanzará seguro éxito allá donde se interprete.

Y vino Shostakóvich con su Leningrado, emotivo homenaje a los sacrificados defensores que padecieron 29 meses de brutal asedio y alegato contra el fascismo en cualquiera de sus formas y lugares, rematado con una victoria salvadora, por debajo del sufrimiento de los cercados. El gran orgánico preciso, la dificultad técnica de la partitura y su complejo equilibrio para atender a toda la agógica y dinámica prescritas, fue perfectamente asumido y desarrollado por un Fischer tranquilo y dominador, cuya claridad de ideas y gesto y su servicio íntegro a lo escrito, produjeron esta tercera lectura de alto nivel interpretativo, en el que fueron parte fundamental la entrega, concentración y estado de forma actual de la OSCyL, que le permite satisfacer cuanto se les solicita desde el atril. Destacaríamos los contrastantes pianísimos conseguidos a la orden, el empaste en éllos y en los unísonos de cada familia orquestal (precisas en particular las violas); todos los solistas en cada momento, comenzando por la concertino, ambas arpas; el clarinete bajo y el flautín menos frecuentes en protagonismo; las 6 percusiones y el timbal, exactos en ritmo; metales resistentes, nobles y acordados en distintos volúmenes; maderas agrestes o melódicas según momento; el fagot y sus colegas y, en fin, los 104 profesores integrados rindiendo al máximo. Una jornada más para el disfrute de todos, reflejado en las repetidas ovaciones individuales y colectivas logradas. Concierto para grato recuerdo.

José María Morate Moyano

 

Emmanuel Pahud, flauta

Sinfónica de Castilla y León / Thierry Fischer

Obras de A. Gunovart y D. Shostakóvich

Sala sinfónica "J. López Cobos" en el CCMD de Valladolid

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