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Crítica / Aida vuelve al Pérez Galdós - por Juan Francisco Román Rodríguez

Las Palmas de Gran Canaria - 23/03/2023

Hacía 33 años, desde 1990, que la Aida de Verdi no se representaba en Gran Canaria. Esto ha supuesto un acicate para los Amigos Canarios de la Ópera que se han preocupado por reunir un elenco en el que todos los personajes se encuentren cumplidamente servidos, al menos sobre el papel, luego la representación pondrá a cada uno en su sitio.

Aida fue Maria José Siri, sobrada de volumen, proyección sonora y tesitura ante las grandes demandas del rol titular. La uruguaya, plasmó el carácter doliente y atormentado de Aida, especialmente en sus dos grandes arias del primer y tercer acto, sin amilanarse en sus enfrentamientos con Amneris. Ante tanta suntuosidad echamos en falta un mayor uso de las medias voces, que utilizó con excesiva contención, especialmente los filados a pianísimo, que hubieran dotado de mayor variedad de matices a su espectacular prestación.

Judit Kutasi fue una Amneris de opulenta vocalidad, con graves impactantes y agudos torrenciales. Atendió con igual fortuna a la Amneris celosa y vengativa de los primeros actos como a la Amneris humanizada y empática del último. Impresionante su enfrentamiento con los sacerdotes del cuarto acto.

Sergio Escobar tiene la vocalidad justa para Radamés, tenor lírico-spinto vibrante y con squilo, pero su desempeño fue irregular, se anunció una ligera indisposición vocal. Muy incómodo en Celeste Aida, alternó momentos de innegable poderío y convicción, en los que la voz corría con facilidad, con otros deficientes por un agudo problemático, que dificultaba cualquier intento de reducción del caudal, obligándolo a recurrir al falsete en el dúo del tercer acto con Aida.

Ariunbaatar Ganbaatar fue un Amonasro recio y resolutivo, con sonoridad de auténtico barítono verdiano, poderoso en el volumen y amplio de registro, supo corregir un pasajero vibrato. Con Manuel Fuentes como Ramfis, tuvimos a un auténtico bajo, rara avis entre los cantantes españoles, de imponente físico, sin problemas de emisión, fácil en el agudo y con un grave suficiente, un par de notas extremas incómodas en el tercer acto se excusan en una voz muy joven todavía en desarrollo.

Jeroboam Tejera fue un Faraón seguro y autoritario. Correctos Nora Carrasco, Sacerdotisa y Manuel García, un mensajero.

Los Coros, de Amigos Canarios de la Ópera y de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria, brillantes, seguros y empastados en sus decisivas intervenciones. José Miguel Pérez Sierra, fue un director musical sensible que coordino con destreza tanto las grandes escenas de masas como las intervenciones del ballet, una muy solvente Compañía de Natalia Medina, o las múltiples intervenciones solistas, atajando con seguridad puntuales descoordinaciones, especialmente las problemáticas fanfarrias internas y a vista.

La Filarmónica de Gran Canaria sonó refinada y dúctil, vigorosa en los grandes tutti y delicada en los pasajes más tenues como el paisajista inicio del tercer acto.

La dirección escénica de Daniele Piscopo nos proporcionó una visión del Egipto faraónico actualizada con trajes poco vistosos de reminiscencia árabe que incluían puntuales referencias al periodo faraónico en los protagonistas. La reducción de los decorados, elementos de atrezo y figurantes a la mínima expresión se dejó sentir especialmente en la gran escena del triunfo, agravada por una distribución del coro poco imaginativa. Por último, alabar la decisión de ofrecer un único entreacto, que impidió que la representación se alargara innecesariamente.

Juan Francisco Román Rodríguez

 

Maria José Siri, Sergio Escobar, Ariunbaatar Ganbaatar, Judit Kutasi, Manuel Fuentes, Joroboám Tejera, Manuel García, Nora Carrasco.

Coro de Amigos Canarios de la Ópera. Coro de la OFGC.

Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / José Miguel Pérez Sierra.

Escena: Giulio Ciabatti.

Producción Amigos Canarios de la Ópera.

Teatro Pérez Galdós. Las Palmas de Gran Canaria

 

Foto © Nacho González

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