La primera cita del ciclo sinfónico de la presente temporada del Auditorio de la Diputación de Alicante va a constituir, seguramente, una de las más importantes de ADDA-Simfònica por el contenido del programa; la Séptima Sinfonía en Mi de Anton Bruckner, compositor austriaco del que el 4 de septiembre pasado se ha cumplido el segundo centenario de su nacimiento, sobrado motivo para que la orquesta alicantina le haya dedicado un especial recuerdo y homenaje, ya que está considerado como uno de los grandes sinfonistas de la historia.
Josep Vicent, lejos de cualquier énfasis formal al que es tan dada la creación orquestal de Bruckner, ha optado por una lectura ágil y directa a la vez del pensamiento de este autor, incandescente a más no poder ya desde los primeros compases, por momentos visionaria y ajena a cualquier retórica, actitud que se agradece en aras a vitalizar el mensaje de este compositor. Para ello ha elegido una de las sinfonías más significativas de su catálogo por la condensación estilística y espontaneidad emocional que reflejan sus compases.
El tratamiento que el director dio al trémolo con el que se inicia el primer movimiento fue toda una declaración de intenciones que predisponía a la percepción de su primer tema antes de reafirmarse definitivamente en los instrumentos de metal, esplendorosos a lo largo de todas sus intervenciones en la obra. El viento madera hizo plena aparición en el segundo, generando la delicadeza que le venía indicada desde el pódium consecuente con el deseo del maestro de hacer contraste con la cuerda, sensitivamente liderada por la concertino Anna Margrethe Nilsen, descubriendo así la esencial belleza del desarrollo del allegro que abre la sinfonía hasta llegar a su coda, momento que le sirvió para justificar y dar sentido a la reexposición precedente.
Con enorme emoción se alejó de la más mínima sensiblería a la que predispone el Adagio subsiguiente, consiguiendo que el sonido de las tubas wagnerianas se mostrara con definida distinción entre los metales, superando el hándicap que supuso su puesta en acción al carecer la orquesta de estos elementos dada su poca utilización instrumental. A lo largo del desarrollo de este tiempo se pudo disfrutar de la creciente conjunción de la sección de viento-metal hasta llegar a la resonante coda sobre el primer tema de los dos que lo integran, produciéndose uno de los pasajes cumbre de la actuación.
La intensidad rítmica que empleó Josep Vicent en el Scherzo permitió percibir el alto grado de pulsión que puede desarrollar la formación alicantina, que la llevan a alcanzar una expresión orgánica de pureza biológica, dejando una sensación indescriptible en el oyente, que se sentía así envuelto en una ambiente de irrefrenable vigor. Supuso todo un ejemplo de alto virtuosismo orquestal hasta llegar a su final en el que volvía a brillar Salvador Soler en los timbales, predisponiendo a una atmósfera de alta tensión.
Fiel a la estructura propuesta por el compositor, el director transmitió muy controladamente los contrastes rítmicos del Finale, llevando a las trompas a una máxima brillantez expresiva, demostrando una vez más que mantienen una relevancia especial entre la sección del viento metal. Otro tanto ocurrió con los trombones y la tuba, espléndidos en todo momento en la determinación de la conclusión de este movimiento, que dejaba de manifiesto, una vez más, el espléndido estado de forma de la orquesta en su trayectoria de incontestable superación gracias, fundamentalmente, al íntimo y preciso conocimiento que tiene Josep Vicent de sus posibilidades técnicas y estéticas que, desde su fundación el año 2018, no dejan de sorprender al público alicantino por su alto rendimiento artístico, pudiéndose así augurar un temporada 24/25 de máxima expectación.
José Antonio Cantón
ADDA-Simfònica Alicante
Director: Josep Vicent
Séptima Sinfonía en Mi Mayor de Anton Bruckner
Alicante. Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 28-IX-2024.