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Crítica / Afkham y la Orquesta y Coro Nacionales de España triunfan en Granada - por Gonzalo Roldán

Granada - 29/06/2024

Tras triunfar en Madrid, la Orquesta y Coro Nacionales de España visitan en Festival Internacional de Música y Danza de Granada con su todavía titular, David Afkham, para ofrecer un programa que le ha reportado muy buenas críticas y el reconocimiento del público en general: la interpretación de la Missa Solemnis de Ludwig van Beethoven.

Podría decirse que la obra escogida para su visita al Festival de Granada de este año sería un valor seguro; y así fue, siempre que se interprete debidamente, pues se trata de una de las partituras del repertorio sinfónico coral más compleja y conocida de todo el siglo XIX. Como se esperaba, en esta ocasión la apuesta fue ganadora, habida cuenta de que era una jugada sin riesgos por la valía y experiencia de la ONE y de su coro, por la preclara visión que David Afkham ha demostrado tener de la partitura y por contar con un cuarteto solista de gran solvencia, formado por Sarah Wegener, Wiebke Lehmkuhl, Maximilian Schmitt y Ashley Riches. Todos estos elementos hicieron de esta Missa Solemnis granadina una experiencia trascendental y profundamente conmovedora, digna de los más altos elogios. Afkham, con su firme dirección, logró extraer la esencia de esta monumental obra, ofreciendo una lectura rica en matices y fiel a la grandeza del compositor alemán.

Arturo Reverter, en sus agudas notas al programa, nos recordaba la importancia de la semántica en la misa beethoveniana. No obstante, pese a que se concibe como una obra religiosa basada en los cinco rezos del común de la misa, hay que tener en cuenta que tanto por sus dimensiones como por sus particularidades estructurales resulta poco apta para su uso litúrgico. Así pues, se trata de un personal tributo del compositor a un Dios al que una vez recriminó que le diera un don especial y una exuberante creatividad para luego privarle del sentido que le permitía disfrutarlo, el mismo Creador con el que en su madurez se reconcilió y al que le ofreció este grandioso monumento a la música coral.

Desde los primeros acordes del Kyrie, Afkham buscó una atmósfera de solemne expresividad, con un balance perfecto entre la orquesta y el coro, permitiendo que cada sección brillase con luz propia sin perder la cohesión del conjunto. Por su parte, con pulso orgánico y hábil control de las dinámicas, dotó a los solistas del espacio necesario para que pudieran construir su discurso, que en este número tiene bellos juegos de imitación.  La riqueza tímbrica y la precisión técnica de la Orquesta Nacional de España fueron notables en toda la obra, especialmente en los momentos de mayor intensidad dramática.

El Gloria fue acometido con una energía vibrante y una claridad sorprendente. Afkham, con un tempo adecuado a cada sección, permitió que la majestuosidad de la partitura se desplegase con toda su fuerza. Hay que mencionar la magnífica labor del Coro Nacional, perfectamente sincronizado entre sí y con la orquesta, que en este número obtuvo algunos de los clímax expresivos de la obra, con una energía contagiosa que inundó el Palacio de Carlos V. Los crescendos estuvieron manejados con gran maestría para mantener al oyente en vilo, mientras que los momentos de calma fueron un respiro contemplativo que realzó aún más la magnificencia de los pasajes más potentes. Por su parte, en el Credo la orquesta desplegó una profusión de timbres y juegos motívicos muy oportuna, reforzada por la profundidad interpretativa del coro, que describió con precisión y emotividad los pasajes fugados y que resonó poderoso en cada sección de tutti, otorgando una sensación de reverencia y trascendencia a este número. Las secciones solistas, integradas de manera impecable en la estructura coral, destacaron por su pureza vocal y expresividad.

El Sanctus y el Benedictus alcanzaron un nivel de lirismo y devoción que conectó directamente con el alma de los asistentes. La dirección de Afkham aquí fue particularmente sensible y considerada con el cuarteto solistas y la concertino, Valerie Steenken, quien puesta de pie interpretó maravillosamente la quinta voz que Beethoven dejó escrita para el violín. La violinista desarrolló un preciosista contrapunto junto a los cantantes, sublimemente fusionado con las partes corales. La Orquesta Nacional de España, con su sonido cálido y envolvente, proporcionó el soporte perfecto para estos momentos de elevada espiritualidad.

Finalmente, el Agnus Dei que cierra la obra fue perfilado por el director con una serenidad y una rítmica precisa que mantuvieron la tensión emocional hasta el último acorde, dejando una sensación de paz y grandiosidad en el auditorio. Afkham, con un gesto decidido, mantuvo la resonancia del acorde final y dejó que sus armonías se expandieran por las bóvedas del palacio renacentista, antes de bajar los brazos y dejar liberta al auditorio para ovacionar al conjunto.

Se podría afirmar que la interpretación de la Missa Solemnis por la Orquesta y Coro Nacionales de España bajo la dirección de David Afkham fue una vivencia artística de primer orden, similar a las precedentes en Madrid, pero que en esta ocasión se vio enriquecida por el marco incomparable del Palacio de Carlos V y por la suave fragancia de los tilos en una fresca y amable noche granadina; un valor añadido que permanecerá en la memoria de quienes tuvieron la fortuna de vivir la experiencia completa. La combinación de excelencia técnica, sensibilidad interpretativa y una profunda comprensión de la obra de Beethoven completaron la estampa en una velada inolvidable.

Gonzalo Roldán Herencia

 

73 FESTIVAL DE GRANADA

Programa: Ludwig van Beethoven, Missa Solemnis en re mayor opus 123.

Orquesta y Coro Nacionales de España

Director Coro: Miguel Ángel García Cañamero

Solistas: Sarah Wegener (soprano), Wiebke Lehmkuhl (contralto), Maximilian Schmitt (tenor) y Ashley Riches (bajo)

Director: David Afkham

Lugar y fecha: Palacio de Carlos V, 26 de junio de 2024

 

Foto © Fermín Rodríguez | Festival de Granada 2024

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