Lo más reseñable del segundo concierto de abono de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria fue el debut con la formación grancanaria del director Krzysztof Urbanski, precedido de excelentes referencias que ratificó cumplidamente.
El joven maestro polaco, aún no ha cumplido los 40, se mostró como un magnífico director, extremadamente creativo y pródigo en ideas, que sabe plasmar gracias a una excelente técnica. En sus manos la Sexta Sinfonía de Shostakovich obtuvo una lectura soberbia, con un primer movimiento sombrío, recorrido por el desasosiego, donde uno no sabía que admirar más, si la infinidad de matices agógicos y expresivos que extraía la batuta, la amplísima variedad de dinámicas y acentos o la extrema tensión que sostenía un discurso que en su desarrollo parecía acercarse cada vez más a la disolución del sonido, con pianísimos sobrecogedores al borde del silencio, todo ello sin el más mínimo desfallecimiento.
Espléndido el desempeño de los solistas de madera, especialmente la flautista Johanne Valérie-Gélinas. Los dos movimientos rápidos que completan la sinfonía con carácter de Scherzos, mas cáustico el primero y falsamente triunfal el segundo, con toques de humorismo ácido, fueron brillantemente expuestos por Urbanski, sin caer en lo burdo, gracias a un fraseo cincelado al milímetro y su extremo sentido del color instrumental.
La Sinfonía nº 9 “Del nuevo mundo” de Dvorák que completaba el programa, obtuvo una interpretación referencial, especialmente destacable en una pieza tan trillada y maltratada por directores y orquestas.
Urbanski supo insuflarle nueva vida, en una lectura de tempi más bien vivos, pero sin precipitaciones, que refrenaba cuando convenía, haciendo gala también aquí de una rica paleta dinámica y acentual que le permitió sutiles variaciones en las sucesivas repeticiones de los hermosísimos temas, aunque he de reconocer que ninguna de las tres exposiciones del famoso tema encomendado a la flauta en el primer movimiento me terminó de convencer por el veloz tempo adoptado y su acentuación. Pero es la única salvedad a una versión sensacional, con un segundo movimiento impecablemente cantado, magnífica la corno inglés Verónica Cruz que el director situó en uno de los palcos laterales superiores, aislando su sonido del resto de la orquesta, un scherzo chispeante, con un trio central soberbiamente contrastado y un movimiento final, maltratado en tantas lecturas desaforadas, finísimo en los matices, confrontando acertadamente la alternancia entre pasajes solistas y tutti, estos últimos siempre bien aireados, con episodios memorables como el recogimiento logrado en los compases encomendados al octeto y cuarteto de cuerdas, subrayados por amplísimos silencios en los que se palpaba la tensión.
Esperamos que nuestra orquesta cierre con el maestro polaco sucesivas comparecencias.
Juan Francisco Román Rodríguez
Orquesta Filarmónica de Gran Canaria / Krzysztof Urbanski.
Obras de Shostakovich y Dvorák.
Auditorio Alfredo Kraus. Las Palmas de Gran Canaria.