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Crítica / ADDA•Simfònica, crisol de sentimientos y emociones - por José Antonio Cantón

Alicante - 16/06/2021

El penúltimo concierto de la temporada de la orquesta ADDA·Simfònica que llevaba por título ‘Essentia Ravel’ ha tenido la trascendencia de un programa de tal enjundia musical que la inmaterialidad espiritual que destilan las obras escogidas traspasó la mera predisposición diletante del público, sumiéndolo en un mantenido trance que exigía una constante superación emocional.

Empezar una actuación con la evanescencia que desprende La Valse de Maurice Ravel, siempre es un riesgo que sólo se puede afrontar desde una segura respuesta de la orquesta como, cada vez y en mayor grado, manifiesta esta formación alicantina.

Su fundador y director titular, Josep Vicent, extrajo la mejor musicalidad de sus componentes generando ese inicial ambiente nebuloso de danza flotante que se manifiesta desde un efecto lejano de imprecisa definición. Tal secreto expresivo fue determinándose progresivamente en la orquesta en un ejercicio de cohesión entre sus secciones instrumentales mostrada en paradójica turbulencia. Para tal propósito, en el que la cuerda tiene especial relevancia, el maestro contó con la gran experiencia del concertino invitado, Krzysztof Wisniewski, músico de su plena confianza para un programa que estaba llamado a ir creciendo en compromiso artístico a lo largo de su desarrollo.

En este sentido fue asumida la exposición del iridiscente Concierto en Sol para piano y orquesta del gran compositor francés. Participaba al teclado de nuevo, después de su gran actuación en el pasado otoño con el Tercer concierto de Rachmaninov, el pianista ruso Denis Kozhukhin, todo un Primer Premio (2010) del muy prestigiado Concurso Internacional de Música Reina Isabel de Bélgica, que, desde una técnica poderosa, hizo una apuesta definida por alcanzar la celestial dulzura del Adagio assai central de esta obra con el seráfico complemento a su final del corno inglés, que vino a reforzar la “etereidad” de esta genial página de Ravel.

Como contraste tocó de bis el Vigésimo Preludio en Do menor de Federico Chopin que venía a recomponer con su contundencia inicial el estado de ánimo general para serenarlo con cuidada gradación en su meditativo diminuendo final.

Después de unas palabras de afecto del director dedicadas a dos personas muy vinculadas a la orquesta como es su oboísta Lola Cases y su patrono fundador, el maestro Jesús Mula, se afrontó la transmisión de la obra más sugestiva de la noche: el terminado Adagio inicial de la Décima Sinfonía de Gustav Mahler, obra que dejó inconclusa. Josep Vicent tiene predilección por este gran sinfonista y, con ejemplos de tal esencialidad mahleriana como tiene este movimiento, quiere inculcar a su formación la substancia de este autor creando un clima de interacción orquestal de alta expresividad y eficacia, como se pudo percibir en el caleidoscópico entramado temático que contiene, siempre al borde de romperse la todavía aceptada consonancia tonal del post-romanticismo. En todo momento supo mantenerse en ese límite de riesgo asegurando la fluidez del instrumento en sus tensiones dinámicas, sumergiéndose con sus indicaciones en el misticismo sensorial que encierran sus compases. Llegó a su expresivo punto culminante en la manera de llevar su cadencioso final, resaltando la espacialidad reverberante que requiere su sonoridad aprovechando la acústica de la sala con los cada vez más ricos y perfeccionados recursos instrumentales de la orquesta.

Éstos se fueron presentando gradualmente en el transcurso del universal Bolero que sirvió para concluir la actuación como apoteósico final. A modo de distendido bis, Josep Vicent dirigió el Segundo Vals de la Suite de Jazz nº 2 (también recogido en la Suite para orquesta de variedades) de Dmitri Shostakovich, que serenaba ese crisol de sentimientos y emociones en que se había convertido ADDA·Simfònica para esta muy singular actuación de la temporada.

José Antonio Cantón

Auditorio de la Diputación de Alicante (ADDA). 10-VI-2021.

ADDA·Simfònica.

Solista: Denis Kozhukhin (piano).

Director: Josep Vicent.

Obras de Mahler y Ravel.

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