Palabra de Achúcarro: Mozart pintaba sus murales con pinceles pequeños. Arquitectura perfecta, pinceladas perfectas. En una entrevista de J.A. Llorente, sobre los concursos recordaría: Los concursos son una catapulta, te lanzan al aire y, desde allí, debes empezar a volar con tus propios medios. En 1959, el de Liverpool, me proporcionó la oportunidad de debutar en Londres con la Sinfónica de la ciudad. Debut que pensé que había sido un desastre. Estaba desesperado pensando que allí había acabado mi carrera… Joaquín, es uno de nuestros envidiables veteranos del pianismo sin años sombríos ni etapas dubitativas, desmentidos pues de la posteridad. Para templar ánimo, la obertura de Lucio Silla, esa sorprendente manera en un joven, en cuanto al dominio de los recursos orquestales, con una envidiable audacia en las modulaciones y sutilizas imaginativas.
El Concierto para piano en Re m. K.466, vendría con el aliciente de recurrir a las cadencias declara Schumann. Solista y orquesta libraron una familiaridad de pareceres que se amoldaron al ideario clásico-preromántico de una naturalidad refrescante, elevada a su mejor dimensión a partir de la siempre seductora Romance, hasta la coda del Rondo. Allegro assai, de una evidencia para degustación de un público que sabíamos entregado de antemano. Para el bis, un nocturno para la mano izquierda de Skriabin, alarde de digitación embaucadora.
Año Shostakovich por obra y gracia de Dima Slobodeniouk, para beneficio de los aficionados más exigentes, en esta ocasión con la Sinfonía nº 12, en Re m. Op.112 (El año 1917), con James Conlon, tras la Sexta en Si m. Op 54, la nº 1, en Fa m. Op. 10 y la Séptima en Do M. (Leningrado) Op. 60 o la nº 11, en Sol m, Op. 103 (el año 1905), con la que abrimos temporada. Ya en primer movimiento, el amplio Allegro sinfónico de enorme dinamismo y casi una proclama hímnica, en una obra sin solución de continuidad, porque así lo exige sus dictados, con los que el compositor opera casi constantemente con tutti y fortissimo, entre dos temas que se parecen entre sí, lo cual confiere a la música una homogeneidad que resulta prácticamente monolítica. Razliv, brutal tensión a través de largos solos instrumentales o Aurora que constituye el punto culminante de la sinfonía, auspiciado por los préstamos del movimiento precedente, antes de que el testimonial El amanecer de la humanidad resulte un clamor esperanzado Posiblemente se encuentre en él el pasaje más interesante de la sinfonía con una evolución característica desde un pianísimo apenas audible, hasta el tutti fortissimo, de la transición al Finale, ampuloso y optimista. Orquesta y director: la épica de 1917, en pentagramas.
Ramón García Balado
Joaquín Achúcarro. Orquesta Sinfónica de Galicia / James Conlon.
Obras de W.A. Mozart y D. Shostakovich.
Palacio de La Ópera, A Coruña