Dar serenata a las puertas de Fedra, Pausanias, Aristófanes, Sócrates o Alcibíades entre otros... es una labor que se antoja, aún en la ficción griega, cuanto menos, complicada... La Serenata para violín y orquesta de Leonard Bernstein, con cinco movimientos de esa guisa definidos, trata de conjugar aquella pretensión ideal, con hechuras más de hipotético concierto que de suite. Y no se queda al final, ni con una ni con la otra. Una obra que deja a la postre una aureola un tanto desdibujada y más académica de lo que uno espera, pese a -o, precisamente por- estas pretensiones filosóficas titulares. Carolin Wildman dio con su rol ajustado y concertante, junto con la Orquesta Nacional de España dirigida por David Afkham en su temporada de conciertos en el Auditorio Nacional de Música.
Humilde Serenata en principio que, en una apuesta eminentemente lírica y envolvente, se queda, también a las puertas, tanto de un pretendido concierto para violín y orquesta como del poema sinfónico romántico al uso.
Y como si de cierto Leitmotiv se tratará -una sinfonía... a las puertas, también, del poema sinfónico-, la Sexta "Pastoral" de Beethoven fue -lo es siempre-, un acontecimiento. O debería serlo, a tenor de la música pura y verdaderos hallazgos técnicos que atesora, y aventaja de largo a muchas de las partituras del genio de Bonn, bastante más celebradas que ésta. Más aún si se sirve con tal agilidad y fluidez como se hiciera en esta ocasión. Tempi generosos, de principio, que vieron así su catarsis en la extasiada celebración utópica del hímnico movimiento final.
Una interpretación que apostó por estos ingredientes, y unas finura y ligereza instrumentales encomiables (cuerda dimensionada: 8/7/6/5/3 -en total veintinueve con tres contrabajos, pues-) y que, curiosamente, se vio así de alguna forma beneficiada, colateralmente, por estas limitaciones y distancias obligadas en el elenco.
Una materialización estimulante de todo un monumento sinfónico de belleza incomparable, que, quizás, tras cuatro movimientos en "alta definición", hubiera necesitado, para redondear aquel desempeño, de un Allegretto final a mayor nivel aún: proverbial, despejado, plácido y... definitivo.
Luis Mazorra Incera
Carolin Widmann, violín. Orquesta Nacional de España / David Afkham.
Obras de Beethoven y Bernstein.
OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.