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Críticas seleccionadas de conciertos y otras actividades musicales

 

Crítica / 52 años de Romanticismo alemán, vía Weimar - por José M. Morate Moyano

Valladolid - 19/03/2021

Para el 12º concierto del Abono OSCyL (último de Invierno) se contó con Françoise López-Ferrer como Director invitado, que lo había sido en anteriores ocasiones para actuaciones puntuales, pero que debutaba oficialmente en concierto de temporada, cosa que agradeció desde el podio, más cuanto que lo hacía en la Sala que hoy lleva el nombre de su padre, el recordado Jesús López Cobos, lo que le emocionaba y entusiasmaba simultáneamente; el joven suizo, hoy en la Sinfónica de Cincinnati como Principal Director Asistente, despuntó en el Festival de Verbier y va construyendo  carrera y repertorio poco a poco, apoyado en sólida formación musical. Mostró ímpetu juvenil que le lleva a potenciar los fortes y un gesto algo excesivo que va perdiendo efecto al reiterarse y que en piano pierde tensión.

Contó con la colaboración de Clara-Jumi Kang (Mannheim, 1987), hija de cantantes clásicos surcoreanos, que se convirtió en protagonista de la sesión como lo fue 2 años atrás con Korngold y V. Petrenko, esta vez con el Concierto para violín en Re m., op. 77 de Brahms, que ocupó el centro del programa. Su Stradivarius “Ex-Strauss” emite en sus manos un sonido brillante y cálido, capaz de servir todo tipo de exigencias técnicas o de recogerse con exquisita musicalidad, tocando de manera muy natural y fluida, lo que vino de perlas para obra considerada entre las 4 grandes de la especialidad. Sabido es que, con modelo beethoveniano, Brahms la dedicó a su amigo y gran violinista J. Joachim, que lo aconsejó y escribió la cadenza del Allegro en Re M. inicial utilizada por Kang con primor. El arranque unísono orquestal marcado por López-Ferrer con gran energía, dio idea de por dónde iban a ir los tiros de la forma sonata completa y lírica que lo conforma, dejando a Kang el lirismo intenso en esos 46 compases que llevan al 2º tema en el que expuso el alma del violín antes de la cadenza; la magnífica coda final fue de ensueño. El oboe, estupendamente secundado por los vientos, cantó muy bien la controvertida melodía que abre el Adagio en Fa M., recogida con gran expresividad por el violín que fue contagiando a toda la orquesta. El Allegro giocoso final pareció crispado en exceso faltando a su adjetivo, sonando las cuerdas demasiado duras, aunque conjuntas y afinadas, por el gesto del Maestro; sin embargo Kang siguió su línea, salvando con gusto todas las dificultades escritas que tildaron al Concierto de “contra violín” y que la alemana sirvió con claridad y calidad musical; éxito total.

Ovaciones clamorosas la obligaron a corresponder, llevándonos al universo barroco como remanso de paz y, en ese ambiente, volvió a admirar y a conquistar la Sala, a un tercio completo de su capacidad y con todas las medidas anti Covid exigidas y cumplidas. Gran violinista Clara-Jumi Kang.

El programa se inició con la Obertura de “Oberón”, de C. M. von Weber, que décadas atrás era plato frecuente en los menús musicales y que la OSCyL abordaba por 2ª vez desde su primicia con Bragado. Sobre el libro de J. Robinson Planché “El juramento del Rey de los Elfos”, basado en el poema de Ch. Martin Wieland en Weimar, se recorre la partitura operística en época de Carlomagno, oyéndose en sus dos secciones: Adagio y Allegro con fuoco, la brillantez de la Corte, el mágico sonido del cuerno (con el trompista tan acertado como siempre) y las melódicas arias de los protagonistas Huon y Reiza. Todo resultó un punto brusco por ese ímpetu de López-Ferrer, cuya juventud el tiempo irá moderando.

Como cierre, el poema sinfónico Los Preludios, S. 97 de Liszt, escrito en Weimar y 3º del Ciclo de 13 que el autor dejó, apuntando su nueva forma de escribir música: “”intento mostrar la emoción que me produce una imagen.”” Se inician en Do M., que opone a un Mi M. para, a través de un La M., tornar al Do M. inicial; esto justifica ya un plan con 5 fases que glosan el desarrollo vital, que no se transmitió con nitidez Sí hubo ocasión de  celebrar el buen canto de las trompas y del dúo de flautas, así como la intervención de clarinete, oboe y arpa, dentro de un notable conjunto que remató con brillantez, pero que no alcanzó la profundidad y tensión que la obra exige. Aún así, el nivel actual de la plantilla permitió disfrutar del Romanticismo alemán desde 1826 (Oberón) a 1878 (Concierto), pasando por 1848 (Los Preludios), con Weimar como punto de encuentro.

José M. Morate Moyano

Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Clara-Jumi Kang, violín. François López-Ferrer.

Obras: C. Mª von Weber, Joannes Brahms y Franz Liszt.

Sala sinfónica “Jesús López Cobos” del CCMD en Valladolid.

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