(Dein Licht, wer will es rauben?)
Éste era el insistente lema final y moraleja de una cantata semi-profana (o semi-religiosa, como quieran verla), brillante por principio, de un autor prodigioso y tendente al scherzo y al horror vacui: Felix Mendelssohn. Tan prodigioso (en un sentido bastante menos académico) como el más controvertido, adelantado y visionario de la segunda parte, Berlioz.
Un concierto trenzado alrededor de la idea central de misterio, de infierno patente y de “relativa” salvación, que vertebra ambas obras. Un concierto también del que, tras ambas partes aisladas, perfectamente nos podríamos haber marchado satisfechos.
Y esta fue la cumplida sensación tras La primera noche de Walpurgis de Felix Mendelssohn, interpretada a la sazón en temporada, por la Orquesta y el Coro Nacionales de España dirigidos, con su natural sentido rítmico y claros reflejos gestuales, por Andrés Orozco-Estrada, con los solistas: Sonja Leutwyler, mezzosoprano; Julian Hubbard, tenor; y Hanno Müller-Brachmann, barítono. Un barítono que, junto al detallista y dinámico podio citado y, ¡cómo no!, un coro especialmente diáfano en su sonido y lógicas de resolución, fue absolutamente convincente en su rol co-protagonista. Voz amplia y precisa en aquel barítono solista, Müller-Brachmann, proyección vocal y ejemplar dicción a solo o en consistente diálogo con el coro.
En las alturas de su tesitura, solvente, con saltos, además, de cierto compromiso y, sin los altibajos dinámicos que mostraron los otros dos solistas.
Solistas con papeles, eso sí, menos extensos: Sonja Leutwyler, mezzosoprano, con tres registros diferenciados que se ajustaban a su breve papel, en tesituras grave, media y aguda, mejor, por dinámica, las extremas; Julian Hubbard, un tenor que fue de menos a más, y mostró mejor resultado en su segunda intervención junto al coro, que en la primera, más reservada este sábado.
Un despliegue valiente de inicio, pues, que se vio algo impreciso en el arranque mismo, pero pronto adquirió una vivacidad estimulante y “entusiasta” (nunca mejor dicho en tema tan misterioso, oscuro y amenazador como el de esta obra): Dein Licht…!
La Sinfonía fantástica de Berlioz ocupó la segunda parte. Brillante, siempre en moviéndose primeros planos sonoros, por disposición de principio a fin, con algunos detalles a destacar: el papel singular de la trompeta en “Un baile”, a menudo oculto por el resto de la orquestación en otras versiones y, aquí, con notable efecto de puntuación; la disposición eficaz de los ecos de corno inglés y oboe (en la célebre Escena en los campos, un tanto menos misteriosa y redonda que en otras ocasiones, pero, por contra, clara y perfilada; y, los momentos de novedosa orquestación del final (Sueño de una noche de Sabbat).
Un final rotundo de programa que comenzó y, de alguna manera, terminó también, con una pregunta retórica, aquí titular: Dein Licht, wer will es rauben?
Luis Mazorra Incera
Sonja Leutwyler, mezzosoprano; Julian Hubbard, tenor; Hanno Müller-Brachmann, barítono.
Orquesta y Coro Nacionales de España / Andrés Orozco-Estrada.
Obras de Berlioz y Mendelssohn.
OCNE. Auditorio Nacional de Música. Madrid.