Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, al acotar los tres lugares en que transcurre la ópera inspirada en el drama homónimo de Victorien Sardou, se lo pusieron fácil a quienes tuvieran que responsabilizarse del apartado escénico de Tosca. Lejos de limitarse a enumerar: una iglesia, una dependencia oficial y una prisión, aclaran que los tres actos transcurren sucesivamente en tres lugares concretos: Sant’ Andrea del Valle, el Palazzo Farnese y el Castel Sant’ Ángelo. De ahí que en las habituales propuestas, a la hora de formalizar sus aportaciones personales, se limitasen a reorientar los espacios, aportando su sello en el tratamiento de rincones y accesorios.
De poco le han servido las pautas al director húngaro Kornél Mundruczó, para su segunda invitación a la Ópera de Munich, en la que debutó hace dos años con una nueva producción de Lohengrin. Apuntándose a la injustificable tendencia de numerosos colegas, Mundruczó instala la acción en un set cinematográfico. Aunque, dando un paso más allá, siguiendo los pasos de la desfragmentación popularizada con su popular rompecabezas por su paisano Ernö Rubik, aprovecha para insertarla en el rodaje de algunas de las escenas más escabrosas del testamentario Salò, de Passolini, convirtiendo su trabajo en un pretendido homenaje al director italiano, de cuyo asesinato está a punto de cumplirse medio siglo, de quien, además de la citada película, se proyectan imágenes de Mamma Roma y Teorema.
A la hora de evaluar resultados, a falta de manual explicativo, el único personaje reconocible de la historia sería el lascivo y perverso Scarpia, convertido por Mundruczó en retorcido y morboso torturador en la lucha contra los miembros de las Brigadas Rojas. En ese colectivo se enmarcarían aquí Angelotti y Cavaradossi, artista multidisciplinar que, armado de una Polaroid, retrata a sus modelos a las que, luego, desnudas, embadurnará de pintura para conseguir sobre enormes lienzos las antropometrías que imaginó Yves Klein. En una de las cuales -¡vaya usted a saber cómo!- Tosca, cree reconocer a su rival, la marquesa Attavanti.
El sobrecogedor Te Deum será un simulacro de ejecución colectiva, la capilla se reducirá a un cajón de utensilios y el despacho de Scarpia, un aparatoso salón de casa burguesa, donde se somete a una sesión de masajes antes de recibir a Tosca, que acabará con su vida. Rematando el acto con una reivindicación del #metoo, traduciendo plásticamente el “davanti a lui…” con una decena de jovencitas desfloradas por Scarpia.
Sólo gracias a la música el espectador puede superar tal cúmulo de sinsentidos. Y en esta ocasión, estuvo maravillosamente entendida por el veronés Andrea Battistoni, que en la próxima temporada regresa como especialista en el repertorio italiano al coliseo muniqués, en el que debutó en 2016, para responsabilizarse desde el foso con dos Verdi: el enjundioso Macbeth y la producción de Ballo in Maschera en la que dejó su impronta Zubin Mehta.
En el apartado vocal, al cancelar todas sus actuaciones en el presente año la primmadonna de la casa, Anja Harteros, el papel titular, inicialmente previsto para ella, tras su triunfo como Desdémona en la temporada anterior, el rol recayó en la soprano Eleonora Buratto, que con limpieza de voz valentía en la emisión, dominio de los tempi y las respiraciones, fue la estrella indiscutible de la velada, haciendo estallar en bravos al público, deseoso de escucharla de nuevo “Visi d’arte”.
Junto a ella, el barítono francés Ludovic Tézier, cuya tesitura domina mucho más que el Rigoletto que pasea por el mundo y con el que el pasado año deslumbró en Madrid. Buen actor y magnífico intérprete, eclipsó la presencia del tenor Jonas Kauffman, uno de los puntales del Teatro, como demostraron en los aplausos sus innumerables seguidores, absolviéndole de un primer acto que pareció no cantar a voz, con la entrega en el “…lucevan le stelle”, que salvó por oficio, pero sin pena ni gloria. Impecables, como es habitual, el coro titular, aquí reforzado en el primer acto por los componentes del apartado infantil.
Juan Antonio Llorente
Eleonora Buratto, Jonas Kaufmann, Ludovic Tézier…
Orquesta y coros de la Ópera de Baviera / Andrea Battistoni.
Dir. Escena: Kornél Mundruczó.
Tosca, de Puccini.
Bayerische Staatsoper. Múnich 30 julio 2024
Foto © Wilfried Hoesl