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Crítica / ¡Volad, volad…! - por Luis Mazorra Incera

Madrid - 06/03/2024

La Universidad Autónoma de Madrid produjo sobre las tablas de una sala de cámara del Auditorio Nacional de Música rebosante de público, Veneno es de amor la envidia, zarzuela barroca en dos “jornadas” con música de Sebastián Durón y “poesía” de Antonio de Zamora, levantada, en lo instrumental, por el grupo Exordium Musicae con David Santacecilia en la dirección musical, Federico Figueroa en la direción escénica, Antonio Bartolo al cargo de un vistoso (y clarificador) vestuario y del espacio escénico, y un elenco de solistas vocales formado por: Lola Casariego, Ingartze Astuy y Ana Molina, mezzosopranos; Francisco Pardo y Juan Blázquez, tenores; Natalia Pérez y Pilar Tejero, sopranos; y Pablo James en un relevante papel puramente actoral.

Todo un extenso plantel para una obra que goza de frescura y ternura envidiables al día de hoy.

Una ternura que partió, eso sí, de altos vuelos… del más allá…, en una primera escena con Apolo, mito andante, genio y figura, junto con Circe: “¡Volad! ¡Volad…!“.

Bellísimo y, en cierto modo, adelantado por su desnudo y expresivo (expresionista, diría incluso) planteamiento concertante: el cuarteto de zagalas, con Escila incoando el canto, ya entrados en la segunda “jornada”.

Convincentes versiones canoras en los papeles principales: Circe, Escila, Apolo, Tritón, … tanto los endiosados como los non tanto y vis cómica, que tanto da, y singularmente destacada por su abierta exigencia, celeridad y compromiso (“vibo”) el “Aria con violín, vibo”: “Flecha ynconstante…” que, si bien la canta el personaje  Circe (“Cirze Magica” en la partitura), para mayor despiste, la afrontara aquí, con soltura y tocado ad hoc, otro cantante/personaje mezzosoprano: “Buela, Buela… contra Scila“.

Y es que a nadie se le escapa que, aunque se comprende ya desde su retórico-descriptivo título (un tanto spoiler…) la intención última del relato, la característica mezcolanza, propia del género, de personajes míticos con realistas y hasta, si me apuran, “chuscos”, no ayuda al público contemporáneo, poco acostumbrado a estas retóricas de antaño.

Eso sin entrar en otras precisiones puntuales, como las que se derivan de la diversa exigencia técnica de cada número en sus diversas facetas, coloratura, volumen, proyección, actuación, presencia escénica…, de unos y otros roles.

Es curioso cómo un género que, aparentemente, se muestra esquivo y caprichoso a nuestros ojos, y, lógicamente, más cercano al gusto de aquella época, se puede convertir en un ejercicio intelectual de verdadero calibre.

Un ejercicio intelectual que se prestaría hoy, con el bagaje que suponen tanto el teatro como el cine del siglo pasado (especialmente) y aún de éste, a versiones escénicas imaginativas y revolucionarias. Rompiendo más paredes que las meramente míticas (por cierto, esto de romper con la dramaturgia la pared entre dioses y hombres ¿sería romper… la quinta pared… o la sexta…? ¿La del ultramundo… o la del inframundo…?)

Al fin y al cabo estas cabriolas, un tanto caricaturescas, eran las que justificaban, incluso entonces, estas tramas artificialmente trenzadas.

Tramas que sólo en este ámbito mítico podían desarrollarse con cierta libertad, toda vez la profesión, habitualmente ordenada, de sus autores, como es el caso del briocense Durón.

Una gratísima noticia, pues, que se estén reponiendo estas obras dramáticas de primer orden de nuestra fértil y relativamente desconocida por el gran público, historia dramática. La historia al fin y al cabo, con su dramaturgia, sus pasajes hablados o no, y otras tragedias, burlas o chanzas, de la ópera española. Sin más.

Como ya dejé caer de inicio, la sala de cámara llena de público, fue buena prueba del interés, (quizas la intriga, por lo que escuché al vuelo a algún joven antes del concierto) que suscita la reposición de la fértil y universal historia de nuestra ópera. Y que suscitará mucho más en el futuro.

Luis Mazorra Incera

 

Lola Casariego, mezzosoprano (Circe), Ingartze Astuy, mezzosoprano (Escila), Francisco Pardo, tenor (Apolo/Foreo), Pablo James, actor (Glauco), Natalia Pérez, soprano (Florilla), Pilar Tejero, soprano (Ninfa), Ana Molina, mezzosoprano (Ninfa/Anteo/Circe), Juan Blázquez, tenor (Tritón)

“Zarzuela de Música Yntitulada”:

Veneno es de amor la envidia de Sebastián Durón, con “poesía” de Antonio de Zamora.

UAM. Auditorio Nacional de Música. Madrid.

 

Foto: En los ensayos para Veneno es de amor la envidia de Sebastián Durón.

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