Jesús Villa-Rojo brindó dos nuevos cuartetos de cuerda, los que hacen los números IV y V de su catálogo, en la siempre estimulante condición de estreno absoluto, en un concierto homenaje a su poliédrica y vital figura musical promovido por la Diputación de Guadalajara, con la colaboración de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, en el Salón de Actos de esta institución.
Sobre este regio escenario, rodeado por las cuatro esquinas de enhiestas majestades sobre lienzo y busto (escultórico), el espléndido Cuarteto Parisii, conformado por los violinistas Arnaud Vallin y Florent Brannens, Dominique Lobet a la viola y el violonchelo Jean-Philippe Martignoni, ofrecieron estas dos nuevas piezas del compositor briocense junto al Sexto cuarteto de su fronterizo entre estéticas, clasicista y romántica, Opus 18, de Beethoven con que se iniciaba el programa.
Y, así, tras las lógicas presentaciones y loas, arrancamos esta velada en los brazos de un Beethoven que se adentraba con valentía en una nueva concepción estética con este Cuarteto "Malinconia" y, especialmente, con su enigmático (mucho más aún en su día) último movimiento que le ha dado aquel sobrenombre.
Valentía y coraje que concurren de lleno en la figura del homenajeado que ya afirma, parafraseando sin titubeos en un contundente titular de programa: "Sí, hay camino… se hace… al andar" (sin duda).
Una inquietante indagación estética beethoveniana, pues, bien perfilada y conforme, entendida y transmitida sin acudir a fatuos estragos por el Cuarteto que preparó los dos cuartetos en estreno que se siguieron.
Y así fue como se vivió la llegada de un compacto Cuarto cuarteto de Villa Rojo, trazado en un solo y equilibrado movimiento. Su inspiración temática en Wolf, al margen incluso de esta información adicional, entroncaba y servía de eficaz puente subliminal desde aquel Beethoven "progresivo", hasta la más reciente pieza final con que se cerraba el programa.
La versátil agilidad del Cuarteto Parisii pero, sobre todo, la enorme capacidad de adaptar su savoir-faire al perfil propio de la partitura, quedó aquí, fuera del repertorio habitual, aún más patente.
Un mínimo descanso, breve por las características de esta sala, fue la imaginada frontera que nos separó del último, amplio y Quinto cuarteto de Villa Rojo. Una página de explícito recuerdo (por los propios títulos de cada uno de sus cuatro movimientos) a la obra trascendental de Isaac Albéniz.
Obra que quedaba aquí ornada con las cuatro voces del cuarteto. Voces que acompañan, sugieren, rellenan sin empañar, la atmósfera armónica que las piezas pianísticas originales proponen.
Un homenaje a una figura, Jesús Villa Rojo, esencial en la historia de la, mal llamada, "música contemporánea" en España, dos gustosos estrenos y un Cuarteto, el Parisii, que supo aunar su palmaria solidez técnica con la entrega colectiva para dar coherencia, dirección y sentido musical permanente a todas las piezas, cualesquiera que fuera la intención y exigencia técnica o estética aparejada.
Luis Mazorra Incera
Cuarteto Parisii: Arnaud Vallin y Florent Brannens, violines; Dominique Lobet, viola; y Jean-Philippe Martignoni, violonchelo.
Obras de Beethoven y Villa Rojo.
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid.
Foto: El espléndido Cuarteto Parisii, conformado por los violinistas Arnaud Vallin y Florent Brannens, Dominique Lobet a la viola y el violonchelo de Jean-Philippe Martignoni.