El escenario del Gran Teatre del Liceu se viste de una China antigua y exótica con la llegada de Turandot de Puccini, que podrá verse del 26 de noviembre al 16 de diciembre con un total de 15 funciones.
El Teatre recupera la producción que inauguró la temporada 1999-2000 del actual Liceu, que volvió a abrir sus puertas tras el catastrófico incendio de 1994. Firmada por Núria Espert, la ópera se sitúa en la ciudad imperial de Pekín, donde la princesa Turandot protege su virginidad bajo un juramento: sólo podrá casarse con aquel hombre de sangre real que resuelva tres enigmas que ella misma dictará. Quien fracase morirá.
Esta producción orientalista y colosal también se ha podido ver en el Teatre en las temporadas 2004/05, 2008/09 y ahora vuelve al escenario del Liceu con el sello de la reconocida directora Bárbara Lluch. En colaboración con su abuela, Lluch y Espert realizan esta reposición especial que promete sorpresas, manteniendo el montaje inicial.
Alondra de la Parra y Diego García Rodríguez dirigen una colosal partitura que toma vida con el Coro y Orquesta del Gran Teatre del Liceu, el Coro Infantil del Orfeó Català y un cast excepcional que cuenta con nombres destacados como los Elena Pankratova, Ekaterina Semenchuk, Michael Fabiano, Martin Muehle, Vannina Santoni, Maria Agresta, Marta Mathéu, Adriana González, Siegfried Jerusalem, Raúl Giménez, Marko Mimica, Adam Palka, entre otros.
La producción
Puccini no pudo terminar el tercer acto de la partitura, moría en 1924 en Bruselas antes de poder terminar el dúo final, y fue su ayudante, Franco Alfano, quien la completó. La primera representación de la obra en el Teatro alla Scala de Milán en 1926 fue una especie de réquiem para Puccini. Arturo Toscanini dirigió la obra hasta las últimas notas dejadas por Puccini y después bajó la batuta diciendo: “Aquí termina la obra del maestro. Después de esto, murió”.
El final de Alfano se convirtió en la norma en los teatros de ópera de todo el mundo, pero es precisamente en esa indefinición dramatúrgica donde Espert pone su sello: un desenlace basado en la suntuosidad y en los rituales de la corte china donde Turandot, tras reconocer que el amor la domina y debilita, prefiere suicidarse antes que entregarse al extranjero.
Esta producción que ahora vuelve fue la que inauguró la temporada 1999-2000 del actual Liceu, reconstruido tras el incendio de 1994. Debía ser Turandot porque era la ópera que estaba programada cuando el Teatre fue destruido por el fuego, pero era necesario hacerlo con más ambición, que fuera una producción que indicara un camino triunfal de vuelta a la vida operística en Barcelona. La versión de Espert fue importante por dos motivos. El primero, por ofrecer una Turandot de aire clásico, enmarcada en una escenografía monumental que respiraba misterio y lejanía en cada detalle. De repente, al subir el telón, el público entraba en el misterio de la Ciudad Prohibida de Pekín, el corazón daba vida a un pueblo bullicioso y atemorizado, y todos los detalles -el vestuario, los ornamentos de las columnas, la luz de la luna—recordaban las producciones colosales que llevaban el sello de directores de escena como Franco Zeffirelli. El otro aspecto importante era el fin.
Ahora, esta Turandot vuelve al Liceu, pero habrá aspectos que van a cambiar. Será la producción de Núria Espert, pero revisada en profundidad por Bárbara Lluch , su limpia, en la actualidad una de las directoras de escena más demandadas en el circuito operístico y teatral europeo, y que acaba de haber firmado con éxito, para el Teatro Real, la producción de una nueva ópera sobre la gran novela realista del XIX español, La regenta . En colaboración con su abuela, y de forma consensuada, Lluch ha vuelto a esta Turandot icónica y ha revisado en profundidad algunos aspectos para, así, ir más al fondo del sentido de la ópera y conseguir que la propuesta vuelva a estar al día y sea relevante para el público de 2023, que, en muchos aspectos, es muy distinto al de hace 25 años. Pero como Turandot es una ópera que gira en torno al misterio, hay detalles importantes de esta reposición que todavía no pueden revelarse.
La partitura
Turandot es una obra sobradamente conocida, y de tantas veces que se ha representado se puede tener la sensación de que todos los secretos de su partitura ya nos han sido revelados, que no hay nada más que descubrir entre el magma orquestal y las lujosas líneas vocales que escribió Puccini. Pero esta apreciación es incorrecta: Puccini soñaba con un ideal de belleza y dramatismo que nunca estuvo seguro de haber conseguido del todo, y la labor del equipo artístico consiste en descubrir los matices que ayudan a que Turandot avance hacia esta explosividad que el compositor deseaba para su ópera.
La máxima responsable de llevar a cabo esta exploración será la directora musical principal de estas funciones, la mexicana Alondra de la Parra, una de las batutas más versátiles y afectivas que han empezado a ocupar los principales fosos del mundo recientemente. De la Parra dirigirá 11 de las 15 funciones programadas —las otras cuatro, que serán las últimas, entre el 13 y el 16 de diciembre, correrán a cargo del maestro Diego García Rodríguez—, ya su alrededor orbitará un impresionante conjunto vocal en el que habrá dos cantantes para todos los papeles principales, con la excepción de Liù, que se le repartirán hasta cuatro sopranos líricas.
Liù es el papel más delicado de toda la ópera, el tipo de personaje que Puccini amaba y trataba con más cariño, en la línea de Mimì o Butterfly, y exige voces sedosas capaces de transmitir todos los matices de fragilidad del personaje. En estas funciones serán Maria Agresta, Marta Mathéu, Vannina Santoni y Adriana González las que asumirán su rol.
Las dos Turandot de estas funciones también recaerán en cantantes expertas con la fuerza que exige ese papel para soprano dramática, como son Elena Pankratova y Ekaterina Semenchuk, dos conocidas también del público del Liceu.
El príncipe Calaf le cantarán dos tenores spinto en su mejor momento, Michael Fabiano y Martin Muehle. El rey Timur se lo repartirán los bajos Marko Mimica y Adam Palka, y los papeles cómicos de los ministros Ping, Pang y Pong serán para Manel Esteve, Moisés Marín y Antoni Lliteres en todas sus funciones. Una particularidad de Turandot es que el papel secundario de Altoum, el emperador de China, está escrito para tenor, y normalmente recae en cantantes de larga carrera. En esta ocasión, le cantarán dos mitos de la ópera mundial: el argentino Raúl Giménez y el alemán Siegfried Jerusalem, uno de los grandes intérpretes wagnerianos de finales del siglo XX, y que actualmente tiene 83 años.