Continuamos la publicación de las distintas entrevistas realizadas en la sección “Contrapunto”, publicadas en nuestra revista Ritmo en su edición de papel, a personalidades de la cultura, y que solo estaban disponibles en dicho formato. A lo largo de estas "complicadas" semanas iremos subiendo estas interesantes entrevistas a nuestra Web, para hacer más llevadero el #quedateencasa a todos nuestros lectores online. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de enero 2019.
Contrapunto 12: Máximo Pradera
Se asoma a nuestras páginas una persona de gran bagaje cultural y refinada ironía, habitual de los medios periodísticos nacionales más importantes, al que algunos quizá asocien con el seudónimo con el que firma parte de su obra literaria, Joseph Gelinek… Pero es Máximo Pradera quien responde con soltura y deja interesantes apuntes sobre su visión de la cultura y la música (por Gonzalo Pérez Chamorro, Publicado en enero de 2019).
¿Recuerda cuál ha sido la última música que ha escuchado?
Llámame, La canción que representó a España en Eurovisión en 1962. La interpretación inenarrable de Víctor Balaguer nos costó nuestro primer Spain, zero points. Luego vendrían los de Conchita Bautista y Remedios Amaya. Son escuchas profesionales, que hago para preparar mi sección semanal de música en Julia en la onda.
¿Y recuerda cuál pudo ser la primera?
E quei briganti neri, una canción de la Resistencia Italiana que cantaba mucho mi madre, Gabriela Sánchez Ferlosio, a la guitarra.
Teatro, cine, pintura, literatura… ¿A qué nivel pondría la música con las demás artes?
No somos las personas las que ponemos el arte a nivel de nada, son las artes las que nos ponen a su nivel, que puede ser muy variable. La música puede ser degradante (el 90% del pop lo es) o sublime (el 90% de J.S. Bach lo es), y la literatura, lo mismo. ¿O se puede comparar el efecto que nos produce una novela de Fernando Vizcaíno Casas con el de La Montaña Mágica de Thomas Mann?
Qué habría que hacer para que la música fuera pan de cada día…
Batalla perdida en España. Hasta Falla se tuvo que ir a Niza a estrenar La vida breve, porque no encontraba teatro en España.
¿Cómo suele escuchar música?
Con auriculares, en Spotify o en Youtube.
¿Qué ópera (o cualquier obra musical, etc.) le hubiera gustado componer?
Me hubiera gustado componer el “Erbarme Dich” de La Pasión según San Mateo, de Bach.
¿Qué personaje le hubiera gustado cantar o interpretar en el escenario?
Leporello, el criado de Don Giovanni creado por Mozart y Da Ponte. En casa, cada vez que me llega una mala noticia suelo cantar “Ah, padron, siam tutti morti!”.
¿Teatro o sala de conciertos favorita?
Me gusta mucho el Auditorio de El Escorial.
¿Un instrumento?
La guitarra, sobre todo si la toca Julian Bream. Y la voz humana, si cantan Roger Daltrey, Ian Gillan o Ian Anderson.
¿Y su intérprete?
Mi intérprete favorito de todos los tiempos es Julian Bream. No se le puede sacar más el jugo a un instrumento del que le saca a él en las interpretaciones de Villa-Lobos, Bach o Dowland.
¿Un libro de música?
El que publiqué en Ed. Malpaso Tócala otra vez, Bach (Todo lo que necesitas saber de música clásica para ligar).
Por cierto, qué libro tiene abierto ahora en su mesa de lectura…
El sabueso de los Baskerville, de Conan Doyle. Estoy escribiendo un libro sobre Sherlock Holmes.
¿Y una película con o sobre música?
Dos películas: Amadeus, la mejor película sobre música de todos los tiempos (a pesar de que casi todo es mentira), y Los fabulosos Baker Boys, la mejor película sobre la dignidad del músico de todos los tiempos.
¿España necesita más cultura? ¿Hay sequía cultural y musical o cómo ve la situación?
Depende de a qué llamemos cultura. A veces, desde las instituciones públicas se financian unos conciertos o unas exposiciones que son para avisar a seguridad. Rafael Sánchez Ferlosio tiene un artículo magnífico sobre del abaratamiento de la cultura que se llama La cultura, ese invento del gobierno (EL PAÍS, 22 de nov. de 1984).
¿Cuál es el gran compositor de música española?
Falla y Serrat.
¿Con qué música le gustaría despedirse de este mundo?
Con el Adagio del Concierto Emperador de Beethoven.
¿Un refrán?
Quien canta, sus males espanta. Es de este pasaje de Don Quijote:
“Pues, ¿cómo? -repitió don Quijote. ¿Por músicos y cantores van también a galeras? Sí, señor -respondió el galeote; que no hay peor cosa que cantar en el ansia. Antes he yo oído decir -dijo don Quijote- que quien canta, sus males espanta.
Si pudiera retroceder a un momento de la historia de la humanidad, ¿dónde iría Máximo Pradera?
Al estreno de La Consagración de la Primavera de Stravinsky, 29 de mayo de 1913, Teatro de los Campos Elíseos de París.
¿Y con qué figura de la historia de la música le gustaría asistir a un concierto?
Con Erik Satie. Tenía un modo de criticar las obras que te partías la caja. A Debussy, sobre El Mar, le dijo que le había gustado el fragmento de las once menos cuarto, del primer cuadro Del alba al mediodía en el mar.
En su larga trayectoria como periodista en diversos medios, ¿qué persona le ha dejado la huella más profunda?
Leonard Bernstein, que se murió antes de que pudiera entrevistarlo. Pero sus conferencias en Harvard me cambiaron para siempre el modo de escuchar la música.
¿Qué cosa le molesta en su vida diaria?
El ruido, la oscuridad y la falta de espacio.
¿Cómo fue su experiencia como jurado en Clásicos y reverentes de La 2 de TVE?
Excelente, hice buenos amigos entre los profesores de la orquesta de RTVE y logré que ninguno de los concursantes a los que eliminé me jurara odio eterno, como Aníbal a los romanos.
Cómo es Máximo Pradera, defínase en pocas palabras…
Un tocapelotas muy bien educado. Lo de que estaba bien educado me lo dijo Fernando Schwartz, que era diplomático, así que seguro que es cierto. Lo de tocapelotas es algo que me ocurre desde pequeño: me caí en una marmita de tocar los cojones siendo niño, como le pasó a Obelix con la de la fuerza, y los toco aunque no quiera.