Estimado José Ahumada,
Mi nombre es Lidia Alonso Perez, músico profesional residente actualmente en Londres. He leído el enlace de su artículo publicado en El Diario Montañés el pasado lunes 25 de mayo, que procedo a contestar.
El Diario Montañés. 25 mayo 2020, por José Ahumada
“Cantabria entra hoy en la fase dos, con la correspondiente relajación de las condiciones del estado de alarma y la entrada en vigor de nuevas normas.
Ya no hace falta ser federado para dares un baño en la playa, los padres pueden salir de paseo con los niños sin sortear a quién de los dos le toca y se puede comer dentro de un restaurant –con la mitad de las mesas habituales-, sin necesidad de pelarse de frío o cocerse al sol en la terraza. Pero no se engañen, la vida aún no es normal y sigue habiendo reglas que cumplir y dudas nuevas. Aquí resolvemos algunas un poco rebuscadas.
¿Puede tocar un músico en mi bar?
NO. Los bares, discotecas y establecimientos de ocio nocturno, que son los que habitualmente tienen en su licencia recogido este tipo de actividades, aún no pueden abrir, así que el músico puede seguir entreteniendo a los vecinos de su calle desde el balcón”
Mi respuesta:
La actual pandemia de COVID-19 ha aumentado la incertidumbre sobre la economía, el empleo, las finanzas, la música, las relaciones y, por supuesto, la salud física y mental. Cantabria entra en la fase dos, nuevas normas entran en vigor, los ciudadanos están desorientados, y usted ayuda a clarificar las nuevas condiciones en un artículo del periódico. Me llamó mucho la atención su respuesta a la pregunta: ¿Puede tocar un músico en mi bar?
Responder a todas estas preguntas, es un gesto muy amable por su parte, pero lamentablemente creo que se le ha olvidado escribir que ser músico es una profesión. Un músico no solo entretiene a los vecinos, y nuestro escenario no es el balcón de casa. Usted me ha demostrado muy poca empatía hacia los trabadores del sector de la música.
Cuando los músicos no tocan, no se les paga. La situación se está volviendo bastante desesperada: los músicos se han quedado sin ingresos y con insuficiente apoyo del gobierno durante la pandemia de COVID-19.
La situación actual, hará que la mayoría de los artistas independientes se enfrenten a problemas financieros importantes, incluso a la bancarrota. La mayoría de los artistas intérpretes viven la vida al filo de la navaja financiera porque si no trabajamos, no se nos paga, y no se nos ofrece ni siquiera el actual régimen legal de baja por enfermedad.
Claramente, la salud de todos es importante, por lo que nadie se opone a los cierres, pero no obstante, existe una grave preocupación de que no sólo existan graves consecuencias financieras para las personas, sino que también las organizaciones artísticas tendrán dificultades, ya que han perdido ingresos o, en el caso de agentes, comisión de contratos realizados por sus artistas.
Lo que tenemos ahora no es un músico en el balcón entreteniendo a los vecinos, sino un océano de músicos que desean pero no pueden trabajar, y una infraestructura circundante de sellos discográficos, distribuidores, tiendas de discos, músicos, locales de música y gestores de giras que se enfrentan a una situación precaria para la que nada podría haberlos preparado. Lo único que parece claro es que cualquiera que sea la versión de la industria de la música que surja, ensangrentada por esta pandemia, tendrá poca semejanza con la anterior.
Me encanta leer artículos y comentarios de las personas que afirman cuánto consuelo obtienen de la música en estos momentos difíciles, y eso me da una gran esperanza para la industria de la música. Un día, la gente como usted se dará cuenta de que nosotros, los músicos, somos trabajadores esenciales. Somos la “medicina” para el alma.
Lidia Alonso Pérez (Londres, 26 de Mayo de 2020)