Continuamos con la publicación de las distintas secciones de la revista RITMO disponibles hasta ahora solo en papel, continuando con “Las Musas”, donde las mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de octubre 2019 por Raquel del Val.
SOLEDAD BENGOECHEA: Pionera de la profesionalización del piano
Soledad Bengoechea (Madrid, 1849-1893) no era aristócrata, aunque había nacido en el seno de una familia acomodada que compartía orígenes y crianza entre Bilbao y Madrid. Tuvo la suerte de ser apoyada por su padre y el resto de su familia, quien le relaciona con maestros de la talla de Jesús de Monasterio y Juan Ambrosio Arriola en Madrid, y Nicolás Ledesma durante su residencia en Bilbao. Desde el punto de vista práctico, el apoyo familiar también le viene dado por el hecho de ostentar su familia uno de los salones musicales más conocidos de Madrid, donde pudo conocer a grandes de la composición y la interpretación (Barbieri entre otros), y donde pudo estrenar sus propias obras.
Si bien es cierto que vive una época en la que la mujer tímidamente se incorpora al sistema educativo, la realidad es que los planes docentes del Conservatorio no formaban a las mujeres para la profesionalización, más bien la finalidad de la formación musical de las intérpretes era para un lucimiento meramente lúdico-social. Por supuesto, la salida laboral de la composición era más complicada, por no decir inexistente, ya que muchas de las obras de las compositoras del período romántico nunca llegaron a publicarse.
Por todo ello, parecía que Soledad tendría que dedicarse a la interpretación de lucimiento social o a la docencia; en su caso, la faceta de intérprete sería la que asumiría plenamente, ya que supera con creces el papel de pianista femenina dedicada a las veladas de salón, llegando a ser una verdadera concertista, a la par que algunos de sus colegas virtuosos masculinos de la época.
Dueña de un oído prodigioso, a los dieciocho años estrena una Misa que escribe casi en secreto, y gracias a que empieza a ser reconocida en las Revistas Musicales de la época, tales como La Gaceta Musical, aunque también había otras publicaciones, como La Guirnalda, en la que es muy elogiada, pero a la vista de nuestro contexto actual, no deja de sorprender la definición de esta revista como “periódico quincenal dedicado al bello sexo”, calificación que no contribuía precisamente a loar las dotes intelectuales.
Alabada por los críticos como compositora, no hay que perder de vista su inmenso talento como concertista, y aunque no consta que en ningún momento se dedicara a la docencia, si revisamos sus obras para piano, además de ver las huellas estilísticas de Mendelssohn y los primeros románticos, para cualquier pianista en activo que haya interpretado música española del siglo XIX, está muy clara la intención académica de sus obras: armaduras complejas, pasajes técnicos complicados, tempos rápidos y una preocupación por resaltar la sonoridad del piano equiparándola a la sonoridad sinfónica, casi operística, como en el Gran Vals de Concierto y la Marcha Triunfal.
Como ha sucedido con otras personalidades de la composición y la interpretación del XIX, Soledad Bengoechea ha sido olvidada en la mayoría de las enciclopedias musicales del siglo XX, tales como la Enciclopedia de mujeres compositoras, publicada en 1981, aunque sí aparece en The New Grove Dictionary (2001).
A pesar de todos los imponderables descritos, compone un catálogo de obras de diferentes formas musicales, entre las que destacan obras para piano solo, piano y voz, algo de música de cámara instrumental que permanecen casi inéditas y algún arreglo, así como tres zarzuelas y música sacra.
Música escénica: Flor de los cielos, zarzuela (1894), El gran día, zarzuela (1894), A la fuerza ahorcan, zarzuela en tres actos (1876).
Música sinfónica: Sybille, Overture (1873), Marcha Triunfal para orquesta (1881).
Música para piano: Capricho-Scherzo para piano en la mayor (1872), Marcha triunfal en la bemol mayor (1883), Scherzo en do sostenido menor (1868), Mazurca (1893), Gran vals de Concierto (1869) y Fantasías para piano sobre temas de La Africana y sobre Rigoletto.
Música sacra: Misa a cuatro voces y orquesta en si bemol mayor (1867), Salve en mi bemol para tiple y coro con acompañamiento de piano o arpa y armónium (1883), Ave Verum, para tenor o soprano con coro y acompañamiento de órgano o armónium y ¡O! salutaris hostia para dúo de soprano y contralto con acompañamiento de órgano o piano (1876).
Música de Cámara: Se cree que compuso para este género, pero puede que estas obras hayan desaparecido; sólo hay constancia al parecer de un arreglo de una melodía de Gounod, Jesus de Nazaret, para violín, violonchelo y piano.
Obras para canto: Larmes, Romanza para soprano y piano (1873).
Raquel del Val: Concertista de Piano, Titulada Superior en Piano y en Música de Cámara, Arreglista, Profesora y Licenciada en Derecho.
Foto: "Dueña de un oído prodigioso, a los dieciocho años estrena una Misa que escribe casi en secreto, y gracias a la que empieza a ser reconocida en las Revistas Musicales de la época, tales como La Gaceta Musical, aunque también había otras publicaciones, como La Guirnalda, en la que es muy elogiada, pero a la vista de nuestro contexto actual, no deja de sorprender la definición de esta revista como “periódico quincenal dedicado al bello sexo”, calificación que no contribuía precisamente a loar las dotes intelectuales".