Continuamos con la publicación de las distintas secciones de la revista RITMO disponibles hasta ahora solo en papel, continuando con “Las Musas”, donde las mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de octubre de 2020 por Carolina Bellver.
Mercedes Sánchez del Río
Incombustible, luchadora y tenaz
Hablar de Mercedes Sánchez del Río es hablar de una de las agentes de música clásica más importantes del último cuarto del siglo XX en nuestro país. Mujer emprendedora, enérgica y vital, ha dedicado su vida, como ella misma reconoce, enteramente a la música, a los artistas y a la gestión de conciertos que se convirtió en su pasión desde edad bien temprana.
Tuve la suerte de conocerla allá por el 2010, cuando por motivos personales decidió que era hora de dejar la agencia que hasta ese momento había sido su vida, y pasarnos el testigo a Cecilia Lavilla y a mi misma. Además de infinidad de conversaciones, disfruté con ella de un par de viajes memorables a Sevilla y a Granada, donde las anécdotas y el buen humor irradiaban cada minuto del día, como afortunadamente sigue en la actualidad.
Sus inicios en la música fueron vocacionales, la casa de sus padres estaba situada en la calle Atocha, al lado del Teatro Monumental de Madrid, sede de la Orquesta de RTVE. De esta forma no es difícil que los primeros recuerdos de infancia de Mercedes sean precisamente acudiendo de forma sistemática a multitud de conciertos.
Estudió canto con Fernando Navarrete en el Real Conservatorio Superior de Madrid, y muy pronto se le presentó la ocasión de trabajar con Felicitas Keller durante casi 20 años en Conciertos Vitoria. Tanto allí como posteriormente en su propia agencia, que abrió en 1993, tuvo la oportunidad de conocer a los más grandes artistas del panorama nacional e internacional de finales del siglo pasado.
Los agentes, y más en el caso de personas como Mercedes, más allá del trabajo de oficina, suelen estar atentos a la situación personal de cada músico que representan.
Lo que Mercedes más valora, según sus propias palabras, además de la profunda admiración profesional por todos los artistas, es el vínculo personal y la relación afectiva con cada uno de ellos fuera de los escenarios. Al trabajo de despacho, le siguen los conciertos por la noche, y en infinidad de ocasiones, el broche acaba siendo una cena post-concierto donde el artista se muestra con su verdadera personalidad, con sus luces y sus sombras, una vez apagados los focos.
Como solía decir la gran Victoria de Los Ángeles, ningún artista quiere irse a dormir después de un concierto y Mercedes siempre ha estado ahí, acompañando a sus músicos y compartiendo con ellos esos buenos ratos de cenas y tertulias que han ido labrando su gran cosecha de vivencias personales.
Mercedes trabajó como secretaria personal de Teresa Berganza durante once años, desde 1976. A lo largo de estos años fueron innumerables las estupendas y maravillosas experiencias que tuvo viajando con ella con motivo de las producciones de óperas, de giras de conciertos, y recitales. “Trabajar con Teresa fue una maravilla, una persona tan grande como artista que además es tan simpática”, nos comenta.
Entre las múltiples anécdotas que se agolpan en su cabeza recuerda cuando estuvieron en Dresde durante once días para grabar La Clemenza di Tito con la Staatskapelle con el maestro Karl Böhm y participando también otros grandes cantantes como Julia Varady, Edith Mathis y Peter Schreier. Cuando viajaban de Berlín a Dresde, al pasar la frontera de la Alemania Democrática, el policía, al ver la documentación, les preguntó dónde estaba Tito y Teresa le comentó “diles que Tito y Mozart vienen en otro coche detrás”.
Aún afectada por el fallecimiento de Jessye Norman en septiembre de 2019, recuerda con cariño que le gustaba cenar espinacas y que siempre se iba a la cama escuchando la tercera canción de los Cuatro Últimos Lieder de Strauss, Beim Schlafengehen, que literalmente significa “al irme a dormir”.
Una de las hazañas profesionales de Mercedes Sánchez del Río está directamente relacionada con Pavarotti. Estando en Nueva York, Herbert Breslin, agente de Pavarotti, le invitó a ir al Metropolitan para escuchar el ensayo de Luciano. Mercedes quedó tan fascinada por su voz que allí mismo le preguntó si le gustaría venir a Madrid para hacer un recital con piano. Desde ese día, a Mercedes le costó gran trabajo y tenacidad conseguirlo, pero finalmente dos años después tuvo lugar ese recital, el 11 de mayo de 1991 en el Auditorio Nacional de Música, acompañado al piano por Leone Magiera. En palabras de Enrique Franco, el Auditorio Nacional registró ese día la mayor entrada conseguida hasta el momento. Pero Mercedes es así, incombustible, luchadora y tenaz como pocas.
Mercedes Sánchez del Río ha dedicado su vida literalmente a la música y no concibe el trabajo de agente sin ser un apasionado de la música. Sin duda, sus cualidades como el arrojo y la fuerza le han acompañado en esta vital profesión a lo largo de toda su vida y deseamos desde aquí que siga infundiendo su ánimo y su vitalidad por muchos años a todas las generaciones venideras.
Carolina Bellver
Pianista y Artist Manager. Miembro de la Asociación Europea de Agentes Artísticos AEAA. Legacy Pianist en la Joaquín Achúcarro Foundation. Master en Humanidades y Master en Investigación Musical.
Foto: Mercedes Sánchez del Río descendiendo del avión junto a Luciano Pavarotti, antes del recital que la agente consiguió del tenor en Madrid, el 11 de mayo de 1991.