Continuamos con la publicación de las distintas secciones de la revista RITMO disponibles hasta ahora solo en papel, continuando con “Las Musas”, donde las mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de mayo de 2019 por Virginia Sánchez Rodríguez.
MARÍA BARRIENTOS (1884-1946): Un precoz prodigio del canto
Quizá una de las facetas más recordadas de Mozart para el gran público sea su perfil como niño prodigio. Sin embargo, parece que se nos olvida que su hermana Nannerl también mostró un talento sobresaliente a una edad igualmente temprana. Esto nos enseña que hay muchos ejemplos de genialidad infantil en la música de concierto que, quizá, no son tan conocidos.
Es el caso de María Barrientos, la soprano de coloratura que se convirtió en la cantante española más célebre de comienzos del siglo XX. Nacida en Barcelona el 10 de marzo de 1884, María Barrientos cosechó los más grandes éxitos en los principales teatros del mundo y disfrutó del favor de crítica y público durante toda su carrera. Algunos de los hitos de su trayectoria fueron su debut en el Teatro alla Scala de Milán en 1904, su vinculación con la Metropolitan Opera House de Nueva York durante varias temporadas y la grabación de las 7 Canciones Populares Españolas de Manuel de Falla acompañada al piano por el propio compositor, convirtiéndose este registro en un legado que nos permite disfrutar de la comunión de ambos músicos, incluso en la actualidad.
Sin embargo, su leyenda nació mucho antes, en su infancia, pues María Barrientos fue una niña prodigio. Cuando contaba tan solo con 5 años de edad, María Barrientos comenzó sus estudios en la Escuela Municipal de Música de Barcelona, primero como alumna de solfeo y piano y, después, recibiendo también nociones de violín y de composición. Incluso llegó a escribir, al menos, una sinfonía. De forma paralela y por recomendación médica, según el testimonio de la propia Barrientos, comenzó a cantar bajo la supervisión de Francesc Bonet, conocido por su labor de guía de nuevas artistas de ópera.
Enseguida mostró un gran talento. Siendo aún estudiante, no solo recibió varios premios, entre ellos uno de composición, sino que también participó en algunos de los eventos culturales y musicales más relevantes de la Barcelona del momento, llegando a ser laureada por la crítica a la altura de grandes músicos, como el mismo Enrique Granados, con quien compartió velada en 1893. La prensa catalana se deshacía en halagos a la joven promesa del canto:
“Fue muy festejada la niña María Barrientos -de poquísimos años- que cantó con una gracia encantadora un bonito tango y la “Cavatina” de La Linda de Chamounix: cuando tenga veinticinco años quisiéramos oírla, pues como dé entonces todo lo que promete ahora, será mucho lo que dé” (La Vanguardia, 26 de febrero de 1893).
Su debut en un papel operístico se produjo en 1898, cuando tenía 14 años, en el Teatro Novedades de Barcelona con la ópera La africana, de Meyerbeer, donde interpretó el papel de Inés, en algunas ocasiones subida a una silla para solventar la diferencia de altura con el resto del elenco. A pesar de tratarse de la primera vez que la debutante abordaba un papel operístico, se convirtió en uno de los artistas más reconocidos de la función. De hecho, aunque la representación no logró una buena acogida, la prensa alabó el buen hacer y la calidad técnica de la joven.
Un año después, en 1899, se produjo su debut en el Gran Teatro del Liceo de Barcelona con el papel protagonista en la ópera Lucia de Lammermoor, de Donizetti. El éxito fue arrollador y no tardó en recibir recomendaciones para iniciar su andadura más allá de las fronteras patrias. Así, el día 4 de enero de 1900 debutó en el Teatro Lírico de Milán interpretando el rol de Amina en La sonnambula, de Bellini, sin haber cumplido los 16 años. El hecho de que la protagonista fuera tan joven resultó tan sorprendente y difícil de creer que el empresario del teatro decidió exponer su partida de nacimiento en el atrio.
Su éxito no fue efímero ni estuvo exclusivamente asociado a su infancia, pues María Barrientos continuó cosechando grandes éxitos internacionales, primero como soprano de ópera y, posteriormente, como intérprete de canción de concierto y docente. A pesar de ello, y por desgracia, su nombre fue cayendo en el olvido.
En esta ocasión, hemos recordado únicamente uno de los aspectos menos conocidos de la soprano, como fue su precoz talento para el canto. Sin embargo, la vida de esta gran mujer tiene otros episodios apasionantes, como, por ejemplo, aquellos recogidos en el libro La soprano María Barrientos y sus epístolas de juventud (1905-1906). Ojalá una artista que gozó de tales éxitos y relevancia histórica como María Barrientos recupere el lugar que merece dentro de la historia de la música.
Virginia Sánchez Rodríguez: Doctora en Musicología y Profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha. Miembro del Centro de Investigación y Documentación Musical (CIDoM)-Unidad Asociada al CSIC y del Proyecto I+D+i “El patrimonio musical de la España moderna (siglos XVII-XVIII): recuperación, digitalización, análisis, recepción y estructuras retóricas de los discursos musicales” (HAR2017-86039-C2-2-P).