Continuamos en verano con la publicación de la sección “Las Musas” de RITMO (solo disponible en papel), donde mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de marzo de 2022 por por Virginia Sánchez Rodríguez.
Marie Mennessier-Nodier
Mucho más que una hija y esposa
Madame de Staël (1766-1817) y Madame de Genlis (1746-1830) son solo algunas de las féminas que dirigieron y fundaron salones literarios en el siglo XIX. Junto a sus coetáneos masculinos, estas reuniones estuvieron frecuentadas también por mujeres que no solo acudían como acompañantes de sus esposos o padres luciendo espléndidos vestidos, sino que, en muchas ocasiones, desarrollaron inquietudes intelectuales y talentos artísticos. Es el caso de Marie Mennessier-Nodier (1811-1893).
Su padre fue el poeta Charles Nodier (1780-1844), una de las principales figuras literarias del movimiento romántico francés. De él recibió una cuidada educación y también la posibilidad de participar, ya con una edad temprana, en algunos de los salones parisinos más exclusivos.
Dado su origen, desde su nacimiento, estuvo en contacto con personalidades del mundo de la cultura como Víctor Hugo (1802-1885) y su esposa Adèle (1803-1868) o Alfred de Musset (1810-1857). Incluso fue musa de poetas. A este respecto, la cultura popular afirma que el dramaturgo Félix Arvers (1806-1850) escribió su célebre Sonnet d’Arvers durante una soirée en casa de Charles Nodier y que no solo anotó sus versos en un cuaderno de la propia Marie, sino que fue la dedicataria de la producción, aunque esa tesis parece haber sido cuestionada en los últimos años. De lo que sí hay constancia es que Marie Mennessier-Nodie recibió la dedicatoria de un poema por parte de Musset en 1843.
En 1830, con diecinueve años, se casó con Jules Mennessier, que trabajaba como recaudador de impuestos, con quien tuvo cuatro hijos. Vivió con su familia en el barrio de l’Arsenal de París hasta 1844, fecha del fallecimiento de su padre. En ese momento, con la intención de honrar su memoria y reconocer su figura, realizó una petición al estado para poder firmar con el apellido Mennessier-Nodier, un deseo cumplido gracias a una ordenanza real del año 1844. Ese es el apellido que Marie llevó, con orgullo, el resto de su vida.
Marie Mennessier-Nodier se convirtió en una mujer reconocida en su época, tal como demuestra que su nombre aparezca en el volumen Biographie des femmes auteurs contemporaines françaises (1836). Durante su existir, la unión de música y literatura fue una constante, algo obvio si tenemos en cuenta el perfil paterno y que se movió en un círculo de dramaturgos e intelectuales de las distintas artes desde su infancia. Por un lado, su actividad literaria se desarrolló como editora de publicaciones poéticas, como autora de un libro sobre la vida de su padre (Charles Nodier: Épisodes et Souvenirs de sa vie, 1867) y también como redactora en medios periódicos de las distintas localidades en las que vivió debido a los continuos traslados de su marido, como la Gazette de Metz.
Por otro lado, en lo que respecta a su actividad musical, no solo se inició en la interpretación pianística, habitual de los entretenimientos de salón, sino que es la compositora de varias canciones, siendo Mélodies romantiques su obra más destacada. Se trata de un set de quince chansons escritas en una fecha anterior a 1831, año de su edición impresa.
Cada una de las pequeñas piezas que conforman Mélodies romantiques está compuesta a partir de poemas de calidad y todas ellas están dedicadas a personas cercanas a la autora, como su propia madre y otras personalidades pertenecientes a la primera fila de la cultura, como el ya mencionado Víctor Hugo. A pesar de la sencillez de las melodías vocales y de su correspondiente acompañamiento pianístico, la publicación de esta colección de canciones causó un buen impacto a la sociedad francesa, como se observa a través de las excelentes críticas en la prensa de la época. A este respecto, la única cosa que se podría reprochar en torno a esta composición es que el nombre de pila de la autora no aparezca en la edición, sino que su firma se limite a señalar que es la “mujer de Jules Mennessier” y la “hija de Charles Nodier”. Si bien es cierto que acababa de contraer matrimonio justo el año anterior a su publicación y que, probablemente, la mención a su padre se realice como un argumento de autoridad, lo cierto es que la originalidad de las canciones habría sido suficiente para reclamar la entidad individual de Marie Mennessier-Nodier.
Sirvan estas líneas para ofrecer un recuerdo a Marie Mennessier-Nodier, cuya vida transcurrió durante todo el siglo XIX y que, al igual que otras muchas mujeres, aún permanece un tanto olvidada o poco reconocida a pesar de haber ocupado un destacado lugar en la historia cultural.
por Virginia Sánchez Rodríguez
Doctora en Musicología y Profesora Contratada Doctora de la Universidad de Castilla-La Mancha. Miembro del Centro de Investigación y Documentación Musical (CIDoM)-Unidad Asociada al CSIC. Especialista en la recuperación de mujeres músicas.
Foto: Marie Mennessier-Nodier, por J. L. Boilly (Musée Carnavalet Histoire de París).