Continuamos con la publicación de las distintas secciones de la revista RITMO disponibles hasta ahora solo en papel, continuando con “Las Musas”, donde las mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de enero de 2021 por Blanca Alfonso.
Elena Romero Barbosa
La primera directora de orquesta española
En esta sección de Las Musas vamos a hablar de Elena Romero, mujer luchadora, rompedora de esquemas en su época, considerada la primera mujer española directora de orquesta y colaboradora además de RITMO durante varios años.
Nace en Madrid en 1908, en el seno de una familia acomodada de clase media-alta. Su padre, Evaristo Romero, era diputado en las Cortes Generales y periodista de gran prestigio, por lo que está rodeada en su infancia de un gran ambiente cultural. Desde muy pequeña aprende francés y alemán, llegando luego a dominar también el italiano, catalán y vasco.
Comienza sus estudios de piano en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid con José Balsa, revelándose como una niña prodigio, y da su primer concierto en el Círculo de Bellas Artes a la edad de 12 años, al que siguen varios más por distintas ciudades españolas. Tras sus estudios con Balsa, recibe clases de Salvador Bacarisse, que le da consejos sobre la interpretación pianística y le inicia en la composición. La amistad con Bacarisse perdurará durante toda su vida.
Se traslada posteriormente a Barcelona para perfeccionarse con Frank Marshall, cuya Academia era una de las más prestigiosas de la época. Implicada políticamente en la situación española del momento, en la que se establecen diferencias irreconciliables entre los partidarios de la Monarquía y los de la República, Elena toma partido por los republicanos, chocando con el sentir de su familia que, por su posición aristocrática, simpatizaba con la Monarquía.
En el momento en que estalla la Guerra Civil en 1936, Elena se encuentra en la ciudad de Valencia, a donde había acudido a dar unos conciertos en la radio. Allí permanece durante un tiempo y trabaja en el Ministerio de Propaganda, convirtiéndose, gracias a sus conocimientos de idiomas, en una valiosa colaboradora de la República, a la vez que da conciertos en los campos colectivizados.
En 1938 vuelve a Barcelona con la intención de seguir estudiando con Marshall, pero éste había cerrado la Academia y se había refugiado en Marruecos; sin embargo, permanece en esta ciudad, donde ese mismo año conoce a Agustín Fernández, trabajador revolucionario afín a sus ideas, con quien contrae matrimonio y con quien tiene dos hijos varones después de ver morir a dos hijas por incompatibilidad de RH.
Marshall regresa de nuevo a Barcelona y Elena estudia violín en su Academia, a la vez que empieza más en serio sus estudios de composición con Ricardo Lamote de Grignon. En 1944 enferma de tuberculosis y los médicos le recomiendan un cambio de clima, por lo que se instalan en Madrid. En su ciudad natal se abre una nueva etapa para ella y se consagra de lleno a la composición de la mano de Joaquín Turina, y a la muerte de éste, en 1949, prosigue sus estudios con Julio Gómez. En homenaje a su maestro, compone una de sus obras más representativas: Canto a Turina.
Pero Elena no se conforma sólo con la composición, y animada y orientada por Ataúlfo Argenta, se lanza a la aventura de la dirección de orquesta, más en una época en la que a la mujer le están vetadas algunas profesiones; de hecho, se la puede considerar la primera mujer española directora de orquesta.
Durante los años siguientes despliega una gran actividad en todas sus facetas; como compositora, como directora de orquesta y como concertista de piano. Sus mejores obras fueron compuestas en esos años, entre ellas, el ballet Títeres, con la que gana el premio Pedrell, a la vez que la BBC le concede un premio por sus Canciones sudafricanas y se desplaza a Francia y a Alemania para grabar algunas de sus obras. Como directora de orquesta es reclamada por las mejores orquestas del país en aquel momento, y como concertista da recitales en numerosas salas y realiza grabaciones radiofónicas, a la vez que trabaja como crítico musical en la revista RITMO.
Todo parecía indicar que el éxito y el reconocimiento habían llegado a su vida, pero en 1957 fallece de un cáncer fulminante su marido Agustín, que era su soporte emocional así como su representante y mánager, y se queda sola al cuidado de sus hijos de diez y trece años.
Salvador Bacarisse, afincado en París, le anima a establecerse allí pero a Elena le asusta la idea del exilio con sus hijos y decide permanecer en España. Esta decisión hizo que su carrera en ascenso se fuera apagando al no saber gestionar ella sola sus actuaciones, y se dedica principalmente a la enseñanza durante los años siguientes.
En los años 70 comienza a interesarse por las nuevas corrientes vanguardistas que iban llegando a España. En 1989 se crea la Asociación de Mujeres en la Música y su directora, Mª Luisa Ozaita, le encarga a Elena nuevas obras, así como su participación en conferencias y actos culturales. De este modo vuelve a resurgir como compositora y dedica los siguientes años de su vida a sus nuevos proyectos y a la enseñanza, hasta que fallece en 1996 de una trombosis cerebral.
Su obra abarca diferentes géneros musicales y se caracteriza por reunir los estilos propios de su generación. Sus primeras obras presentan un carácter impresionista, fruto de la influencia de sus primeros maestros de composición: Salvador Bacarisse y Ricardo Lamote de Grignon. Sus siguientes composiciones adquieren matices neoclásicos; de esta época son la Sonata en re, Fuga sobre una falseta para guitarra o Sonata en sol menor, todas ellas para piano. Es a partir de la muerte de Joaquín Turina (1949), cuando se adentra de lleno en el nacionalismo, componiendo una de sus más hermosas obras, Canto a Turina (con dos versiones, una para piano y otra para orquesta), en recuerdo a su maestro, así como el Ballet Títeres, la Pequeña Suite Penibética (orquesta) o la Balada de Castilla (piano y orquesta). A partir de 1970 decide experimentar con las nuevas tendencias atonales que empezaban a asomar en el panorama musical. De esta época son Dos tientos breves, para cuarteto de metales, Sugerencias o Fantasía temática, ambas para piano.
Casi toda su obra se encuentra inédita y manuscrita. Está depositada en su totalidad en la Fundación Juan March. Hay algunas grabaciones de obras sueltas y en el año 2003 se sacó a la luz la integral de su obra para piano, pero aún queda mucha obra suya por difundir.
Blanca Alfonso
Blanca Alfonso es pianista, musicóloga y filóloga hispánica. A lo largo de su vida ha compaginado la enseñanza, la actividad concertística y la investigación, centrándose en este campo en las mujeres compositoras de la Generación del 27, realizando con este tema el Doctorado en la Universidad Autónoma de Madrid en Historia y Ciencias de la Música. Ha sido profesora del Conservatorio Superior Padre Soler de San Lorenzo del Escorial. Forma parte de la Asociación de Mujeres en la Música, desde donde impulsó el proyecto Música y Género, que intenta hacer llegar a las aulas la música compuesta por mujeres.