Continuamos con la publicación de las distintas secciones de la revista RITMO disponibles hasta ahora solo en papel, continuando con “Las Musas”, donde las mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de julio-agosto 2019 por Marian Rosa Montagut.
Claudia Montero
Escribir sobre una mujer, como mujer, resulta aún más difícil si cabe, cuando se admira enormemente a la protagonista, como sucede en esta ocasión. Y si bien es cierto que, como afirma la misma Claudia Montero, “el talento no es cosa ni de hombres ni de mujeres”, la admiración por su trabajo crece aún más cuando, como mujer, una sabe lo difícil que resulta tener una vida personal y no renunciar al mejor regalo de la vida (los hijos) sin que ello impida, a costa de muchas horas de sueño no dormidas, desarrollar una carrera y un catálogo de la calidad que tiene el corpus de “Montero”, como la llaman con cariño sus seres más cercanos y queridos.
Porque nuestra compositora, nacida en la provincia de Buenos Aires, no viene de una familia de músicos. Claudia Montero se da cuenta de que la música será el gran amor de su vida cuando escucha el piano por vez primera en una película y se conmueve hasta tal extremo que, contando con ocho años de edad, pide a sus padres que la anoten a piano y, al no hacerlo, ella misma se buscará una profesora de piano en su barrio trabajador. Claudia estudiará piano durante varios años sin disponer de instrumento en casa, hasta que, finalmente, por razones de accesibilidad económica, optará por la guitarra.
No obstante, pronto sentirá verdadera pasión por este instrumento, componiendo, a los 13 años, sus primeras piezas para guitarra. A los 19 años Claudia estará de lleno inmersa en el mundo de la música, ya sin vuelta atrás, llegando a abandonar los estudios de ingeniería que cursaba en la universidad desde los 17 años, en pro de las carreras de piano y composición, estudios que ha de compaginar necesariamente con el trabajo que le permitirá comprarse su primer piano y pagarse los estudios.
Su destino le hará un guiño cuando, a los 21 años, empieza a volar como azafata de Aerolíneas Argentinas, sin saber que en el futuro sería su música la que daría la vuelta al mundo. Durante 8 años se subió cada pocos días a un avión y, pese a que ello le impediría seguir con la rutina de sus estudios musicales, tocaba el piano en cualquier lugar de destino, buscando el instrumento allá donde aterrizaba, en hoteles y restaurantes. Y así fue creciendo como mujer, como trabajadora, como músico y como madre, pues a los 23 años tendría su primer hijo, a los 26 una hija y a los 33 mellizos.
Y mientras tanto, siendo todavía azafata, se estrenaría en Buenos Aires su primera obra, Ausencias para orquesta de cuerdas. Poco después la compositora decide dejar de volar como azafata para iniciar el vuelo con su música, empezando a componer con mayor asiduidad y siempre por encargo, pues la obra no empieza a sonar en su cabeza hasta que no tiene fecha de estreno, de modo que sus creaciones empiezan siempre en el punto final y recorren un camino hacia atrás, a modo de cangrejo, desde lo sonoro hacia el papel escrito. Eso sí, la compositora siempre consigue desviar los encargos a sus preferencias: las Cuerdas con Cuerdas.
Claudia Montero se traslada a Valencia en el año 2002, donde compaginará la composición con su labor docente en los conservatorios superiores de Alicante, Castellón y Valencia. Pero los encargos serán cada vez más frecuentes y numerosos, hasta el punto de tener que dejar de lado la docencia para dedicarse exclusivamente a componer.
En el año 2014 gana su primer Latín Grammy Awards a la mejor composición clásica contemporánea por su Concierto para violín y orquesta de cuerdas, al que seguirá otro en la misma categoría en 2016 por su Cuarteto para Buenos Aires y un posterior doble premio en 2018, pues en esa edición no solo gana el Latin Grammy a la mejor composición clásica contemporánea con el Concierto para guitarra y orquesta de cuerdas “Luces y Sombras” (homenaje a Manuel Palau), sino también al mejor álbum de música clásica por Mágica y Misteriosa, que supone la culminación de su corpus dedicado a las Cuerdas con Cuerdas. En los Conciertos para guitarra y orquesta, y arpa y orquesta, respectivamente, que conforman el disco, Montero explora no sólo las posibilidades expresivas de ambos instrumentos, sino los suyos propios como artista y como mujer, con sus gestos, su urbanidad y sus profundas emociones.
El catálogo de Claudia Montero incluye composiciones a solo para piano, arpa, clave o guitara, como Lágrimas de Buenos Aires y Tres Colores Porteños (Azul, Gris y Rojo), piezas camerísticas como la Suite de los Buenos Aires para flauta y guitarra, o las tres canciones Orilleras para voz y guitarra, sobre textos de Evaristo Carriego; el cuarteto de cuerdas Cuarteto para Buenos Aires, las obras para orquesta de cuerdas Ausencias y Rincones de Buenos Aires, etc.
Montero también aborda trabajos sinfónicos como Preludio o el reciente Ave Fénix y varios conciertos para solista y orquesta como, además de los ya nombrados, Sueños azules para fagot y cuerdas, Concierto en Blanco y Negro para piano y orquesta, Elegía para viola y orquesta, Fantasía para violonchelo y orquesta, Luces y Sombras para guitarra y orquesta o Vientos del Sur para acordeón y orquesta. Mención especial merece su Ciclo de canciones de Alfonsina, para voz y piano, integrado por seis canciones sobre textos de Alfonsina Storni, la poetisa y escritora argentina vinculada al modernismo y que tuvo un trágico final, así como su obra para cuatro voces femeninas a capella sobre un texto de la misma poetisa, Yo en el fondo del mar.
Las obras de Claudia Montero son todas una y una son todas. Su composición es un verdadero Corpus, con un ADN con mucho de Buenos Aires, su tierra, y con una enorme carga emocional y vital, a la par que rigurosidad formal y un gran respeto por las jerarquías melódica, rítmica y armónica. Su estilo aúna la forma con gestos folclóricos urbanos y cierto romanticismo. La obra de Claudia Montero se interpreta hoy en día en una media de 60 conciertos al año, lo que significa que su música está sonando en directo en algún lugar del mundo, al menos, cada 6 días.
Marian Rosa Montagut / Clavecinista y musicóloga valenciana especializada en la recuperación de barroco musical español. Licenciada en Filosofía. Directora de Harmonia del Parnàs. Pianista de música contemporánea, con especial dedicación a composiciones de mujeres. Defensora incondicional de la música como forma de vida y de la presencia de la música en la educación. Investigadora incansable en TEMPUS Centro de Investigación y Difusión Musical.