Continuamos en verano con la publicación de la sección “Las Musas” de RITMO (solo disponible en papel), donde mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de enero de 2022 por Cecilia Serra.
Caroline Schleicher: Fräulein klarinette, el clarinete en femenino
“Los comentarios de un crítico tras la gloriosa interpretación de Mühlfeld del quinteto para clarinete y cuerdas de Brahms dieron pie al compositor a llamar al famoso clarinetista Fräulein von Mühlfeld, meine Primadonna […]”
Así comienza Pamela Weston (1921-2009) el relato de la relación de Brahms con el clarinete a través de la figura de Richard Mühlfeld, dedicatario de su maravillosa música de cámara con clarinete. Casi en los albores del siglo XX, y ni rastro de mujeres clarinetistas.
Quizá la figura de Augusta Holmès (1847-1903) represente una mínima excepción. Formada en París, de procedencia irlandesa (añadió ese acento a su apellido tras recibir la ciudadanía) estudió con César Frank y Hyacinthe Klosé (clarinetista que cambió para siempre el rumbo de la construcción del instrumento). Holmès legó para clarinete una Fantasía en do menor, obligada para el concurso del Conservatorio de París en 1900.
Weston nos ilumina el camino en su libro Clarinet virtuosi of the past (1971). Al lado de Stadler (el clarinetista de Mozart), Lefèvre, Crusell, los Baermann, Müller, Mühlfeld…, nombres todos familiares para el clarinetista, surge en un capítulo, en la Viena de Beethoven y Schubert, la figura singular de Caroline Schleicher.
Caroline Schleicher nació un 17 de diciembre de 1794. Su padre Franz Joseph (fagot) estaba de tourné y conoció a la familia Strassburger, cuya hija mayor cantaba y tocaba el violín y el clarinete. Se casaron en 1787 y en los siguientes años tuvieron 13 hijos, de los cuales solo 3 niñas, Cordula, Caroline y Sophie, sobrepasaron la edad infantil.
A los 9 años Caroline empezó a recibir clases de clarinete. Su primer profesor, y posiblemente el único, fue su padre. Con todo, la madre de Caroline y su hermana seis años mayor, Cordula, podrían haberle dado clase también. Su formación se completa con la práctica en el escenario, donde se prodigó no solo como clarinetista, sino también como pianista y violinista.
Así como Leopold Mozart emprendió un viaje “de formación” a Italia con sus hijos, Franz Joseph planeó viajar también allí con sus hijas. Por diversas causas no pudo ser, y viajaron en su lugar a Suiza. Imaginaos en esa época, donde no era común ver a una mujer tocar un instrumento de viento, poder documentar que tanto Caroline como Cordula actuaron como clarinetistas en la sala de la Asociación Musical de Zurich.
“Una profunda emoción me embargó; una emoción que solo un artista de verdad puede sentir”
Esta cita de Caroline Schleicher refleja su propia conciencia como artista. Como clarinetista, fue por bastante tiempo la única que tocó públicamente y viajó por Europa y Rusia, como tantos otros virtuosos de la época. Por ello es la primera solista de clarinete reconocida.
Como compositora, ha llegado a nosotros su Sonatine pour piano avec Clarinette ou Violon obligée, composée et dédiée a ses élèves, par Caroline Krähmer, née Schleicher. Es su única pieza editada. Críticas de conciertos constatan que Caroline interpretó otras obras suyas, de las que no se ha encontrado hasta ahora ni edición ni autógrafo. En los 70, Schott edita un movimiento de la Sonatina en un álbum con obras para clarinete compuestas por mujeres. Una primera grabación de la Sonata completa nos la proporciona Luigi Magistrelli (2011).
En Viena, Caroline conoce a Ernst Krähmer, oboe solista del Kärtnertortheater. Se casan el 19 de septiembre de 1822 en la catedral de San Esteban. Se sabe que Franz Xaver Mozart fue uno de los testigos. Como nos cuenta Weston, y esto nos muestra a una mujer autónoma y decidida, Caroline acepta la propuesta de matrimonio con la condición de esperar seis meses para tener tiempo para arreglar sus asuntos, y si a la vuelta su amor era verdadero, se casarían.
La carrera musical de Carolina no se trunca con el matrimonio, más bien al contrario: Ernst compone un concierto para oboe y clarinete, que interpretan en diversas ocasiones, y comparten cartel otras tantas veces. El por qué no aparecen su madre o su hermana como clarinetistas en las fuentes de Weston (no aparecen en More Clarinet Virtuosi of the Past, de 1977), quizá nos lo responda la investigación más reciente de la doctora Nicola Buckenmaier, que podemos seguir en carolineschleicher.com y que amplía con creces la investigación de Weston.
En 1989 Weston nos deleita con Clarinet Virtuosi of today, donde surge la mujer de manera más prominente: Dame Thea King y Emma Johnson, en Inglaterra; Elsa Ludewig-Verdehr y Naomi Drucker, en Estados Unidos; Suzanne Stephens (musa de Stockhausen) y Sabine Meyer en Alemania… En el siglo XXI, la mujer y el clarinete son inseparables: desde Michele Zukovsky, solista retirada de la Filarmónica de Los Ángeles, pasando por Sharon Kam y su fulgurante carrera desde que ganó el Concurso ARD de Munich en 1992, hasta las jóvenes generaciones encabezadas por Laura Ruiz-Ferreres, el clarinete “en femenino” está de enhorabuena.
Cecilia Serra Bargalló
Clarinetista, pedagoga y blogger. Su punto de interés es la respiración como vehículo entre el músico y la interpretación. Ha publicado su primer libro ¡Vocaliza! Ejercicios de sonido para clarinete y su primer disco Si mis versos tuvieran alas, donde combina su instrumento con su pasión por el canto.
www.ceciliaserra.com