Continuamos con la publicación de las distintas secciones de la revista RITMO disponibles hasta ahora solo en papel, continuando con “Las Musas”, donde las mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de marzo de 2019 por Elisa Rapado Jambrina.
AMPARO BARAYÓN (1904-1936): Manitas de plata
La reivindicación de Amparo Barayón como una persona interesante por derecho propio y no únicamente por haber sido la compañera de vida del escritor Ramón J. Sender comienza en el año 1982, cuando el primer hijo de la pareja, Ramón Sender Barayón, emprende su viaje a España con el fin de conocer sus raíces y la dolorosa historia de su madre. En su Zamora natal le quieren transmitir la imagen de una mujer profundamente devota, de comunión diaria y volcada en la música religiosa. En su Madrid, elegido como destino laboral y personal, descubre la realidad: los modestos orígenes de Amparo, vinculados a una pequeña ciudad católica, no le habían impedido evolucionar como mujer independiente y librepensadora, como profesional liberal y emancipada en los prometedores años 30 de nuestro país.
Huérfana muy joven, Amparo se había formado como pianista con Concha Tola de Muñiz, logrando superar los exámenes en el conservatorio de Madrid y ofreciendo sus primeros recitales en teatros de Zamora y Salamanca en los años 20, “con la inconfundible certeza de los temperamentos elegidos” (según críticas del momento).
Tras haber trabajado en el café familiar desde los 12 años de edad, a finales de la década logra aprobar las oposiciones en Telefónica y, en 1929, confirma su traslado a Madrid, donde muy pronto se vinculará al Ateneo y se implicará en tertulias y reuniones de intelectuales.
La carrera de Amparo Barayón como pianista resulta prometedora desde las primeras intervenciones, en las que la describen de este modo:
“Es como una Eva moderna, valiente por su ideología y cultura, no solo musical sino literaria… Tiene un gran temperamento artístico para el divino arte, capacidad interpretativa, limpidez y dominio mecánico: todo lo necesario para ser una gran virtuosa del piano”
Su elección de los repertorios a interpretar muestra inteligencia dentro de los cánones de la época: sabe combinar las obras largas y comprometidas (la Sonata Op. 13 de Beethoven, la Rapsodia n. 8 de Liszt) con hojas de álbum de interés (Valses y Nocturnos de Chopin, Danzas de Falla y Granados) y con las piezas del gusto de la época (Murmullos de primavera de Sindling). En su recital en Salamanca, Barayón decide incluir un pequeño guiño local: la Danza Morisca de Felipe Espino. La crítica se rinde a la “irreprochable gracia, sabor y estilo” de la “excelentísima artista”, a la que llamarán “manitas de plata”.
En 1932, Amparo Barayón comienza su relación afectiva con Ramón J. Sender, algo que, inevitablemente, la aparta de su propio desarrollo artístico: al haber perdido su puesto en Telefónica tras las distintas huelgas en las que tomó parte activa, había retomado su labor como concertista acompañando al violinista zamorano Antonio Arias en sus recitales. El nacimiento de sus hijos ahonda en la pérdida de esta faceta profesional, que quedaría definitivamente truncada a los 32 años por un destino trágico: morir asesinada en los primeros meses de la Guerra Civil frente a la tapia del cementerio de Zamora: Amparo había sido denunciada por su propia familia por la convivencia con Sender, considerada pecaminosa en la mentalidad de la época, pues únicamente estaban casados por lo civil.
Aunque no podamos valorar la calidad de las interpretaciones pianísticas de Amparo Barayón al carecer de documentos históricos como grabaciones o rollos de pianola, su figura siempre ha despertado la atención, desde Muerte en Zamora (el libro en el que Sender Barayón narró la historia de su madre y cuya primera edición parece haber sido secuestrada en los tempranos 90) hasta Viaje hacia la luz: en esta película de 2019, Luis Olano reflexiona sobre la vida de su inquieto hijo; destacado activista hippy y músico electroacústico muy vinculado a la historia moderna de la ciudad de San Francisco.
Desde estas páginas querríamos reivindicar en Amparo Barayón a la artista que fue y a la que habría llegado a ser, en el caso de haber podido continuar con su carrera durante muchos años prósperos y felices.
Elisa Rapado: Pianista dedicada al repertorio de Lied alemán y canción lírica europea, es invitada a impartir conferencias y a escribir regularmente sobre este repertorio.