por Marlén Valiente Peregrín y Olmo Valiente Peregrín (con una pequeña ayuda de su abuelo Fernando Peregrín Gutiérrez)
Sabido es que hay óperas que no necesitan adaptación para que las disfruten los niños. Algunos notables ejemplos son Hänsel und Gretel, L’Enfant et les Sortilèges, Amahl and the Night Visitors y El retablo de Maese Pedro. Todas, excepto la clásica de Engelbert Humperdink, tienen la característica común de que su duración es inferior a sesenta minutos.
A partir de la década de 1980 hubo una importante actividad creativa de óperas para niños, principalmente en países de lenguas germánicas (inglés y alemán, sobre todo). Citemos La figlia del mago (1981), The Adventures of Pinocchio (2007), The Little Prince (2003), The Firework-Maker Daughter (2013), Peter Pan (2013), Polliocino (1980) y Ronja Räubert Tochter (2015).
Estas óperas están compuestas generalmente para compañías privadas, de pequeño tamaño, muchas veces especializadas en giras y representaciones para escuelas infantiles, y que se financian sobre todo con donaciones de un público culto y por las de fundaciones filantrópicas que destinan fondos para la promoción de las artes. Una de estas compañías más antiguas y con mayor actividad es la Opera for the Young (OFTY, 1970, en Madison, WI, Estados Unidos).
A partir de los inicios de este siglo, los grandes teatros públicos que reciben importantes subvenciones de los gobiernos centrales y regionales (cosa que se da en mucha menor medida en Estados Unidos, dónde el patrocinio es del sector privado fundamentalmente), se han dado cuenta de la necesidad de renovar el público aficionado al teatro lírico y han creado programas especiales dentro de sus temporadas para atraer a los espectadores infantiles, normalmente a partir de los 6 u 8 años. Se trata de adaptar las más populares óperas del gran repertorio lírico occidental para que las puedan conocer y disfrutar los niños.
La concepción de esas adaptaciones puede variar, pero por lo común se reduce la duración de esos espectáculos a 60-80 minutos y se conservan las arias más célebres y atractivas para el público infantil. La trama se suele narrar de forma sencilla y abreviada, algunas veces por un actor que representa al propio compositor.
En Alemania y Austria es donde más desarrollados están estos proyectos para formar a futuras generaciones de amantes de la ópera. Prácticamente todos los teatros de ópera de capitales y provincias han formado ya un repertorio de Oper für Kinder, en el que no puede faltar Die Zauberflöte, Hänsel und Gretel, Die Entfürung aus dem Serail, Le Nozze di Figaro, La Bohème, Carmen y Peter und der Wolf (todas Für Kinder y en alemán).
Otro proyecto a destacar en Alemania es el Richard Wagner Für Kinder, una iniciativa de Katharina Wagner, que se inició con Der Fliegende Höllader Für Kinder (2009).
Casi todos los teatros líricos de Italia tienen ya en marcha sus programas de Opera per i bambini. Así sucede con el Teatro Massimo di Palermo, el Grande di Brescia, el Regio di Torino, el Teatro dell’Opera di Roma o el Maggio Musicale de Florencia.
El más conocido de estos es el del Teatro allá Scala, Grandi Opere per Piccoli, iniciado en la temporada 2014/2015 con Cenerentola per i bambini. Dado el gran éxito de esta iniciativa, recientemente se hizo una nueva producción: L’elisir d’amore per i bambini.
Creo que en esta intensa actividad para atraer a los niños a los teatros líricos, es oportuno dejarles a los niños que nos cuenten a los adultos aficionados su visión de estos espectáculos pensados para ellos.
En España, el Liceu de Barcelona se ha adelantado a los demás teatros de ópera y con el título de El petit Liceu ha ido creando un repertorio que comprende ya títulos como El joven barbero de Sevilla, La pequeña flauta mágica, Guillermo Tell, y para esta temporada Romeo y Julieta en el laberinto mágico, todas en versión en catalán.
Pero ya va siendo hora de que les demos la palabra a Olmo y a Marlén, de 12 y 10 años respectivamente, para que nos ofrezcan con su visión de niños, su experiencia de El joven barbero de Sevilla en el Liceu de Barcelona.
Para facilitarles las cosas, su abuelo, orgulloso de ver la tercera generación Peregrín de amates de la ópera, les preparó un cuestionario cuyas preguntas y respuestas reproduzco a continuación (la edición de sus comentarios ha sido la mínima necesaria para su fácil lectura).
¿Conocíais ya algunas arias o partes de esa ópera cómica?
Olmo: No abuelo, pero me parecieron bonitas y los cantantes cantaban bastante bien en general.
Marlén: No, pero me gustó la canción de “Figaro”. Lo cantaba con una voz muy clara y comprensible. Tan clara que parecía una melodía inteligible.
¿Qué música os gustó más, la del Barbero de Sevilla o la de La cenicienta que visteis en Milán, en La Scala? (si os acordáis de la música de La cenerentola)
Olmo: La Cenerentola me gustó mucho pero no me acuerdo muy bien y en cambio esta no me ha gustado tanto.
Marlén: La de “Figaro” del Barbero de Sevilla porque no me acuerdo mucho de La Cenicienta, salvo el sexteto: “È un nodo avviluppato” que volvimos a ver ayer con mamá.
¿Qué os parecieron los decorados del escenario? ¿Qué os llamó más la atención sobre esos decorados?
Olmo: Eran muy bonitos, pero yo creo que le faltaba un poco de brillo y color para que sean más alegres y tengan más pinta de Sevilla.
Marlén: Eran un poco aburridos pero bastante funcionales. Lo que me llamó más la atención fue la puerta porque permitía separar las diferentes acciones.
¿Qué tal actuaron los principales intérpretes? ¿Os hizo gracia alguna escena? ¿Os pareció una ópera cómica divertida?
Olmo: La actuación fue muy buena y a mí me pareció una ópera divertida. No me acuerdo de una escena en concreto, pero si me acuerdo de risas del público y sobre todo mucha diversión.
Marlén: Bien, los actores correspondían con sus papeles y transmitían su amor de la ópera al público. Parecía ser divertida porque los demás se reían a menudo. Lo malo es que nosotros no comprendíamos nada porque estaba cantada y subtitulada en catalán.
¿Qué cantante os gustó más?
Olmo: A mí personalmente me gustó mucho y me pareció que “Fígaro” estaba un poco por encima de los demás y me gusto bastante como actuó.
Marlén: A mí, que sé más de música que mi hermano me gustó más la doncella de la limpieza (“Berta”) y “Don Bartolo” el médico (es un bajo).
¿Os gustó el sonido de la orquesta? ¿Y el del coro al final de los actos?
Olmo: El coro estuvo muy bien y la orquesta también, es más me pareció que fue una de las mejores cosas de la ópera.
Marlén: La orquesta producía un sonido suave y armonioso. Me gustó mucho que fueran todos chicos muy jóvenes. En cambio, no me enteré bien de los coros finales porque me empecé a aburrir y me fui al baño.
¿Os gustó que todo estuviera en catalán y que las arias no estuviesen en italiano y que no hubiese subtítulos en castellano? ¿Os enterasteis bien de la acción teatral de la ópera?
Olmo: Entendí cosas (porque estoy aprendiendo catalán) pero que no hubiese una pantalla con subtítulos en castellano fue uno de los pocos fallos de la ópera.
Marlén: La verdad es que no me enteré de nada porque estaba todo en catalán. (Y a Olmo y a mis padres les pasó lo mismo). Si al menos hubiéramos podido seguir la historia con subtítulos en castellano, nos habríamos enterado de la historia.
[El abuelo: Dos puntos a notar aquí. Primero, que el Liceu tiene una versión en castellano para ofrecerlas cuando “hacen bolos” (dicho así por el propio Liceu) por el resto de España. Y segundo, que teniendo en cuenta que el castellano es la lengua vernácula de más del 52% de la población de Cataluña, en consideración a esa más de la mitad de los catalanes bien hubiese valido la pena el proyectar sobretítulos en castellano]
Gran Teatro del Liceu de Barcelona
(Diciembre 2019)
Foto: Los jóvenes “colaboradores” de RITMO, Marlén Valiente Peregrín y Olmo Valiente Peregrín, en la escalinata del Teatre del Liceu.