El compositor y director madrileño, galardonado con el Premio Jóvenes Compositores de la Fundación SGAE en 1989, lleva más de 30 años enhebrando el pasado en la aguja del presente a través del momento y la tradición oral.
Pareciera en muchas ocasiones que los circuitos minoritarios de cualquier arte fueran recovecos oscuros, pero no tiene por qué ser así. Mauricio Sotelo (Madrid, 1961) se muestra esperanzado; está convencido de que al final el talento se impone. Su carrera comenzó hace ya más de 30 años desde Viena, donde estudió composición, y uno de los primeros reconocimientos en llegarle fue precisamente el Premio Jóvenes Compositores Fundación SGAE-CNDM, allá por 1989. Lo considera fundamental para haber podido seguir avanzando en su carrera y en su internacionalización, otro hecho en el que insiste en cuanto puede: “Hace unos años era muy difícil salir o proyectarse en el exterior; ahora todos los jóvenes pueden aprovechar esta proyección internacional, y es muy importante insistir en ella por todas las interrelaciones que se pueden crear con todos los países europeos, por ejemplo”.
Toda su vida se ha nutrido de esas relaciones internacionales, al igual que su obra. Fue discípulo en Berlín de Karlheinz Stockhausen, uno de los padres de la música concreta, e introdujo en España el trabajo de otro de los grandes fundadores del género, Helmut Lachenmann. Además, su forma de entender el mundo y el arte le debe mucho a su amistad con el experimentalista italiano Luigi Nono. “Mi música se caracteriza por un interés no de fusión sino de integración o exploración de la tradición oral del flamenco. Luigi Nono siempre me decía que los flamencos no tienen nada de ignorantes que no saben leer música, sino que es el único sitio de Europa en el que se conserva la tradición del arte mágico de la memoria”. Aunque ya no está tan interesado en el flamenco en sí y se confiesa completamente entregado a la ópera por sus infinitas posibilidades multidisciplinares, no ha perdido ese interés por el momento y la memoria. Su próximo espectáculo, Bruno o el teatro de la memoria, previsto para su estreno en la Monnaie de Bruselas para la temporada 2021/22 pero retrasado por la pandemia hasta mayo de 2023, se adentra en la figura del pensador Giordano Bruno desde la perspectiva de la memoria y utilizando al Mediterráneo como catalizador de toda la tradición cultural europea. “Siempre estoy muy interesado en esa forma de tradición oral, tanto del flamenco como del belle canto napolitano… Nono me decía que el belle canto o la ópera se interpretan mal hoy en día porque se tiende a una uniformidad en todos los registros de la voz. Para él se tenía que cantar como cantaban los cantaores flamencos, con una infinita paleta de microcalidades del sonido”.
Muchas de esas ideas ya cristalizaron en su rompedor trabajo con Enrique Morente y el saxofonista Marcus Weiss (que ya le acompañó precisamente cuando ganara el Premio Jóvenes Compositores con la obra Cuando il cielo si oscura), pero no se quedan ahí. “He trabajado sobre todo con Arcángel, pero también con Miguel Poveda, con Carmen Linares, con Marta Heredia… Siempre me ha interesado conciliar esa tradición y la vanguardia. ¿Por qué solo vas a escuchar flamenco o solo vas a escuchar vanguardia? De hecho, en ese sentido creo que también he influido en algunos de los cantaores. Con Morente íbamos a escuchar al Cuarteo Arditti en unos conciertos que organizaba yo en Sevilla, Arcángel en Frankfurt fue por primera vez a la ópera conmigo y en cuanto vio un espectáculo dijo ‘yo quiero’: los coros, la sinfónica, todo eso”. Y quizá la culminación llegó en 2015 con el estreno de El público en el Teatro Real, ópera experimental que adaptaba la obra teatral de Federico García Lorca y que incluía una orquesta contemporánea (el Klangforum de Viena), la coral del Real, cantantes, dos cantaores… “y 34 altavoces distribuidos por toda la sala no con la idea de amplificación, de hacer el sonido más potente, sino un poco como las vasijas resonantes que aparecen en el séptimo libro de arquitectura de Vitrubio. Es muy bonita la idea: las vasijas tendrían que estar dispuestas en un orden concreto para amplificar los afectos, ciertas energías, como los cantantes o los actores del teatro. Realizado daba una sensación enorme de espacialidad. Gerard Mortier me decía cuando nos reuníamos en Berlín que aquello era imposible. Recuerdo cuando le conté la idea del gong con el monje tibetano desde el palco real justo en el momento de la muerte de Gonzalo, que quería que el sonido saliese de atrás, con los altavoces y con el gong y el coro… es un momento muy espectacular. Al final lo hicimos, pero Mortier me decía ‘imposible’. Como dice un amigo venezolano, ‘olvídate de Guadalupe que la Virgen es María’”.
Más allá de la composición y la dirección, que son sus ocupaciones principales, Sotelo se dedica a abrirle camino a los jóvenes desde su título de profesor en la ESMUC, a los que siempre recomienda luchar con honestidad por su propia voz y mantenerse despiertos: “Me da igual si están en primero o en cuarto de composición, para mí son todos iguales y procuro que cada uno se exprese libremente. Lo importante es que los jóvenes no se conviertan rápido en viejos compositores, en el sentido de conservadores, cerrados…”. “También es muy importante ser generoso con los éxitos de los compañeros, alegrarse cuando a un colega le sucede algo bueno y no tener envidia, porque eso es la señal de que existe la posibilidad de que también te pase a ti”.
Respecto a las barreras que a veces pareciera tener el clásico contemporáneo frente a otros géneros o frente a la misma tradición puramente clásica, Sotelo se muestra siempre abierto y conciliador, aboga por la educación y reconoce que, pese a lo minoritario, el clásico contemporáneo goza de un enorme éxito. “Vas a la Bienal de Múnich, a Berlín o a la Wien Modern y por lo general están los conciertos llenos… Yo creo que esas barreras se producen por formación, por educación… por perderse ciertos eventos de distinta naturaleza y estar abierto o no a ellos. Yo he hecho experimentos de flamenco muy tradicional, muy de raíz en sitios muy de vanguardia como en la Bienal de Venecia o en museos contemporáneos, y funciona de maravilla. También la música pop o la música de vanguardia deben abrirse a la música clásica… escuchar a la Filarmónica de Berlín, desde el punto de vista acústico y vivencial, es una experiencia única en la vida”.
Acerca de Mauricio Sotelo
Compositor de reconocido prestigio y trayectoria internacional, Mauricio Sotelo (Madrid, 1961) realizó sus estudios de Composición con Francis Burt en la Universidad de Música de la ciudad de Viena, graduándose en 1987 con Premio Extraordinario. Más tarde estudió Música Electroacústica con Dieter Kaufmann y Dirección de Orquesta con Karl Österreicher, para después profundizar en sus conocimientos con Luigi Nono, compositor cuyo pensamiento ejerce aún ahora una notable influencia en el imaginario de su obra. Ha sido Compositor Residente en el Instituto de Estudios Avanzados de Berlín (Wissenschaeskolleg zu Berlin) entre 2011 y 2012 y su música ha sido reconocida con galardones como, entre otros, el Premio Jóvenes Compositores Fundación SGAE-CNDM (1989), el Premio Nacional de Música (2001), el Premio Internacional de Composición Reina Soha (2000), el Composers’ Price de la Fundación Ernst von Siemens (1997) o los Premios de Composición de las Ciudades de Hamburgo, Colonia y Viena.
Sus obras han sido interpretadas por conjuntos como la Royal Concertgebouw Orchestra, la Bamberg Symphony, la SWR Symphony Orchestra, la Vienna RSO Symphony Orchestra, la German Radio Philharmonic Orchestra, la Orquesta Nacional de España, la Orquesta Sinfónica de Galicia, la St Paul Chamber Orchestra, la Stukgarter Kammerorchester, el Klangforum Wien, MusikFabrik, la Ensemble Modern, el Artemis Quartek, el Quatuor Diotima, el Cuarteto Casals y solistas como Cañizares, Garvayo, Enrique Morente, Arcángel, Benjamin Schmid, Nicholas Hodges, Tabea Zimmermann o Patricia Kopatchinskaja, entre muchos otros. Su música es publicada desde 1991 en el catálogo de la prestigiosa Universal Edition de Viena, junto a las obras de Bartók, Mahler, Schoenberg, Berg, Webern o Pierre Boulez.
Desde 2010 es Profesor Titular de Composición Principal en la Escola Superior de Música de Catalunya (ESMUC) y ha sido invitado como docente por instituciones de Austria, Alemania, Italia, Japón y Estados Unidos. Reside, desde 2011, a caballo entre Berlín y su casa en Madrid.
Por Fundación SGAE
www.mauriciosotelo.com
www.fundacionsgae.org
Mauricio Sotelo: El flamenco conserva la tradición del arte mágico de la memoria
Acceso al Vídeo-Entrevista
Foto: Mauricio Sotelo
Crédito: Begoña Rivas