Como #lecturasdeverano, proseguimos en agosto publicando en abierto la sección #LasMusas, hasta ahora solo en papel, donde las mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de octubre de 2023 por Marta Vela.
Pauline Viardot-García
Embajadora de la jota cosmopolita
por Marta Vela
En el transcurso de su exitosa gira artística por España, doña Paulina García de Viardot, como se la habría de conocer en la tierra de sus ancestros, escribía a George Sand desde Madrid, en vísperas de su viaje Granada, el 17 de julio de 1842: “Diga a Chopinet que tiene que componer alguna cosa para mí, algo que pueda cantar con mis propias palabras en cualquier país”. Aunque el compositor polaco nunca llegó a cumplir el deseo de su amiga, escribiría para ella una transcripción del aria central de la Norma de Bellini, “Casta diva”, mientras celebraba con entusiasmo la transcripción de algunas de sus Mazurkas para canto y piano por parte de la dama, con texto en español, consolidando así ambos pilares musicales de la cultura cosmopolita europea, de Varsovia a Andalucía: la ópera italiana y la música popular española.
Durante su estancia en Madrid, Pauline habría de escuchar una obra de gran éxito en la corte, la Nueva jota aragonesa de Florencio Lahoz, que refundiría para sí bajo el nombre de Jota de los estudiantes (con evidentes influencias también de la Jota de las avellanas de Sebastián de Iradier), y que no anotaría en su cuaderno de viaje hasta el 9 de noviembre de 1846, desde Berlín, en ciernes de una nueva gira europea. El propio Chopin había escrito a sus hermanas el 16 de julio de 1845: “La Viardot me ha dicho que iría a veros cuando pase por vuestra ciudad [Varsovia]. Me ha cantado las canciones españolas compuestas el año pasado en Viena y me ha prometido hacéroslas escuchar. A mí me encantan y dudo que se pueda oír o soñar una cosa más perfecta en este género. Estos cantos nos reunirán. Las he escuchado todos los días con deleite”.
De tal modo que Pauline Viardot sería una de las principales embajadoras de la música popular española y, por ende, de la jota aragonesa, que cantaría por toda Europa, en salones y teatros, incluso, entreverada en el repertorio lírico de la época, por ejemplo, en la lección de música del segundo acto de Il barbiere di Siviglia, la ópera que Rossini había compuesto bajo la inspiración su padre, el eminente tenor Manuel García. No en vano, las jotas aragonesas compuestas por Iradier (refundidas de las versiones anteriores de Lahoz y Viardot), serían la sensación de la temporada de Londres en 1856, donde ambos actuaron en numerosas veladas elegantes, como se deduce de la carta (inédita) que la dama dirigiese al antiguo organista de Salvatierra (Álava), el 23 de julio de ese año: “mi querido Yradier. Le devuelvo a usted el Dúo del Vestido azul que cantamos ayer por la tarde en casa de la Duquesa de Wellington, donde estaba Mme. la Duquesa de Cambridge (…) Continúe haciendo cosas tan bonitas como el Dúo [del Vestido azul], como la Juanita, como la Jota de los toreros, etc., etc. Esté siempre preparado para cantarlas”. De hecho, las obras que Iradier publicase en España llevaban también el sello de Pauline Viardot desde los más recónditos lugares de Europa: “JUANITA [o la perla de Aragón], canción española del maestro don Sebastián Iradier, cantada en San Petersburgo, Londres y París por las señoras Viardot y Didier”, consignaba el Diario Oficial de Avisos de Madrid, el 13 de septiembre de 1857.
Muchos años después, en su gira artística por España de 1880, Camille Saint-Saëns, acompañado por el hijo menor de la dama, Paul Viardot, escribiría una nueva Jota aragonese (Op. 64) en homenaje a la eminente artista, durante el trayecto ferroviario (dijo) de regreso de Pamplona, adonde había ido a visitar a otro insigne compositor de jotas, Pablo de Sarasate. De tal modo que, en el París aún finisecular de 1907, el más grande compositor de jotas de la música académica, Manuel de Falla, encontraría el género perfectamente asentado, junto al de la habanera, en la ciudad cosmopolita por excelencia, a causa de la intensa labor de difusión de la menor de los hijos de Manuel García: “y esto explica no sólo la atracción que desde su niñez sintió Ravel por un país tantas veces soñado, sino también que luego, para caracterizar musicalmente a España, se sirviese con predilección del ritmo de habanera, la canción más en boga de cuantas su madre oyese en las tertulias madrileñas de aquellos viejos tiempos; los mismos en que Paulina Viardot-García, con su prestigiosa celebridad y aquel trato tan frecuente que en París tuvo con muchos de sus mejores músicos, divulgara entre ellos esa misma canción”.
Y es que, desde su hermoso balcón del boulevard Saint-Germain, Paulina García de Viardot (y Turguénev), viuda por partida doble desde 1883, habría de recordar el súbito desmayo sufrido en escena durante una representación en Granada, creyendo reconocer el rostro de su padre entre los músicos de la orquesta…, un recuerdo tan lejano como la profecía de la prensa local tras su fabuloso concierto en la Alhambra, que le abriría, por fin, las puertas hasta la corte de los zares, en los confines de Europa: “…cuando, lejos de nosotros, obtenga los aplausos que su mérito merece, quizá diga alguna vez con gusto: «también los recibí en la bella Granada»”.
Marta Vela
Pianista, escritora y docente en la Universidad Internacional de La Rioja. Sus dos libros, Correspondencias entre música y palabra (Academia del Hispanismo, 2019) y Las nueve sinfonías de Beethoven (Fórcola, 2020) le han valido sendas candidaturas, en 2020 y 2021, al Premio Princesa de Girona en la modalidad de Artes y Letras.
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Foto: Pauline Viardot-García (circa 1908) (fuente Wikimedia Commons).