Música clásica desde 1929

#Lecturasdeverano #LasMusas #Opinión / Mariana Martínez - por Cecilia Capdepón Pérez

04/08/2024

Como #lecturasdeverano, proseguimos en agosto publicando en abierto la sección #LasMusas, hasta ahora solo en papel, donde las mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de julio-agosto de 2022 por Cecilia Capdepón Pérez.

 

Mariana Martínez (1744-1812)

Una compositora en la Viena de Haydn, Mozart y Metastasio

por Cecilia Capdepón Pérez

 

Una de las mujeres músicas más destacadas en la Europa del Clasicismo fue la compositora austriaca de origen español, Mariana Martínez, cuyo padre, Nicolás Martínez, era un español radicado en Nápoles que posteriormente se estableció en Viena en calidad de gentilhombre y nuncio papal. A la corte imperial vienesa de Carlos VI, como después a la de su hija María Teresa, se unieron españoles que habían sido partidarios del bando austracista (como posiblemente lo fue el padre de Mariana), lo cual explicaría el nacimiento de la compositora en Viena. Diferentes factores incidieron en favorecer la educación y el talento musical de la joven Mariana, como por ejemplo la amistad entablada por su padre con el célebre poeta imperial de la corte vienesa, Pietro Metastasio, pues a su llegada a la capital austriaca se alojó en 1730 en casa de Nicolás Martínez. De hecho, el Oratorio Santa Elena al Calvario, primera obra poética del nuevo poeta imperial en Viena, fue puesto en música posteriormente por Mariana Martínez. Ruiz Tarazona ha demostrado que, tras el fallecimiento del poeta en 1782, José Martínez, uno de los hermanos de Mariana, fue nombrado heredero universal de sus bienes (tasados en la elevada suma de 90.000 florines), heredando también las tres hermanas cantidades importantes.

Otra afortunada casualidad fue decisiva para la carrera musical de Mariana: en 1753 Joseph Haydn se instaló en una casa de la antigua Michaelerhaus, donde también vivieron Metastasio y la familia Martínez. No deja de ser curioso que dos de los más grandes artistas de su tiempo en el ámbito de la poesía y de la música coincidieran en la misma casa que Mariana Martínez. Por otra parte, debe señalarse que Metastasio fue comisionado por Nicolás Martínez para que se encargara de la educación de Mariana desde los nueve años. La joven hispano-austriaca recibió clases de música de célebres compositores como Nicola Porpora, Giuseppe Bonno (a la sazón, maestro de capilla de la corte vienesa) y Johann Adolf Hasse.

En 1761 estrenó una misa en la Michaeliskirche vienesa con tal repercusión que le garantizó una reputación como una de las compositoras mejor preparadas de su tiempo. Además, la exquisita educación recibida por Mariana (Charles Burney alabó su técnica y gusto vocales por un estilo que no era “ni corriente ni afectado”) motivó su aceptación como nuevo miembro de honor en la prestigiosa Academia Filarmónica de Bolonia del padre Martini en 1773, debido a “su genial talento, la nobleza de la expresión y la asombrosa precisión de sus composiciones”. Por su parte, el compositor alemán Johann Adolf Hasse llegó a afirmar que componía intensamente de forma diaria durante muchas horas del día, lo cual, en su opinión, perjudicó su voz al inclinar excesivamente la cabeza sobre la partitura.

Un calendario artístico de Viena y Praga de 1796 incorporó el nombre de Mariana Martínez incluyendo los siguientes comentarios: “Ha compuesto misas y muchas arias que están muy cerca del estilo de Jommelli. Es una gran ayuda para la vida musical de Viena”. Puede afirmarse con rotundidad que Mariana Martínez desempeñó un papel protagonista en el ambiente musical de la Viena de la segunda mitad del siglo XVIII y comienzos del XIX, tomando parte en las veladas musicales de la casa veraniega de los Ployer hacia 1773, a las que acudían autores tan destacados como Leopoldo Mozart y su hijo, Haydn, Josef Weigl o Albrechtberger. A su vez, su casa vienesa se convirtió en lugar de reunión de numerosos músicos y artistas de la época, como fue el caso de Mozart, Haydn y Beethoven. Un testigo privilegiado de aquella actividad esplendorosa fue el tenor irlandés Michel Kelly, solista en la ópera Las bodas de Fígaro, quien afirmó que escuchó tocar a Mariana una Sonata de Mozart a cuatro manos junto al mismísimo compositor salzburgués, refiriéndose a ella como una mujer de edad madura “aunque posee la alegría y vivacidad de una muchacha”.

La célebre “Tonkünstler Societät” (Sociedad de compositores) programó en 1782 su obra Isacco figura del Redentore en el Kärtnertotheater de Viena: se trataba de un oratorio cuyo texto había escrito Metastasio en 1740, que anteriormente había dado lugar a versiones musicales por parte de Dittersdorf y Predieri, y que se convertiría en una de sus composiciones más ambiciosas y logradas. Años después, en torno a 1790, fundó, “para su entretenimiento y por amor al arte”, una escuela de canto en su propia casa, ya que la voz había constituido una de sus pasiones: en dicha escuela se formarían notables voces, como la de Therese van Dürfeld. Mariana Martínez falleció el 12 de diciembre de 1812, es decir, dos días después que su hermana. Al igual que Mozart, fue enterrada en el cementerio Sant Marx.

Metastasio la denominó “mi Santa Cecilia”, mientras que Haydn la llamaba “die kleine Spanierin” (la pequeña española). Tal como escribe Ruiz Tarazona en el Diccionario de la música española e hispanoamericana, “en los salones de la Viena de María Teresa y José II se dijo que sus obras eran simples y armoniosas y se las tachó, en ocasiones, de convencionales, aunque también se ponderó su encanto y su bravura. Sus obras se encuentran en archivos de Múnich, Bolonia, Berlín y sobre todo de Viena”.

Por lo que se refiere a las fuentes principales de su producción musical, efectivamente, la principal se conserva actualmente en la vienesa “Gesellschaft der Musikfreunde” (Sociedad de los Amigos de la Música). Su Sinfonía en do mayor, en tres movimientos, demuestra que su autora estaba informada no sólo de los novedades sinfónicas provenientes de la escuela de Mannheim, sino que también poseía un claro dominio de los principios y procedimientos de la técnica instrumental, aspecto que también se vislumbra en su producción de sonatas y de teclado y orquesta; en este último sentido, el Concierto en la mayor para clave representa una obra de gran refinamiento y exquisitez en los detalles, en lo que se podría valorar como un lenguaje adscrito al imperante estilo galante. Su obra vocal, representada por varias misas y motetes en lo que respecta a su legado eclesiástico y por sus cantatas profanas, demuestran asimismo su sensibilidad y capacidad de adaptación al sentido retórico de los textos.

En cualquier caso, consideramos que, por su valía, solidez artística y significado histórico, la música inigualable de Mariana Martínez debería ocupar un papel más destacado tanto en el ámbito de los conciertos públicos como en el propiamente editorial y fonográfico.

 

Cecilia Capdepón Pérez

Estudiante del Grado en Musicología en la Universidad Complutense de Madrid y del Grado Profesional en el Centro Superior Katarina Gurska de Madrid

 

Foto: Anton von Maron: Retrato de Mariana Martínez (ca. 1780).

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