Música clásica desde 1929

#Lecturasdeverano #LasMusas / Monina Távora - por Silvia Nogales Barrios

10/09/2023

Como #lecturasdeverano proseguimos publicando en abierto la sección #LasMusas, hasta ahora solo en papel, donde las mujeres escriben sobre mujeres, una tribuna libre mensual donde rescatar la figura de compositoras, cantantes, instrumentistas, profesoras, musicólogas, directoras, etc. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de mayo de 2023 por Silvia Nogales Barrios.

 

Monina Távora

La madre de la escuela brasileña de la guitarra

por Silvia Nogales Barrios

Adolfina Raitzin de Távora (Buenos Aires, 3 de mayo de 1921 - Buenos Aires, 17 de agosto de 2011) es más conocida como Monina Távora. La historia de su nombre artístico o sobrenombre se remonta al momento de su nacimiento, en el que la enfermera que anunció su llegada expresó: “¡qué monina que es!”. Según narra la propia protagonista en su autobiografía, a partir de ese momento comenzaron a llamarla así. Con el paso de los años adoptó finalmente el apodo como nombre artístico, entre otras razones porque consideraba que sonaba bien en todos los países del mundo.

La infancia de Monina fue diferente a lo que en principio cabe esperar para una niña. Su padre, Alejandro Raitzin, fue un psiquiatra que empleó técnicas novedosas en sus tratamientos por las que le tildaron de revolucionario. El doctor Raitzin fue uno de los directores de la Clínica Domingo Cabred para enfermos mentales, también conocida como Open Door o a Puerta Abierta. Allí, el padre de Monina trataba a sus pacientes en la libertad de la naturaleza. La guitarrista expresó la importancia que para ella tuvo crecer junto a sus seis hermanos rodeada de los pacientes de su padre, algunos de ellos incluso fueron profesores de matemáticas o de español de la pequeña. Según Roberta Mourim Cabral, que realiza una tesis sobre la guitarrista analizando su autobiografía, Monina Távora amaba pintar y dibujar, sin embargo, a diferencia de lo que pasaba con la música, empleaba este arte como terapia. En sus últimos años de vida, la guitarrista pinta cuadros de su experiencia en la clínica de su padre y a alguno lo titula Puertabierta. En estos cuadros se pueden ver figuras de árboles, flores y elementos propios de un paraje natural. Monina reflexiona sobre lo mucho que le viene a la mente esos primeros 20 años de su vida, donde vivió envuelta de atardeceres de ensueño y colores maravillosos de la naturaleza. A parte del impacto que el entorno natural donde se encontraba la clínica pudo tener sobre Monina, los estudiosos de la guitarrista han encontrado otras influencias en su trabajo, una de ellas sería la presencia del psicoanálisis en su pedagogía.

Si nos centramos en sus comienzos musicales, hay que destacar las maravillosas dotes que poseía para la música. Monina fue alumna de grandes guitarristas como Domingo Prat (discípulo de Tárrega) y Andrés Segovia, pero también es importante señalar que tocó el piano, siendo su maestro Ricard Viñes. A los 13 años, tras tocar para Andrés Segovia, decidió dedicarse enteramente a la guitarra. Este encuentro fue una gran experiencia, ya que el guitarrista español quedó encantado con el recital de Monina. Tras este breve encuentro entre ambos la guitarrista deja escrito en su diario: “prometo llegar a ser una gran artista”, y es que por entonces ya pasaba muchas horas tocando la guitarra. La niña apoyaba su oído “sobre esa cajita sonora”, escuchando con gran atención los sonidos que surgían de su guitarra. Monina Távora tuvo una relación muy especial con Andrés Segovia, del que recibió clases de forma continuada, algo que el maestro no hacía normalmente. Uno de los alumnos más destacados de Monina, Sergio Abreu, da fe de ello y recuerda con cariño el hecho de que ella siempre tuviera una fotografía de Andrés Segovia colgada en la pared. En la fotografía se podía leer la dedicatoria: “A Adolfina Raitzin, musa y artista”.

La guitarrista realizó en sus inicios una espectacular carrera como concertista internacional, relacionándose con grandes músicos de la época. Monina poseía un estilo muy personal; comenta en más de una ocasión que le gustaba hacer suyas las piezas, realizando su propia versión y huyendo de las interpretaciones de otros guitarristas o pianistas. En su autobiografía expresa que para ser una gran intérprete hay que ser “médium” y meterse en la piel del compositor, “pintar el cuadro que pintó con notas”.

A principios de 1940 conoce al geólogo brasileño Elysiário Távora, con el que contrae matrimonio y se traslada a vivir a Brasil. Tras lo anterior y sobre la edad de 31 años abandona su actividad como concertista para dedicarse a su familia. Aun así, realizará apariciones puntuales como intérprete que serán muy aplaudidas y comenzará su labor como pedagoga de la guitarra. También en el ámbito pedagógico Monina realiza un trabajo muy destacado, siendo una importante semilla para la guitarra en el país. Entre sus alumnos se encuentran los guitarristas Sergio y Odair Assad, así como los hermanos Sergio y Eduardo Abreu. De hecho, Sergio Abreu, el cual tristemente nos dejó en enero de 2023, es quien en 1980 regala a su maestra una guitarra construida por él mismo y la anima a que retome la guitarra. Monina empieza a tocar de nuevo con este regalo y realiza algunas grabaciones caseras, pero por desgracia, en 1990, tiene que dejar la guitarra debido a una grave enfermedad, el síndrome de Guillain-Barré, que la incapacitó para tocar. En 2010 la guitarrista tiene que afrontar el momento más duro de su vida, la muerte de su hijo menor. Desgraciadamente no logró superar el duro golpe y falleció meses después, el 17 de agosto de 2011.

Los que la conocieron, sobre todo sus alumnos, destacan que Monina Távora fue una persona sensible, una gran maestra y ser humano, con un carácter y forma de percibir la vida muy personal. Además de su gran carrera como guitarrista y la visión que tuvo de la música a la hora de realizar sus interpretaciones, fue la semilla y el germen de una prolífica escuela de guitarra en Brasil. De esta semilla han germinado grandes guitarristas. Sin embargo, una vez más la historia no ha sido justa, pasando de puntillas y abocando al olvido la gran labor de esta gran guitarrista. Tras el centenario del nacimiento de Monina Távora en 2021 se reclama un reconocimiento histórico para ella, que tiene que llegar, de la mano de sus alumnos y de un país como Brasil que la guarda en su corazón.

 

Silvia Nogales Barrios

Guitarrista, fusiona el repertorio de la guitarra con nuevas formas de expresión, buscando con sus actuaciones “llegar al público y despertar su sensibilidad”.

www.silvianogales.com

 

Foto: “En su autobiografía, Monina Távora expresaba que para ser una gran intérprete había que ser médium y meterse en la piel del compositor, pintar el cuadro que pintó con notas”.

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