Como #lecturasdeverano, continuamos con la publicación en abierto de las distintas entrevistas realizadas en la sección “Contrapunto”, publicadas en nuestra revista RITMO en su edición de papel, a personalidades de la cultura, y que solo estaban disponibles en dicho formato. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de octubre de 2023 (por Gonzalo Pérez Chamorro)
PEPE VIYUELA
El humorista, escritor, poeta y actor de cine, televisión y teatro, además de payaso, ha colaborado en diversas ocasiones con el ensemble musical Capilla Jerónimo de Carrión. Pepe Viyuela es este mes nuestro invitado en Contrapunto de octubre.
por Gonzalo Pérez Chamorro
¿Recuerda cuál ha sido la última música que ha escuchado?
Esta misma tarde he escuchado Rappresentazione di anima et di corpo, de Emilio de’ Cavalieri, que no conocía; siguiendo el libreto me ha encantado, la música y la palabra van de la mano, tiene mucho de teatral. Me gusta encontrarme con obras que llevan ahí siglos y que descubro como si acabaran de escribirse.
¿Y recuerda cuál pudo ser la primera?
Seguramente alguna canción que cantara mi madre, recuerdo oírla cantar a todas horas. Era una mujer muy alegre, muy cantarina, llena de ganas de vivir.
Teatro, cine, pintura, poesía… ¿A qué nivel pondría la música con las demás artes?
Cualquier manifestación artística responde a la necesidad que tenemos de expresar lo que sentimos y hacer partícipes a los otros. Probablemente la música sea la más abstracta de las artes y quizá la más universal y la que está presente en todas las demás. Puede que también sea la que podemos considerar como más antigua de todas, con la que empezó el ser humano a relacionarse consigo mismo y con los demás.
Qué habría que hacer para que la música fuera pan de cada día…
No hay que hacer nada, porque ya lo es. Es difícil vivir en el mundo, hay demasiadas tragedias, injusticias, violencia…, pero lo es aún más sin el efecto reparador de esa música que inventamos para sobrevivir. No quiero ponerme cursi, pero si hay algo que puede ayudar a la convivencia es precisamente el arte.
¿Cómo suele escuchar música?
A través de la radio o en disco de vinilo y nunca con auriculares. A veces la dejo sonar mientras hago otras cosas, pero prefiero sentarme a escuchar y solo hacer eso. Entonces todo cambia y mejora. La música tiene el poder de envolvernos en el misterio.
¿Qué ópera (o cualquier obra musical, etc.) le hubiera gustado componer?
L’Orfeo, de Monteverdi. Quizá precisamente por lo que supuso para el nacimiento de la ópera. Es uno de esos primeros chispazos musicales que acabó por iluminar toda la historia posterior.
¿Qué personaje le hubiera gustado cantar o interpretar en el escenario?
San Juan de la Cruz. También él nos sigue iluminando desde su aparente silencio.
¿Teatro o sala de conciertos favorita?
Me gusta oír sonar música en la calle. Cuando la música y los músicos o el teatro y los actores abandonamos los salones y tocamos o actuamos envueltos por el ruido de la vida, se consigue cambiar algo la aridez y la agresividad de las ciudades. Hemos creado muchos monstruos, pero sigue sonando en nosotros la esperanza.
¿Un instrumento?
La vihuela.
¿Y un intérprete?
José Miguel Moreno.
¿Un libro de música?
Poesía de lo imposible, de Ramón Sánchez Ochoa.
Por cierto, qué libro o libros tiene abierto ahora en su mesa de lectura…
Desierto sonoro, de Valeria Luiselli.
¿Y una película con o sobre música?
Me gusta mucho Muerte en Venecia. La novela de Thomas Mann y la música de Mahler son el material artístico con el que Visconti creó una obra de arte, donde se habla precisamente de ciudades enfermas y de la importancia de la belleza.
¿Una banda sonora?
La de Todas las mañanas del mundo.
¿Cuál es el gran compositor de música española?
Me gusta mucho Mompou, pero la lista es muy larga.
¿Una melodía?
Cualquiera de sus piezas de Musica callada.
¿Con qué música le gustaría despedirse de este mundo?
No estaría mal cerrar los ojos escuchando Amicus meus o cualquier otra obra de Tomás Luis de Victoria.
¿Un refrán?
“Quien canta su mal espanta”.
¿Una ciudad?
Córdoba.
Ha colaborado con la Capilla Jerónimo de Carrión en espectáculos poéticos y musicales, hasta que tristemente falleció Alicia Lázaro, ¿cómo ha sido la experiencia?
Encontrarme con Alicia ha sido uno de los acontecimientos más sorprendentes y luminosos de mi vida. Empezamos hablando de música y poesía y acabamos siendo amigos y hablando de nosotros. Ella poseía la capacidad de enhebrar personas alrededor de proyectos artísticos. Su legado es muy hermoso, porque además de lo que dejó hecho, también dejó ilusión y amor por la música en todos los que tuvimos la suerte de conocerla.
Actor, escritor, humorista, payaso… ¿Son tiempos cómicos o tiempos serios donde hay que hacer comedia para evadirnos de la realidad?
Los tiempos no son precisamente buenos, quizá nunca lo han sido, pero en nuestra época hay una sensación generalizada de que entre problemas como la creciente crisis de refugiados, las guerras, el cambio climático, la desesperanza política… (y no quiero seguir), necesitamos poder levantar la vista para imaginar un mundo mejor. Y el humor es una de las capacidades humanas que permite hacer eso: levantar la mirada y mirar dentro de nosotros y al futuro con algo de esperanza. No creo que el humor deba utilizarse tanto para la “evasión”, como para el compromiso, para demostrarnos a nosotros mismos que sabemos mirar cara a cara lo que no nos gusta y dotarnos de alas para sobrevolarlo y, mejor aún, cambiarlo.
¿Es el teatro el espacio recogido de todo actor? ¿Cómo definiría usted su trabajo?
Me gusta pensar que soy un contador de historias. Nada más. Es suficiente. Desde que nos convertimos en propiamente humanos, hemos estado buscando y creando relatos que nos ayuden a vivir, a entendernos mejor, a hacernos preguntas. El teatro ha servido siempre para eso y todavía sigue en pie. En un mundo cada vez más virtual y deshumanizado, sigue cantando a la presencialidad, convocándonos a todos, invitándonos a reunirnos para respirar juntos.
¿Qué cree que le sobra a este país? ¿O qué le falta?
Nos sobra mala baba y mucha estupidez, ignorancia, desinformación. Sobran mentiras y negacionismo gratuito, sobra machismo e intolerancia… muchas cosas. Y quizá lo que nos falta sean más dosis de humor.
Háblenos de un trance cultural o musical en su vida que se le haya quedado grabado…
Recuerdo con mucho cariño a un maestro que tuve en primaria, un profesor de literatura, don Tomás se llamaba. Aquel maestro hacía de sus clases el lugar perfecto para enamorarse de las palabras. No he vuelto a verlo nunca, pero siempre ha estado conmigo.
Si pudiera retroceder a un momento de la historia de la humanidad, ¿dónde iría Pepe Viyuela?
Me hubiera gustado mucho vivir el nacimiento de nuestra lengua, el momento en el que empezó a abrirse camino. Ver nacer una lengua debe ser sin duda cosa de siglos, pero poder estar concentrado en su desarrollo, en su primer brote, en los primeros balbuceos, debe ser algo maravilloso.
¿Qué cosa le molesta en su vida diaria?
La indiferencia hacia el dolor ajeno.
Cómo es Pepe Viyuela, defínase en pocas palabras…
Me gusta mucho sentir que estoy vivo y no quiero vivir sin curiosidad. Me gusta también tener la sensación permanente de que tengo muchas cosas por descubrir, como estar naciendo todo el tiempo.
Foto © RTVE