Las 17 sinfonías de Carlos Baguer (Barcelona, 1768-1808) constituyen uno de los pilares del sinfonismo español, imprescindible para entender a penetración en nuestro país del refinamiento técnico y estético de los grandes compositores europeos del Clasicismo. Salvo la grabación pionera (y admirable) de alguna sinfonía aislada, la integral de este corpus sinfónico había permanecido inédita.
La publicación, al fin, de estas cuatro horas de música -fundamental para conocer la gran cultura de la Ilustración en España- es fruto de una colaboración entre la Orquesta Sinfónica de Castilla y León, el maestro José Luis Temes, el musicólogo Josep Maria Vilar y ediciones Tritò, de Barcelona. La grabación es de Cezanne Producciones, con Javier Monteverde como ingeniero de sonido.
Esta edición se presentó el pasado 23 de enero en la Sala Manuel de Falla, de la SGAE en Madrid, con la presencia de Juan José Solana, Presidente de la Fundación SGAE; Jesús Herrera, Gerente de la OSCyL; Josep Maria Vilar, responsable de la edición crítica; y José Luis Temes.
Creemos que es la primera vez que una orquesta española culmina un proyecto sinfónico de esta envergadura. Los 4 CD aparecen simultáneamente -dentro del sello español Cezanne- tanto en Plataformas Digitales internacionales como en formato físico (1 CD con una selección de la integral).
Hay que observar que Carlos (o Carles) Baguer compuso un total de 19 sinfonías, pero dos de ellas no han sido localizadas a la hora de elaborar esta colección.
CARLOS BAGUER (Barcelona, 1768-1808)
por José Luis Temes
Aunque parezca mentira, los primeros pasos de la música sinfónica española, a mediados y finales del siglo XVIII, constituyen aún un periodo no muy bien conocido de nuestro patrimonio cultural histórico. O quizá habría que matizar que no muy bien conocido «sonoramente», en su posibilidad de disfrute por el aficionado de hoy, puesto que en el plano teórico sí existen multitud de estudios documentales que lo tratan en profundidad.
Ya hace unos años, la publicación, como primicia mundial, del álbum discográfico titulado «Ramón Garay: Las 10 sinfonías» (Orquesta de Córdoba, dirigida por mí mismo) supuso un avance muy importante a la recuperación de este patrimonio. Ahora, el reciente álbum dedicado a las 17 sinfonías de Carlos Baguer completa esta visión pionera, ya que ambas integrales constituyen probablemente los dos primeros corpus sinfónicos de gran envergadura compuestos en la España de finales del siglo XVIII, como respuesta a las novedades orquestales que se estaban produciendo en la Europa más avanzada.
Desde el principio, y para evitar susceptibilidades, salimos al paso de quienes, por criterios de índole extra-artística, pudieran enfrentarse por la españolidad o catalanidad de nuestro compositor. Éstas no deben ser posturas excluyentes: Baguer es, sin duda, un compositor español, no sólo por serlo a cualquier efecto formal, sino en cuanto inserto en el devenir de la historia de la música española.
Y al mismo tiempo es justo orgullo de la música catalana, no sólo porque su área de desarrollo fue Cataluña sino porque apenas viajó por el resto de España y su música apenas circuló fuera de Cataluña. No hay lugar, pues a enfrentamientos.
Paralelo a este debate es el de presentar su nombre de pila en castellano (Carlos) o en catalán (Carles), criterio que de nuevo hemos de buscar al margen de sesgos ideológicos. Lo más habitual en la documentación de la época es que apareciera como «Carlos», en castellano; en circuitos más íntimos aparece en catalán (pero rara vez como «Carles», sino con el diminutivo «Carlets»); e incluso, en algunas de las portadas de sus partituras, aparece en italiano, idioma habitual en el clasicismo europeo, sí que lo vemos referido como «il signore Carolo Baguer».
Aunque a figura de Carlos/Carles Baguer fue reivindicada ya desde hace décadas por algunos musicólogos catalanes pioneros (Higinio Anglés, Esther Sala, Josep Dolcet…), el gran estudioso de su vida y su obra es el profesor Josep Maria Vilar, a quien debemos ―y agradecemos muy sinceramente― la inmensa mayoría de los datos que podemos ofrecer en estos comentarios, realizados con su supervisión.
Además, claro es, de las excelentes transcripciones a partir de los manuscritos originales, en los que se han basado las interpretaciones de este álbum discográfico.
Carlos Baguer nació en Barcelona en 1768. Estudió música con su tío, Francisco [Francesc] Mariner, entonces organista de la catedral de dicha ciudad. Sabemos poco sobre la infancia y juventud de nuestro compositor, que con sólo dieciocho años sustituyó como organista a su tío. Desde entonces y hasta su muerte, nada menos que veintidós años al servicio del órgano y la música litúrgica de la seo barcelonesa.
Así pues, su vida no presenta grandes aventuras ni aristas, más que sus numerosos viajes por tierras catalanas ―rara vez salió de Cataluña, aunque sabemos que quiso opositar a otros cargos de la música religiosa en otras grandes iglesias españolas― presentando su música, especialmente la de creación propia, más allá de sus composiciones meramente litúrgicas. Aunque luego cayera en el olvido, la música de Baguer conoció en su tiempo una notable difusión. Eso motivó un gran prestigio de nuestro compositor, con el que quisieron estudiar muchos jóvenes compositores de entonces. Sin duda el más importante fue Ramón Carnicer, luego a su vez profesor en el Conservatorio de Madrid de toda la generación siguiente de compositores.
Como dijimos, Baguer tomó las órdenes religiosas siendo joven, pero esto no fue impedimento para que frecuentara las veladas artísticas e intelectuales barcelonesas, donde se le veía a menudo sentado al clave como intérprete de músicas propias y ajenas. Una crisis personal, sin embargo, le hizo abandonar el estado eclesiástico en 1801. (Por cierto, resulta curiosa la contraposición en este aspecto de su vida, a la de Ramón Garay, que fue seglar hasta su madurez, cuando sintió la vocación y tomó los hábitos religiosos).
Con apenas cuarenta años, en la mañana del 29 de febrero de 1808, su cuerpo fue hallado sin vida en la propia catedral barcelonesa, justo en las horas en que entraban en la ciudad las tropas francesas, dentro de la invasión napoleónica; todo apunta hacia un ataque cardíaco como causa de su muerte.
Su producción es muy abundante, y no solo en el campo de la música religiosa, como era esperable. Un inhabitual concierto para dos fagotes, una docena de estudios para dos flautas, una colección de arias de concierto o la ópera La principessa filósofa (1798) figuran en su catálogo profano.
Quizá sea útil al aficionado, antes de seguir, relacionar cronológicamente la obra de Baguer con la de las tres cimas de la música clásica centroeuropea de su tiempo: Por ejemplo, el maestro catalán era doce años más joven que Mozart, a quien sobrevivirá dieciséis años.
En cuanto a Haydn, las sinfonías de Baguer son contemporáneas de la segunda mitad de la producción del padre de la sinfonía (ambos murieron con sólo unos meses de diferencia). Por último, Baguer era apenas dos años mayor que Beethoven, pero murió veinte años antes que él.
Y un dato anecdótico: al igual que nos sucede con Ramón Garay, no conservamos ningún dibujo, retrato ni grabado de la imagen física de Carlos Baguer.
Foto: Presentación el pasado 23 de enero en la Sala Manuel de Falla, de la SGAE en Madrid, con la presencia de Juan José Solana, Presidente de la Fundación SGAE; Jesús Herrera, Gerente de la OSCyL; Josep Maria Vilar, responsable de la edición crítica; y José Luis Temes.