El 17 de octubre falleció Alicia Alonso, una de las grandes leyendas de la danza de las últimas décadas. Se encontraba ingresada desde hacía unos días en una clínica de La Habana, ciudad en la que había nacido hace 98 años.
Arte superlativo, técnica prodigiosa y carisma deslumbrante sirven de somera descripción para una mujer que logró llegar y mantenerse en primera fila de la danza mundial desde su juventud.
La danza lo era todo para Alonso y tuvo una de las carreras más longevas que se recuerdan. Dejó de bailar sobre los escenarios en 1995 pero nunca abandonó el ballet, la razón de su vida, como ella afirmo en numerosas ocasiones.
Alicia Alonso había iniciado sus estudios de danza en La Habana y los continuó de adolescente en EEUU, donde se casó muy joven y dio a luz a su única hija. Si bien tuvo algunos papeles en Broadway, pronto se integró en el American Ballet Theatre, recién fundado con el nombre de Ballet Theatre, donde logró grandes éxitos, en ocasiones con coreografías creadas expresamente para ella. En esa época comenzó a bailar con Igor Youskevitch como partenaire, en una asociación legendaria.
En 1943, sustituyó a Alicia Markova en el Metropolitan Opera House de Nueva York bailando por primera vez el papel que a la postre le consagraría, y que fue durante años su más absoluta creación: Giselle. Alonso destacó bailando el repertorio más clásico de la danza, pero concedió también mucha importancia a los artistas de su época, y bailó coreografías de Balanchine, Fokine, Massine, Robbins , entre otros.
En 1948 funda junto a su esposo Fernando Alonso el Ballet Alicia Alonso, más tarde bautizado Ballet de Cuba. El Ballet de Cuba se convirtió años después en la institución cultural más importante del régimen de Castro, de quien recibió un decidido apoyo. Junto con el Ballet el matrimonio crea la Academia de Danza Alicia Alonso, influyendo en la formación de varias generaciones de bailarines. Con los años, Alonso también crea coreografías propias, que presenta ella y los miembros del Ballet de Cuba.
Durante la segunda mitad del siglo XX Alicia Alonso bailó por todo el mundo, bien con su Ballet, bien como bailarina invitada de las más prestigiosas compañías de danza internacionales. En la época de la Guerra Fría se presentó en el Kirov (hoy Mariinski) y en el Bolshoi, y desde los años 70 comienza a recibir reconocimientos internacionales a su arte, que fueron siendo cada vez más y más importantes con el cambio de siglo.
Los problemas de visión de la bailarina, que comenzaron en su juventud, se agravaron en los años 70, cuando Alonso queda prácticamente ciega por un doble desprendimiento de retina. Pero estas dificultades, que hicieron que se esforzara especialmente en estudiar los papeles que abordaba, le permitieron un conocimiento exhaustivo del repertorio en su conjunto, no solo de los papeles protagonistas. Por ello, su tarea pedagógica es parte indisoluble de su perfil profesional.
Alicia Alonso, que también tuvo sombras a lo largo de su carrera, como la fama de tirana e intransigente que la acompañó desde hace décadas, es sin duda una de las figuras indispensables de la danza de todos los tiempos, y su legado artístico permanecerá, gracias a los registros audiovisuales de su arte y a su tarea al frente del Ballet de Cuba.