Continuamos la publicación de las distintas entrevistas realizadas en la sección “Contrapunto”, publicadas en nuestra revista RITMO en su edición de papel, a personalidades de la cultura, y que solo estaban disponibles en dicho formato. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de septiembre de 2020 (por Gonzalo Pérez Chamorro)
Contrapunto 28: MARÍA GUERRERO
Presidenta del Patronato de la Fundación para la Acción Social por la Música y “El Sistema” en España, María Guerrero ha sido descrita entre las 100 mujeres más influyentes de España. “Mi felicidad es cuando veo tocar a un niño o una niña de nuestras orquestas, especialmente los que tienen mayores historias de superación personal”, afirma en este Contrapunto.
(foto © Pablo Peñaloza - Acción por la Música)
¿Recuerda cuál ha sido la última música que ha escuchado?
Sí. El disco “Latitud”, de Omar Acosta Trío.
¿Y recuerda cuál pudo ser la primera?
Mi madre cantando una nana: Alolito pepe, alolo pepé, que mi niña ya se me duerme... La recuerdo cada noche cuando la canto a mis hijos.
Teatro, cine, pintura, poesía… ¿A qué nivel pondría la música con las demás artes?
Para mí el arte es uno solo y comprende la capacidad humana para expresarse de formas diversas. No podría jerarquizar unas artes sobre otras. De la música valoro su potencia inmersiva y su abstracción, su poder emocional. Genera entornos que posibilitan experiencias sublimes, tanto individuales como colectivas.
Qué habría que hacer para que la música fuera pan de cada día…
Habría que llevarla a todas las personas, despojarla de rituales y compartirla como un alimento básico.
¿Cómo suele escuchar música?
Escucho música casi constantemente. Como más la aprecio y disfruto es sentada, sola y con unos buenos auriculares.
¿Qué ópera (o cualquier obra musical, etc.) le hubiera gustado componer?
La Segunda Sinfonía de Mahler. Me conmueve profundamente esa capacidad de transformar el dolor en luz.
¿Qué personaje le hubiera gustado cantar o interpretar en el escenario?
Confieso que me cuesta identificarme con casi todos los personajes femeninos de ópera.
¿Teatro o sala de conciertos favorita?
Tengo una larga historia de amor con el Teatro Real.
¿Un instrumento?
El violín.
¿Y un intérprete?
Leticia Moreno.
¿Un libro de música?
Musicofilia, de Oliver Sacks.
Por cierto, qué libro o libros tiene abierto ahora en su mesa de lectura…
Aporofobia, de Adela Cortina.
¿Y una película con o sobre música?
Los Chicos del Coro. Muestra cómo haciendo música con otros podemos experimentar con ellos la belleza, la compasión, la fraternidad y la justicia. Y esa experiencia es profundamente transformadora: puede cambiar una vida y puede convertirse en una célula que renueve la sociedad.
¿Una banda sonora?
Reconozco que me encanta La Misión, del tristemente fallecido Morricone.
¿Cuál es el gran compositor de música española?
Adoro a Granados. De entre los compositores vivos me encanta Sonia Megías.
¿Con qué música le gustaría despedirse de este mundo?
De nuevo, con la Segunda Sinfonía de Mahler: La Resurrección.
¿Un refrán?
Una máxima ignaciana que se ha convertido en refrán por su uso: “En tiempo de desolación, no hacer mudanza”. Hemos de perseverar en nuestra misión incluso cuando todo parece haber fallado y dudamos de nuestras fuerzas.
¿Una ciudad?
Madrid.
Como presidenta de Acción Social por la Música, ¿cuáles son las mayores satisfacciones que le aporta?
Mis momentos más felices son cuando veo tocar a un niño o una niña de nuestras orquestas, especialmente los que tienen mayores historias de superación personal. Verlos tocar es verlos elevarse por encima de cualquier fragilidad, siendo libres y siendo parte de algo grande con otros… es una experiencia profunda de libertad, dignidad y emancipación humana. Es toda la recompensa que tengo y que anhelo.
¿Qué cree que le sobra a este país? ¿O qué le falta?
Faltan más espacios de encuentro y acogida para las personas. Lugares donde todas sean bienvenidas y se sientan iguales; donde hasta las personas más frágiles se sientan reconocidas y valoradas.
¿Esta pandemia, cómo ha afectado por su experiencia a los más débiles, en especial a los jóvenes en situaciones de vulnerabilidad?
El esfuerzo que hay que hacer siempre es mayor cuando se parte de una situación vulnerable. Las peticiones de ayuda humanitaria en nuestros servicios a familias se han multiplicado por siete. Veo con alarma cómo crece la brecha educativa. Ha sido heroica la manera en que los chavales han seguido conectándose por Internet para hacer sus clases de música, los que podían. Seguir tocando ha sido para ellos una forma de luchar contra la desesperanza y el caos, recurriendo a la belleza y el sentido profundo que aporta el arte. El concierto que ofrecieron en los jardines del Palacio Real en el mes de julio nos hizo vibrar con esa música convertida en arte de vida y superación.
Si pudiera retroceder a un momento de la historia de la humanidad, ¿dónde iría María Guerrero?
Más allá de los grandes momentos de la historia, me gustaría estar en Caracas en los años 70 cerca del Maestro Abreu y siendo testigo de los primeros años de su trabajo, con toda su complejidad y su luz.
¿Qué cosa le molesta en su vida diaria?
Me molesta cuando nos saludamos con prisa o ni siquiera lo hacemos. Siempre me cuesta cuando, en una cafetería, alguien entra y truena en la barra: “¡café!”, sin siquiera haberse tomado el tiempo de mirar a los ojos y saludar.
Cómo es María Guerrero, defínase en pocas palabras…
Encuentro la felicidad en el servicio a los demás y creo en una sociedad transformada desde la dignidad de las personas. Mi vida es una respuesta a estas realidades.