Continuamos la publicación de las distintas entrevistas realizadas en la sección “Contrapunto”, publicadas en nuestra revista RITMO en su edición de papel, a personalidades de la cultura, y que solo estaban disponibles en dicho formato. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de julio-agosto de 2020 (por Gonzalo Pérez Chamorro)
Contrapunto 28: SANDRA OLLO
Desde su fundación en 1999, Acantilado supuso un auténtico hito, del que actualmente es editora Sandra Ollo, tomando el testigo del tristemente fallecido Jaume Vallcorba. Con una lista de libros musicales imprescindibles, como afirma la editora pamplonesa, “Si lo que quiere saber es si los libros de música se venden, se lo confirmo: sí se venden”.
¿Recuerda cuál ha sido la última música que ha escuchado?
Ayer por la tarde escuché las Kinderszenen de Schumann. Es curioso pero no las conocía, y estoy enamorada de ellas.
¿Y recuerda cuál pudo ser la primera?
No lo sé con certeza, pero teniendo en cuenta que mis padres son unos enamorados de la música sinfónica, es muy posible que fuera la Sinfonía del Nuevo Mundo, de Dvorák, o la Titán de Mahler, ambas las conozco al dedillo, cada movimiento.
Teatro, cine, pintura, poesía… ¿A qué nivel pondría la música con las demás artes?
Creo que la pondría por encima de las demás artes, ¡incluso de la literatura!, porque la música tiene la fascinante capacidad de llegarnos a lo más profundo de la manera más directa.
Qué habría que hacer para que la música fuera pan de cada día…
Fomentar la formación musical en las escuelas (como se hace en muchos otros países europeos), pero de manera seria, y serio no es sinónimo de aburrido... Y acercar a la gente joven a las salas de música.
¿Cómo suele escuchar música?
Depende del momento del día, pero por lo general la escucho en el salón, que tenemos muy bien acondicionado precisamente para eso.
¿Qué ópera (o cualquier obra musical, etc.) le hubiera gustado componer?
La capacidad de componer me parece un don tan extraordinario, que prácticamente cualquier obra me parecería un sueño. Pero si tengo que escoger, quizá las Pasiones de Bach.
¿Qué personaje le hubiera gustado cantar o interpretar en el escenario?
Adoro el dúo de Papageno y Papagena de La flauta mágica, así que ser Papagena no estaría mal... O quizá Poppea en L’incoronazzione di Poppea de Monteverdi en el maravilloso “Pur ti miro”.
¿Teatro o sala de conciertos favorita?
Me encanta ir al Palau de la Música en Barcelona, porque me produce una sensación de recogimiento y calidez muy curiosa, pero la sala que más me ha impresionado y a la que siempre sueño con regresar es la Philharmonie de Berlín: es simplemente perfecta.
¿Un instrumento?
Sin duda, el piano.
¿Y un intérprete?
También, sin duda, Alfred Brendel.
¿Un libro de música?
Es difícil escoger sólo uno. Sobre la música, de Alfred Brendel, me parece un texto sabio y de gran finura intelectual.
Por cierto, qué libro o libros tiene abierto ahora en su mesa de lectura…
En mi mesita de noche ahora mismo tengo Las viejas sendas, de Robert Macfarlane, y sobre mi mesa de trabajo tengo muchísimos manuscritos pendientes.
¿Y una película con o sobre música?
Una de las películas musicales que más me gusta es Un americano en París, que vi más de veinte veces cuando era niña. De ahí nació mi amor casi incondicional a Gershwin.
¿Una banda sonora?
Es difícil escoger una, pero la que me sigue gustando con el paso del tiempo es la de Memorias de África, de John Barry.
¿Cuál es el gran compositor de música española?
Yo creo que Manuel de Falla, sin duda alguna, o al menos es el grande del siglo XX. Y otro grande, de época diferente, es Tomás Luis de Victoria.
¿Con qué música le gustaría despedirse de este mundo?
Cuatro últimas canciones, de Richard Strauss, me parecen maravillosas para una despedida, unas síntesis perfecta de poesía y música. Y el Requiem de Fauré, lleno de luz y de esperanza, también me parece un buen cierre.
¿Un refrán?
“Dum audes, ardua vinces”, es mi lema personal... Lo llevo a todas partes: “si te atreves, vencerás las dificultades”, pero tienes que atreverte.
¿Una ciudad?
Roma, es tan hermosa que siempre envidio a quien no la ha visitado todavía, porque ver Roma por primera vez es extraordinario.
Acantilado tiene en su colección sensacionales libros musicales, ¿hasta qué punto asomarse por este acantilado es rentable?
La rentabilidad no es lo que prima a la hora de publicar un título u otro, sino su calidad y su sentido dentro del catálogo. Por supuesto, necesitamos vender libros para continuar con el proyecto, eso es obvio, pero ningún libro se queda fuera por criterios estrictamente económicos, créame. Y si lo que quiere saber es si los libros de música se venden, se lo confirmo: sí se venden.
¿Qué cree que le sobra a este país? ¿O qué le falta?
Con los meses que acabamos de pasar debido a la enfermedad del Covid, le diría que nos sobra “reacción” y nos falta “acción”, creo que tendríamos que ser más serenos y reflexivos.
¿Apunte para nuestros lectores sus cinco libros imprescindibles de Acantilado?
De nuevo me lo pone difícil, pero creo que ningún lector que se precie puede pasar sin Los ensayos, de Montaigne, que para mí es el libro de los libros; El mundo de ayer, de Stefan Zweig; Comedia, de Dante; Judíos errantes, de Joseph Roth y Las pequeñas virtudes, de Natalia Ginzburg.
Si pudiera retroceder a un momento de la historia de la humanidad, ¿dónde iría Sandra Ollo?
Me gustaría mucho ver de cerca esa Europa de la que habla Zweig en sus libros, la que empieza a desmoronarse con la Primera Guerra Mundial y sucumbe con la Segunda. Esa Europa de antes de la Gran Guerra tuvo que ser fascinante.
¿Qué cosa le molesta en su vida diaria?
De mi vida diaria absolutamente ninguna, si algo me molestase lo cambiaría. Pero del mundo a mi alrededor, por supuesto que me molestan cosas: la falta de empatía y la mala educación (la grosería) me sacan de quicio.
Cómo es Sandra Ollo, defínase en pocas palabras…
Sandra es una mujer que siente que siempre está en construcción, siempre en camino. Es curiosa y está profundamente agradecida por tantas cosas buenas y bellas que hay en su vida.
Foto: Sandra Ollo
Crédito: © Jordi Bernadó