Continuamos en verano con la publicación de las distintas entrevistas realizadas en la sección “Contrapunto”, publicadas en nuestra revista RITMO en su edición de papel, a personalidades de la cultura, y que solo estaban disponibles en dicho formato. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de marzo de 2022 (por Gonzalo Pérez Chamorro)
Contrapunto 31: MERCEDES MONMANY
La escritora barcelonesa, traductora y crítica literaria confiesa que “la invasión de los medios tecnológicos, a gran escala y a todas las horas del día, impiden la concentración en la lectura o en una buena audición de música”, en una de las respuestas de nuestro contrapunto de marzo, en el que damos la bienvenida a Mercedes Monmany.
¿Recuerda cuál ha sido la última música que ha escuchado?
Varias grabaciones que he vuelto a escuchar del gran músico catalán Jordi Sabatés, recientemente fallecido. Aparte de pianista y compositor (y científico de formación) fue un experto lector en vida. ¡Un gran humanista de nuestros días!
¿Y recuerda cuál pudo ser la primera?
Probablemente en casa de mi abuela francesa, en el sur de Francia, la famosa canción infantil Il était un petit navire, que me cantaban una y otra vez. Aún resuena en mi cabeza. Para seguir la tradición, se la canté mucho a mi hija de pequeña.
Teatro, cine, pintura, poesía… ¿A qué nivel pondría la música con las demás artes?
Soy crítica literaria y escritora, lo primero de todo. Desde muy pequeña me recuerdo con un libro en las manos, pero también, de forma muy precoz, con un enorme fanatismo por el cine, casi al mismo nivel. Por otro lado, crecí en un hogar muy marcado por el jazz. Mi madre era francesa y había vivido desde su juventud aquella edad dorada del jazz. Era muy entendida en la materia y nos lo transmitió.
Qué habría que hacer para que la música fuera pan de cada día…
Desde luego, la enseñanza en los colegios, desde los primeros años, como pasa en otros países.
¿Cómo suele escuchar música?
En conciertos, en directo, y a través de una notable colección de grabaciones de todo tipo de música que tenemos en casa.
¿Qué ópera (o cualquier obra musical, etc.) le hubiera gustado componer?
La flauta mágica. En otra vida me hubiera encantado regalársela a la posteridad.
¿Qué personaje le hubiera gustado cantar o interpretar en el escenario?
Madame Butterfly.
¿Teatro o sala de conciertos favorita?
En mi caso diré dos: el Liceo de Barcelona y el Teatro Real.
¿Un instrumento?
El piano.
¿Y un intérprete?
Muchos y muchas… Por un lado, Alicia de Larrocha y Rosa Sabater y mi amiga Sira Hernández, pianista y espléndida compositora. Pero también Barenboim, Maria Joao Pires, Vladimir Ashkenazy, Igor Levit, Lang Lang…
¿Un libro de música?
La colección de libros de Alianza Música, por ejemplo, creo que debería ser obligatoria en todas las casas.
Por cierto, qué libro o libros tiene abierto ahora en su mesa de lectura…
Varios, como siempre… La casa herida de Horst Krüger, El hombre de la bata roja de Julian Barnes y Los Netanyahus de Joshua Cohen.
¿Y una película con o sobre música?
Azul, de Krzysztof Kieslowski, con la música de Zbigniew Preisner.
¿Una banda sonora?
La de El Gatopardo, con el álbum musical de Nino Rota y la Franco Ferrara Orchestra.
¿Cuál es el gran compositor de música española?
Varios de nuevo: Albéniz, Mompou y entre los contemporáneos Luis de Pablo y Tomás Marco.
¿Una melodía?
Senza fine, compuesta por Gino Paoli, cantada por Ornella Vanoni.
¿Con qué música le gustaría despedirse de este mundo?
Quizá con J’attendrai, interpretada por el gran Django Reinhardt y Stéphane Grappelli.
¿Un refrán?
“Vive cada día como si fuera el último de tu vida”.
¿Una ciudad?
Lucca, en la Toscana.
La palabra “fronteras” como escritora es muy significativa en su vida, pero ¿hasta qué punto son definitivas o determinantes en el mundo de la cultura?
Yo diría que son determinantes en cualquier aspecto de nuestro mundo actual, y en todos los ámbitos, tanto físicos como mentales. Pero en la cultura creo que son más fundamentales que nunca: para romper con los géneros literarios tradicionales, tal y como se habían concebido hasta ahora, pero igualmente para introducir fusiones de forma ininterrumpida en espectáculos teatrales, en instalaciones de arte, en distintos tipos de música, de cualquier origen imaginable, o en proponer mil combinaciones, a través de las nuevas tecnologías, ya sea con videos, arte digital, net.art, animación y una gran cantidad de recursos audiovisuales.
¿Qué cree que le sobra a este país? ¿O qué le falta?
Le falta educación y cultura y le sobra el antichauvinismo, o escaso orgullo por las grandes obras que nos definen como país.
Háblenos de un trance cultural o musical en su vida que se le haya quedado grabado…
El haber conocido a Ernst Jünger a sus 100 años. Me había leído toda su obra y me produjo una gran emoción.
¿Dónde están los puntos débiles de los críticos literarios? ¿O de los críticos culturales en general?
En ocasiones los excesos de partidismo, el escaso soporte de lecturas y los caprichos o antojos no justificados.
Si pudiera retroceder a un momento de la historia de la humanidad, ¿dónde iría Mercedes Monmany?
La Florencia del Renacimiento o bien la Rusia de Pushkin.
¿Qué cosa le molesta en su vida diaria?
La invasión de los medios tecnológicos, a gran escala y a todas las horas del día, que impiden la concentración en la lectura (o en una buena audición de música).
Cómo es Mercedes Monmany, defínase en pocas palabras…
Una entusiasta de las cosas que me gustan, que me hacen vivir y en las que creo.
por Gonzalo Pérez Chamorro
foto © Adrián Vázquez