Continuamos en verano con la publicación de las distintas entrevistas realizadas en la sección “Contrapunto”, publicadas en nuestra revista RITMO en su edición de papel, a personalidades de la cultura, y que solo estaban disponibles en dicho formato. En esta ocasión publicamos la realizada para la revista de febrero de 2022 (por Gonzalo Pérez Chamorro)
Contrapunto 31: VALERIO ROCCO LOZANO
Director del Círculo de Bellas Artes de Madrid, así como profesor de Historia de la Filosofía Moderna en el Departamento de Filosofía de la Universidad Autónoma de Madrid, se asoma a este contrapunto Valerio Rocco Lozano, que afirma luchar “para que la innovación no se entienda como mera digitalización, sino que se nutra también de las artes, la cultura y el pensamiento”.
¿Recuerda cuál ha sido la última música que ha escuchado?
La Bohème, en el Teatro Real.
¿Y recuerda cuál pudo ser la primera?
Seguramente una nana en italiano.
Teatro, cine, pintura, poesía… ¿A qué nivel pondría la música con las demás artes?
Decía Hegel que la música es la más alta de las artes, por ser la más espiritual y la menos apegada a la materia. En esto, al igual que en muchas cosas, coincido con él.
Qué habría que hacer para que la música fuera pan de cada día…
Garantizar una educación en profundidad en música en todos los niveles de la enseñanza.
¿Cómo suele escuchar música?
Sobre todo en directo, en teatros y auditorios; pero también en casa, a través de la televisión, acompañado de mi hija Diana, que con tres añitos ya es toda una melómana.
¿Qué ópera (o cualquier obra musical, etc.) le hubiera gustado componer?
Puestos a imaginar, me habría gustado componer una ópera sobre la tercera parte de la trilogía de Beaumarchais (El otro Tartufo o la madre culpable) que estuviera a la altura de los precedentes de Mozart y Rossini.
¿Qué personaje le hubiera gustado cantar o interpretar en el escenario?
Mis padres cuentan que de pequeño me reía a carcajadas viendo en la televisión El barbero de Sevilla. Para mí sería un sueño poder interpretar a Fígaro.
¿Teatro o sala de conciertos favorita?
Por su hermosura y su historia, el Teatro Bibbiena de Mantua. Y aunque no sea un teatro como tal, me parece insuperable la Alhambra como sede del extraordinario Festival de Granada.
¿Un instrumento?
La voz humana.
¿Y un intérprete?
Lisette Oropesa, de la que soy, como se dice ahora, “fan total”.
¿Un libro de música?
El Compendium musicae de Descartes, que conocí gracias a uno de mis maestros: Ángel Gabilondo.
Por cierto, qué libro o libros tiene abierto ahora en su mesa de lectura…
El fracaso de lo bello de Pablo Caldera.
¿Y una película con o sobre música?
Hace poco proyectamos en el Cine Estudio del Círculo el Don Giovanni de Joseph Losey. Me pareció extraordinario.
¿Una banda sonora?
La vida es bella, de Nicola Piovani, al que escuché este año en el Auditorio Nacional en el marco del gran programa “Madrid Ciudad Dantesca”.
¿Cuál es el gran compositor de música española?
No sé si es el más grande, pero me gustaría recordar al añorado Luis de Pablo, Medalla de Oro del Círculo. Tengo ganas de que se estrene El abrecartas.
¿Una melodía?
En el Círculo estamos celebrando el año Nietzsche y tenemos la gran exposición de Stanley Kubrick, director de 2001: Odisea en el espacio. Así que, para unificar ambos hechos, diría: la “Fanfarria” inicial de Así habló Zaratustra de Richard Strauss.
¿Con qué música le gustaría despedirse de este mundo?
Siempre me atrajo la muerte de Don Giovanni, con ese diabólico y heroico “no me arrepiento” del que, como decía Kant, nace la libertad humana. Pero hay que tener mucho coraje para atreverse a morir escuchando (o cantando) eso.
¿Un refrán?
“Lo mejor es enemigo de lo bueno”.
¿Una ciudad?
Berlín: son infinitas ciudades en una.
¿Qué puede aportar como director que es desde 2019 del Círculo de Bellas Artes de Madrid?
Las tres grandes líneas de nuestra programación: juventud, internacionalización e innovación. En particular, la lucha para que la innovación no se entienda como mera digitalización, sino que se nutra también de las artes, la cultura y el pensamiento.
En un tiempo en que la impaciencia se adueña del individuo, ¿es más necesaria que nunca la filosofía?
Es imprescindible la introspección y la (auto)crítica que proporciona la filosofía. En este tiempo acelerado y superficial reivindico el aburrimiento como arma política. Ya no sabemos aburrirnos y esta es una tragedia colosal.
¿Qué cree que le sobra a este país? ¿O qué le falta?
Le sobran “sobrados”. Falta humildad.
Háblenos de un trance cultural o musical en su vida que se le haya quedado grabado…
La Traviata en el Teatro Real después del confinamiento, con ese bis de “Addio del passato” de Lisette Oropesa. Me pareció muy simbólico y emocionante.
El Círculo de Bellas Artes se ha ganado un lugar en Madrid como espacio fundamental de la música de cámara…
Nuestro “Círculo de Cámara”, comisariado por Antonio Moral, lleva ya tres años y se ha ganado un público fiel y de gran calidad. Haré todo lo posible para que siga muchos años más.
Si pudiera retroceder a un momento de la historia de la humanidad, ¿dónde iría Valerio Rocco Lozano?
A los últimos años de la República romana, los de la Farsalia de Lucano: en compañía de Cicerón, Catón, Bruto y Pompeyo.
¿Qué cosa le molesta en su vida diaria?
La egolatría.
Cómo es Valerio Rocco Lozano, defínase en pocas palabras…
Deseante, curioso y siempre insatisfecho. En una palabra: fáustico.
por Gonzalo Pérez Chamorro
foto © Yanmag