Ganador del prestigioso Concurso Chaikovski de Moscú en 1986, Mario Brunello ha hecho una importantísima carrera al lado de las grandes orquestas, directores y solistas del mundo, pero en los últimos años se ha singularizado al convertirse en uno de los más prestigiosos intérpretes de violoncello piccolo.
El cellista italiano interpretará en el “Círculo de Cámara” del Círculo de Bellas Artes (Teatro Fernando de Rojas, Círculo de Bellas Artes, domingo 17 noviembre 19:00 h) las sonatas y partitas de Bach para violín solo pero con un cello piccolo. Este instrumento, muy de moda en la escuela italiana durante finales del s. XVII y mediados del s. XVIII, aporta la rotundidad y sonoridad de las notas más graves de este instrumento. Es de cuatro cuerdas (los hay de cinco), las mismas que un violín pero una octava más baja (G-sol- D-re A-la E-mi)
El detonante para esta interpretación de las obras de Bach para violín solo fue el estudio sobre las cantatas de Bach. Brunello descubrió en los manuscritos originales del maestro alemán que el primer violín tenía dos partes; la propia del violín y otra para cello piccolo. El intérprete dejaba el violín a un lado, en la misma cantata, y cogía el violoncello da spalla, tocando tanto la parte del bajo como la aguda.
¿Cómo surgió su pasión por el cello piccolo y la idea de tocar las sonatas y partitas para violín solo de Bach?
Como intérprete siempre he tenido el deseo irrefrenable de cerrar el círculo de las sonatas, partitas y suite para instrumentos solo escritas por Bach. No me conformaba con las 6 suites de cello, una gran envidia por otro lado para los violinistas. Y pensando que el violonchelo piccolo con las cuerdas mi-la re-sol podía ser un violino bajo, tenor, empecé a tocar el primer acorde brillante de la primera sonata en Sol menor y comenzó todo. A partir de ahí he profundizado y estudiado el cello piccolo a través de músicos historicistas y he descubierto que Bach amaba este instrumento y lo usó en sus cantatas. En esa época, el violinista usaba el violoncello dalla spalla o violino bajo. Y así inicié la aventura en la que estoy inmerso.
Ha tocado en espacios naturales increíbles como en los Dolomitas o el Himalaya. Cuéntenos su relación entre música y naturaleza.
La música es la representación de los diversos sonidos de la naturaleza, de la belleza que hay alrededor nuestro y también de los sentimientos del hombre respecto a la naturaleza. Para mi la música no es un acto que se tiene que relegar a los auditorios, a los teatros, sino que debe ser un elemento cotidiano que está alrededor de nosotros en cualquier situación de la mañana a la tarde y de la tarde a a la mañana.
¿Cuál ha sido el lugar más especial dónde ha tocado?
Es difícil hacer una clasificación. No podría poner un lugar antes que otro. Debo decir que es una gran suerte para los músicos poder crear un espacio a nuestro alrededor cuando se interpreta una obra maestra de la época que sea. En ese momento el lugar se vuelve único y especial. He tenido muchas posibilidades de crear esos espacios incluso en lugares inusuales ( en los Dolomitas, en el Himalaya..) pero lo que es verdaderamente importante es que la música, aquello que se toca, transfiera el ambiente y que la interpretación llegue al público.
Ha tocado en grandes escenarios bajo la dirección de Claudio Abbado, Ton Koopman o Zubin Mehta. También en Festivales de Cámara como el de Madrid, en el Círculo de Bellas Artes, el ciclo “Círculo de Cámara”. ¿Cómo cambia la atmósfera y su interpretación en cada escenario?
En primer lugar, como comenté anteriormente, la música crea el ambiente, pero cuando tienes la suerte de colaborar con grandes artistas como los que me citas y muchos otros más, entonces el diálogo se convierte muy a menudo en una mina de nuevas situaciones, de ideas, de descubrimientos. No te puedes imaginar que aquello que se ha tocado tantas veces a través de los siglos, con convicción, simplemente con una palabra, un gesto, o un acento en un punto diferente te hace descubrir un nuevo mundo. Por lo tanto es una gran alegría el poder tocar en tantos sitios diferentes, con públicos diversos, porque el público es el 50% de la ejecución. Sin público, cualquier interpretación sería como un cuerpo sin sentimiento. La energía necesaria para continuar descubriendo, inventando belleza a través de la música la transmite el público.
Como director artístico del Festival de Stresa (Italia) ha programado jazz, clásica y música de jóvenes emergentes. ¿Cómo cree que recibe la gente joven estas propuestas en un mundo cada vez más digital y on line?
Yo pienso que los jóvenes no pueden ni son indiferentes a la música. Según la época, la música en directo ha sido más o menos importante en la sociedad. Hace unos años los conciertos eran uno de los pocos lugares para relacionarse en la sociedad. Ahora con el metamundo digital las personas están juntas en otro sentido. Pero la música en vivo permanece de una manera que aunque pueda ser copiada o transformada, nunca se podrá copiar la magia que transmite. Por eso, ¡viva la música en directo!
por Irene Rodríguez
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Foto: Mario Brunello tocará Bach en el Ciclo ‘Círculo de Cámara’ del Círculo de Bellas Artes / © Pierluigi Orler