La guitarrista madrileña Elena Ortega presenta su nuevo disco Luz tras la oscuridad, un viaje interior lleno de música y emociones. A través de las obras de Juan Erena, Agustín Barrios Mangoré, Sergio Assad o Carlo Domeniconi, Ortega ofrece unas interpretaciones cargadas elegancia y sensibilidad. Con ella, la guitarra clásica retoma el protagonismo de los grandes intérpretes y acerca el instrumento al público del siglo XXI. RITMO habló con ella sobre su nuevo proyecto.
¿Cómo es su nuevo trabajo, Luz tras la oscuridad?
Hace tiempo que quería grabar un nuevo disco más personal e introspectivo. Ha sido un proceso meditado con el que quería reflejar una experiencia vital por la suelen pasar las personas alguna vez en su vida. Podría semejar a un viaje en el que se desciende a la oscuridad para después volver a la luz.
¿Cómo has relacionado esa experiencia con la música?
Pensé en escoger piezas que significasen algo importante para mí y que transmitiesen lo que yo quería reflejar dentro de ese proceso. Por ejemplo, al tocarla, en ese momento, me surgía una emoción concreta.
¿Hay un mensaje detrás de este proyecto?
Sí, o al menos, hay una clara intención, la de acompañar un camino personal y complicado con música. Esta selección trata de inspirar a las personas que la escuchan, para que sientan que, a pesar de que ese momento sea difícil, existen manos amigas y músicas significativas, que ayudan. Además, el mensaje es optimista porque la claridad vuelve cuando el proceso termina.
¿Cree que la guitarra es un instrumento muy permeable a los sentimientos del intérprete?
La guitarra es un instrumento muy íntimo, que transmite estas emociones de manera muy potente. Recrea muy bien las sutilizas de una atmósfera íntima, de introspección.
En el libreto, acompaña cada pieza de una reflexión ¿cómo surgió esta idea?
A lo largo de mi vida me he encontrado con libros, músicas o lugares que se me han quedado dentro, como impregnados, y que en el momento más insospechado, aparecen para evocar un sentimiento. Cuando grabé este disco y se redactó el libreto, quería acompañar cada pieza con una frase que reforzara esa emoción que pretendo transmitir.
¿Cuándo surge en tu vida esta idea de recopilar frases?
De pequeña me gustaba mucho escribir, leer y me identificaba con los personajes de libros. Ahora, este álbum tan personal me ha parecido un buen espacio para reflejar la relación entre estas dos artes, la literatura y la música.
Háblenos de la relación de la música y la literatura
Es muy estrecha, de hecho, hay piezas inspiradas en obras de literatura. Comparten en su naturaleza un objetivo: ambas son formas de contar y transmitir.
¿La música son historias?
Se puede dar, pero no siempre es así; creo que el fin de la música es transmitir emociones. Por eso, Luz tras la oscuridad cuenta una historia, aunque cada una de las obras que he elegido también forma una sensación de manera individual.
¿Cuál es tu pieza preferida?
Me encanta Carta a Lucina, de Juan Erena, aunque también depende del ánimo que tenga en ese momento determinado. No podría olvidar Sevilla, Rumores de la Caleta,…
El compositor jiennense Juan Erena dedica mucha de su música a la guitarra, ¿cómo son sus obras?
Me identifico plenamente con su lenguaje y sensibilidad a la hora de llevar las emociones a la música. Conecto con él y con su manera de componer, especialmente para la guitarra.
¿Este disco ha sido un proceso sanador?
Sí, de hecho, una de las intenciones del disco es contribuir a que las personas que lo escuchen se sientan mejor.
Considera la música como una terapia
Desde luego. Siempre hay música que acompaña o refleja diferentes estados de ánimo. En este sentido, la guitarra es muy propicia porque es un instrumento cercano, que te acompaña y se lleva fácilmente.
¿Por qué grabar un disco en el siglo XXI?
Ahora, este negocio funciona a través de las plataformas de streaming y es ahí donde la mayoría de la gente lo escuchará, pero, por otro lado, esa inmediatez me induce a pensar que un disco proporciona otra experiencia musical que invita a la calma, a escucharlo tranquilamente, a leer las notas al programa... Es un proyecto importante y cada decisión conforma el resultado final.
¿Animaría a la gente a que grabe un disco?
Sí, es una carta de presentación que sigue funcionando como método para darse a conocer. Además, un disco es una grabación de calidad, y eso también le da valor a la carrera de intérprete.
Cuéntenos sus próximos proyectos
La presentación de Luz tras la oscuridad será el próximo 15 de noviembre en Madrid, en la guitarrería madrileña Manuel Contreras. La gira de conciertos ya ha comenzado, acabo de venir del Festival de Guitarra de Guanacaste y de la Universidad de Costa Rica, y a partir de enero tengo varios conciertos por España.
Elena, muchas gracias por compartir sus reflexiones con RITMO. Suerte con este proyecto.
por Blanca Gallego
Crítica de Luz tras la oscuridad (publicado en la versión impresa de noviembre de RITMO):
LUZ TRAS LA OSCURIDAD. Elena Ortega, guitarra.
JSM Records JSM 6040 • 55´
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La guitarra clásica es uno de los instrumentos más capaces de narrar historias cuando suena, un talento que la intérprete Elena Ortega ha utilizado para su nuevo disco Luz en la oscuridad. Partiendo de una vivencia personal inherente al ser humano, Ortega construye un estimulante discurso musical que transita por diversas emociones y en el que las obras son una declaración de intenciones. La selección se divide en tres etapas, la primera, más conmovedora, comienza por la preciosista Carta a Lucinda, que su autor Juan Erena describe como una carta llena de “nostalgia, amor y ausencia…”, a la que siguen obras de Agustín Barrios Mangoré, Domeniconi y acaba con la emotiva Dreams de Sergio Assad.
La segunda parte evoca la búsqueda del equilibrio a través de la música de Sergio Assad, Vicente Asencio y concluye con Mirándote de Eduardo Martín, un canto a la humanidad que habita en algunas personas. Para finalizar, la tercera etapa es un elogio a la vida, y, como no podía ser de otra manera para esta guitarrista, suena música del repertorio español: Rumores de La Caleta y Sevilla de Albéniz, y Guajira de Emilio Pujol, todas ellas, de raíz folklórica, están relacionadas con la niñez y los seres queridos de la intérprete. En resumen, dos son los puntos fuertes de Luz en la oscuridad, la compilación en sí misma, intimista, conciliadora y alegre, y la interpretación, que aprovecha las fortalezas del instrumento para crear un mundo interior “musical” común a la humanidad.
por Esther Martín