Wolfgang Rihm falleció este pasado sábado a los 72 años. Habiendo nacido en Karlsruhe, el 13 de marzo de 1952, su irrupción en el panorama compositivo germano de mediados de la década de 1970 constituyó una suerte de revelación y de revulsivo frente al entonces aún imperante paradigma formalista del serialismo que tenía en Alemania uno de sus principales bastiones.
En las declaraciones del compositor respecto a su propia poética (“Actúo por intuición y muy subjetivamente”) se advierte un tono especialmente polémico, al afirmar una insurgente expresividad como principal impulso creativo, frontalmente opuesto a los principios constructivos que desde el final de la Segunda Guerra Mundial habían dominado los centros de difusión de la música contemporánea.
Sin duda, el pathos y las enormes tensiones que atraviesan las partituras de Rihm, el inmoderado uso de las potencialidades sonoras de la gran orquesta sinfónica, los dislocados ecos del pasado, que se extienden desde los gestos mahlerianos al desgarro del expresionismo, las grandes duraciones o unos contrastes sonoros en los que se yuxtaponen sin solución de continuidad los ensimismados momentos al borde de lo inaudible con explosiones de gran virulencia y que convierten la escucha en una experiencia límite, supusieron la manifestación más ejemplar y sólida de la inquietud que la nueva generación de autores estaba experimentando ante unos códigos estructurales que habían devenido estériles imposiciones.
Sin embargo, tras esa apariencia de agitada inmediatez late asimismo la extraordinaria capacidad constructiva del autor, que opera no mediante la aplicación de fórmulas predeterminadas, sino gracias a una insólita facultad para registrar ese magma sonoro y expresivo en formas siempre cambiantes que transcribe las texturas, aristas, ambigüedades y diversas intensidades de un intuitivo e impetuoso proceso creador.
La prolífica producción de Rihm, que supera las 400 composiciones, testimonia ese ímpetu a través de los más variados géneros y combinaciones.
Descanse en Paz.
por David Cortés Santamarta
Foto © Picture Alliance / dpa / Uli Deck