El Gran Teatre del Liceu presenta del 17 al 30 de marzo el estreno mundial de la nueva producción de la ópera Lohengrin de Richard Wagner, dirigida por la directora del Festival de Bayreuth y su bisnieta, Katharina Wagner.
El director musical Josep Pons se pondrá al frente de la Orquesta Sinfónica y el Coro del Liceu, así como de un elenco con algunas de las mejores voces wagnerianas del momento, encabezadas por el tenor alemán Klaus Florian Vogt como Lohengrin y la soprano alemana Iréne Theorin como Ortrud, excepto el día del estreno, en que será interpretada por la soprano Miina-Liisa Värelä. La soprano Elisabeth Teige será Elsa von Brabant, mientras que el bajo Günther Groissböck encarnará a Heinrich, y los barítonos Olafur Sigurdarson y Roman Trekel serán Friedrich de Telramund y el heraldo del Rey, respectivamente.
Una espectacular escenografía boscosa con un estanque nos transporta al ambiente frío e invernal del ducado de Brabant, lugar donde transcurre la acción de esta ópera romántica. Katharina Wagner sitúa este Lohengrin en un entorno natural y público, fuera de una sociedad civilizada y ordenada, y lo despoja de todo componente sobrenatural, alejándose de la idea del cuento de hadas. Este entorno natural se complementa con los tres grandes cubos suspendidos que aparecen en el tercer acto y que simbolizan los tres mundos de Lohengrin, Elsa y Ortrud, condenados a no entenderse.
Inicialmente, se planeó para la temporada 2019-2020 del Liceu, y llegaron a celebrarse los primeros ensayos con vistas a su estreno en marzo de 2020. Pero, tras el decreto de confinamiento de aquel año, todas las funciones tuvieron que suspenderse. En 2022 estaba prevista en la Ópera de Leipzig, pero también se pospuso por problemas logísticos. Finalmente, podrá verse en Barcelona cinco años más tarde.
Una producción que no solo cuenta con el innegable sello familiar y la audacia que caracteriza el estilo del Festival de Bayreuth, sino también con una mirada hacia la esencia filosófica más profunda de la ópera.
Argumento
La ópera Lohengrin, obra maestra de Richard Wagner, transporta al público a un cuento de fantasía que acaba en tragedia. La historia está ambientada en el siglo X, en un momento en que las fronteras del Sacro Imperio Romano Germánico estaban amenazadas por los invasores húngaros.
A orillas del río Escalda, en lo que hoy es Amberes, se reúnen las tropas del rey Heinrich, pero hay un vacío de poder en Brabant, uno de los ducados más importantes. El heredero, Gottfried, ha desaparecido, y el noble Friedrich von Telramund acusa a su hermana mayor, Elsa, de haberlo asesinado. Es una acusación falsa, ya que Telramund anhela controlar el ducado, pero Elsa debe defender su inocencia.
Cuando el rey decide que la disputa se resuelva con un duelo, Elsa invoca a un caballero al que solo ha visto en sueños: Lohengrin. De repente, por el río llega una barca tirada por un cisne en la que aparece un hombre envuelto en luz. El guerrero acepta defender a Elsa con una condición: que nunca le pregunte ni su nombre ni su origen. Cuando vence a Telramund, Elsa es nombrada duquesa de Brabant y se casa con el caballero de nombre desconocido.
Para recuperar el poder, Ortrud, una bruja malvada y esposa de Telramund, intentará convencer a Elsa de que haga a su amante la pregunta prohibida. Tras muchas intrigas, Elsa decide preguntar a su misterioso esposo por su nombre para poder amarlo plenamente.
Al hacerlo, el hechizo se rompe: el caballero revela que es Lohengrin, hijo de Parsifal, caballero del Grial embarcado en una misión para defender a los desfavorecidos. Lohengrin regresa a su lugar de origen, dejando a Elsa sola y destapando la intriga de Ortrud, quien, con su magia negra, había hecho desaparecer al niño Gottfried.
Al final, Ortrud y Elsa mueren, revelando que en un mundo perfecto no hay espacio para la maldad ni la duda.
Voces wagnerianas de primer nivel para una ópera lírica y arriesgada
Lohengrin, estrenada en 1850, se considera la ópera más lírica de Wagner, la que cierra su periodo romántico. Pero, al mismo tiempo, es también la obra con la que comenzó a cimentar el drama musical que desarrollaría en las décadas siguientes, con la utilización constante de leitmotivs y la búsqueda de una melodía infinita. Ambientada en tiempos medievales, Lohengrin es una mezcla de ópera histórica y cuento de hadas con una faceta oscura y un episodio de magia sobrenatural. El tema es el amor condenado al fracaso, con un desenlace fatal debido a una pregunta inoportuna.
Desde que asumió la dirección musical de la Orquesta del Gran Teatre del Liceu en la temporada 2012-2013, Josep Pons ha convertido la música de Wagner en todo un ideal de perfección, una prueba de fuego para cualquier orquesta que quiera demostrar un nivel óptimo. Así, cuando en el Liceu se ha realizado algun estreno wagneriano, Pons ha decidido subirse al podio. Y este Lohengrin llega en un momento de máxima precisión al final del camino para el maestro. No solo la orquesta, también el coro, dirigido por Pablo Assante, tiene un papel muy destacado en esta obra y, tras una altísima presencia en el Requiem de Castellucci, se mantiene en la excelencia.
El papel principal será para el veterano tenor alemán Klaus Florian Vogt, un cantante sublime con un timbre bello, ideal para Lohengrin, que cuenta con varios pasajes líricos de gran sensibilidad. En el papel de Elsa von Brabant estará la soprano noruega Elisabeth Teige, una de las grandes especialistas de los últimos años, y el otro papel femenino central, Ortrud, será para una soprano muy querida en el Liceu, la sueca Iréne Theorin, que regresa al teatro después de varias temporadas sin cantar ópera escenificada, y para Miina-Liisa Värelä, quien interpretará Ortrud en el estreno.
Los papeles para la voz grave del rey Heinrich y el caballero Friedrich von Telramund serán, respectivamente, para el bajo austriaco Günther Groissböck y el barítono islandés Ólafur Sigurdarson, dos carismáticas nuevas estrellas wagnerianas. En el papel del Herald estará el barítono alemán Roman Trekel y, además, los papeles menores de los Caballeros y las Jóvenes nobles serán interpretados por nuevas voces locales: Jorge Rodríguez Norton, Gerardo López, Guillem Batllori, Toni Marsol (Caballeros), y Carmen Jiménez, Raquel Lucena, Mariel Fontes, Gloria López, Elisabeth Gillming, Mariel Aguilar, Elizabeth Maldonado y Yuliia Safonova (Jóvenes nobles).
Josep Pons, la Orquesta Sinfónica y el Coro del Liceu se enfrentan a la que se considera la ópera más italiana de Wagner, con un inicio instrumental conmovedor y momentos musicales brillantes, como el de Elsa en el primer acto con Einsam in trüben Tagen, o el aria de Ortrud en el segundo acto, Züruck, Elsa! Nicht länger will ich dulden, y finalmente el momento vocal más bello y exigente de la obra, la despedida de Lohengrin con In fernem Land, unnahbar euren Sritten.
Sobre la producción
Originalmente planificada para el año 2020 y pospuesta debido a la pandemia, el estreno mundial de esta producción llega finalmente a Barcelona con puro ADN Wagner. Katharina Wagner presenta en esta producción un mundo decadente en el que el amor ha desaparecido, y que se refleja en la presencia constante de la muerte en el escenario. La obra no se presenta como una fábula medieval ni como un alegato nacionalista, sino como un drama psicológico en el que la duda o la ambición corrompen a los personajes.
Como en casi todas las óperas de Wagner, el amor es uno de los temas centrales de la obra. El amor en Wagner, sin embargo, no se lee en términos de romance ni de la emoción sentimental propia del melodrama, sino teniendo en cuenta la intensidad de la filosofía de su tiempo: un concepto que va más allá de lo humano y que rige las fuerzas de la naturaleza. Así, el amor es la fuerza que gobierna el mundo en Lohengrin: cuando el amor existe, la vida prospera; cuando el amor se transforma en un concepto dudoso, llega la decadencia y el olvido.
La producción que estrena el Liceu parte de esta idea. Katharina Wagner describe un mundo frío casi inerte, que parece resurgir con la llegada del caballero Lohengrin, quien es el portador misterioso de todas las fuerzas del bien. Lohengrin ofrece prosperidad a Elsa y al pueblo de Brabant a cambio de un precio aparentemente simbólico, pero en realidad muy elevado: que no le pregunten su nombre ni su origen.
Por ello, el concepto escénico de Katharina Wagner parte de la representación de un mundo que cambia de la decrepitud a la prosperidad, y viceversa, dependiendo de la fe de los personajes en el amor. La directora nos muestra el ducado de Brabant como un lugar decadente: es invierno, la tierra está seca, los árboles han perdido las hojas, y al fondo del escenario solo hay simbología de la muerte, como una horca o un cementerio. Solo cuando Lohengrin tiene autoridad en este lugar oscuro es cuando aparece la luz; al final, tras el error de Elsa y la marcha del caballero, la dureza del entorno se agudiza.
Además de este fondo decrépito, Katharina Wagner utiliza otro recurso que ayuda a acentuar la compleja psicología del drama: la colocación de tres espacios elevados en los que se sitúan los cuatro personajes principales de la ópera –Elsa, Lohengrin, y el matrimonio formado por Telramund y Ortrud–, y que sirven para iluminar sus emociones. Las escenas grupales, en las que el coro tiene una participación importante, se desarrollan al pie del escenario; los diálogos y las reflexiones individuales se trasladan a las tarimas superiores. Así, Katharina Wagner pretende dar más importancia a los enfoques psicológicos o alegóricos de la ópera, dejando en segundo plano los aspectos históricos y políticos, como la difusión del pasado místico medieval o la construcción nacional alemana del siglo XIX.
Foto: Parte del reparto junto a la dirección artística y musical.