El próximo 28 de octubre, el Gran Teatre del Liceu acoge el estreno europeo de la ópera Antony & Cleopatra, la nueva obra del compositor John Adams que se podrá ver en el Teatre hasta el 8 de noviembre con un total de 6 funciones. El Liceu participa de este encargo y coproducción, con el sello de la reconocida directora Elkhanah Pulitzer, junto con la San Francisco Opera y la Metropolitan Opera New York.
John Adams debuta en el podio del Teatre dirigiendo por primera vez su partitura ya que cuando la ópera se representó por primera vez en San Francisco, el pasado 10 de agosto de 2022, fue la directora titular, Eun Sun Kim, quien trajo la batuta. La visita de Adams a Barcelona para el estreno absoluto en Europa de su obra será un acontecimiento histórico que, en pocas ocasiones, el Liceu ha tenido el honor de vivir: en el pasado, compositores tan notables como Igor Stravinski, Richard Strauss, Manuel de Falla, leksandr Glazunov, Ottorino Respighi, Pietro Mascagni o Eduard Toldrà dirigieron sus propias obras desde el foso, y la decisión de Adams tiene el mismo valor simbólico.
Más aún cuando la próxima vez que se represente Antony & Cleopatra, a partir de la temporada 2024-2025 en Nueva York, no será él quien la dirija. Adams se pone al frente de la Orquesta del Gran Teatre del Liceu con un cast excepcional con Julia Bullock y Gerald Finley en los roles protagonistas de Cleopatra y Antony.
La producción
Tomando los dos temas principales de la obra de Shakespeare (1906) -un drama amoroso entre dos adultos complejos y una historia militar que cambió el mundo-, Adams construye, con la colaboración de la directora de escena Elkhanah Pulitzer, una ópera con lecturas metafóricas que nos habla de la sed de poder y la fuerza irracional de las pasiones.
William Shakespeare articula dos tramas muy diferentes aunque íntimamente relacionadas: por un lado, está la historia de amor de la pareja protagonista, que acaba de forma nefasta, y por otra es un drama político que gira en torno al nacimiento del imperio romano, con la concentración del poder absoluto en manos del joven Octavio Augusto tras la derrota del general rebelde Marco Antonio y la conquista de Egipto tras la muerte de Cleopatra, la última reina.
Pero más allá de la riqueza de la acción, Adams toma las correspondencias contemporáneas que pueden extraerse de la historia. Por ejemplo, defiende que el perfil de César se acerca al de un ególatra mesiánico que se cree elegido por un poder superior para mejorar un mundo que no funciona, una personalidad equivalente a la de muchos gurús tecnológicos de Silicon Valley o dictadores con afán imperialista de nuestros tiempos. Mientras, la historia de amor de Antonio y Cleopatra se aleja del cliché romántico para presentar todas las partes oscuras de una relación compleja.
En apariencia, la ópera tiene lugar en su verdadero tiempo, alrededor del año 30 aC, pero en realidad termina pareciéndose a una recreación del mundo antiguo a partir de diversas miradas recientes en el arte, tanto el cine como la pintura: Cleopatra viste de forma suntuosa, como aparece en infinidad de cuadros de finales del siglo XIX o en la mítica película de Joseph L. Mankiewicz que protagonizó Elizabeth Taylor, y muchos escenarios aparecen envueltos en una niebla misteriosa propia de las representaciones míticas. Asimismo, personajes como Caesar visten como militares de hoy: se logra, pues, una superposición entre un plan antiguo, misterioso, y otro plan real y feroz.
La base que recorre la producción se resume en dos ideas. La primera, que los líderes ambiciosos del pasado lejano no son distintos a los de hoy: en la producción se relaciona el auge del totalitarismo en Italia y Alemania en la década de 1930 con la ambición de Octavio Augusto, a partir de imágenes en blanco y negro creadas por Bill Morrison, uno de los grandes realizadores de cine de vanguardia de las últimas décadas. Y la segunda idea es que tanto Antony como Cleopatra, que se muestran al final del primer acto como dioses frente al pueblo de Egipto, son también una metáfora de nuestra actual cultura de la celebridad: él es un héroe envidiable incluso en su final trágico, y ella una estrella del pop, una influencer de carisma magnético. Así, mezclando la erótica del poder y el poder de la seducción —que son, al fin y al cabo, la misma cosa—, Antony & Cleopatra encuentra su privilegiado espacio en la creación cultural contemporánea.
Con dramaturgia de Lucia Schecknerde, escenografía de Mimi Lien, vestuario de Constance Hoffman e iluminación de David Finn, esta ópera cuenta también con Ita O'Brien, directora de intimidad. Esta figura toma cada vez más protagonismo en el sector cinematográfico, pero es todavía poco común en el sector operístico, lo que hace del Liceu uno de los pocos teatros líricos europeos que acoge una producción con este rol.
La partitura
Habitualmente se ha considerado a John Adams como un miembro de la familia minimalista americana, pero en esta ocasión, las frases largas del texto han llevado a Adams a componer líneas melódicas extensas y en continua transformación, ya encontrar un equilibrio elegante entre la disonancia atonal y un lenguaje tradicional tensado que en algunos momentos recuerda a Wagner, Strauss o Britten.
Antony & Cleopatra es una obra nueva, desconocida, por tanto, para casi todo el mundo, y que la primera vez que se escucha plantea la lógica dificultad de enfrentarse sin referencias previas a una música ciertamente exigente. Pero lo que al principio parece tortuoso, las siguientes veces —o si se presta mucha atención en el contacto inicial— se revela como un trabajo delicado, de belleza sutil en los momentos líricos, y vigoroso cuando los personajes desatan sus pasiones más violentas -ira, ambición, traición, afán de venganza-, y que acaba revelándose como lo que es: una obra mayor de la ópera del siglo XXI, la actualización de una historia clásica que construye un puente sólido entre una tradición conocida y una modernidad plenamente justificada.
La partitura de Adams, que fusiona hábilmente lenguaje tonal y atonal para crear un intenso efecto expresionista —un reflejo sonoro de la violencia de la acción y de la psique tormentosa de los personajes— es también un gran desafío para los cantantes. Una partitura que resulta enormemente excitante: tiene eclecticismo, arrebato, ritmo, drama, colores, texturas, una dosis de exotismo, cambios emocionales continuos y rápidos (pasando de ternura a agitación y tormento) y mucha energía.
Algunos se enfrentarán a sus papeles por primera vez. La soprano estadounidense Julia Bullock, por ejemplo, debutará en el papel protagonista de Cleopatra, un personaje complejo que atraviesa numerosas fases de complicación en la zona más alta de la tesitura aguda. Su amante, Antony, le cantará el barítono inglés Gerald Finley, que ya debutó el papel en San Francisco, al igual que lo hizo el tenor Paul Appleby , que asumirá el muy complicado rol de Caesar.
Antony & Cleopatra cuenta también con una nutrida lista de otros personajes que contribuyen a desplegar el dramatismo y la tensión argumental de la ópera. Eros y Enobarbus, los dos lugartenientes de Antony, les asumirán, respectivamente, el tenor Brenton Ryan y el bajo Alfred Walker. Charmian e Ires, las dos sirvientas de Cleopatra, recaerán en las mezzosopranos Adriana Bignagni Lesca y Marta Infante. Octavia, la segunda esposa de Antony, la cantará la mezzo Elizabeth DeShong, mientras que los aliados de Caesar, Agrippa y Lepidus, serán para los barítonos Äneas Humm y Guillem Batllori. Cantantes competentes, una equilibrada mezcla de estrellas internacionales y talento local emergente para dar vida a una de las grandes sensaciones operísticas de este siglo XXI.
Foto: John Adams junto al cast y la dirección artística del Liceu.