David Afkham regresa al podio de la OCNE, tras la brillante inauguración de la temporada 2024/25, para dirigir a la Orquesta Nacional de España la Sinfonía núm. 5 en Si bemol mayor WAB 105, Cahis 7 (ed. de Leopold Nowak) de Anton Bruckner. El director titular de la Nacional es un gran especialista en el repertorio del compositor y ha seleccionado la Quinta sinfonía como obra única del programa del Ciclo Sinfónico 7, coincidiendo además con el aniversario de Bruckner en 2024.
Los conciertos tendrán lugar en el Auditorio Nacional de Música los días 22, 23 y 24 de noviembre.
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Bruckner tenía una forma de ver la música y la existencia distinta de sus coetáneos, algo que le limitó en sus relaciones sociales y afectivas pero que le permitió crear una dimensión estética y expresiva nunca antes frecuentada por un compositor sinfónico.
Aunque compuso tres sinfonías más –dejando incompleta una cuarta–, Bruckner no llegó jamás a escuchar su Sinfonía núm. 5, salvo en la interpretación pública de un arreglo a dos pianos llevado a cabo en la Sala Bösendorfer de Viena en abril de 1887. El estreno de la versión original –esto es, orquestal– tuvo lugar siete años después, pero Bruckner no pudo acudir por el precario estado de salud que le postró durante sus últimos años de vida.
La Quinta es apreciada por los aficionados brucknerianos como uno de sus mayores logros artísticos –solo comparable a la Octava–, entre otras razones por la exhibición contrapuntística que corona la obra en el mayestático Finale, cuando el coral y las fugas que formaron anteriormente una amorfa nebulosa comienzan a orbitar ordenadamente en una alegoría de la Creación misma. Pero esta sinfonía es todavía más pues, a diferencia de las últimas –teñidas de apocalípticos augurios–, exhibe una beatitud que alcanza olímpicas proporciones en el parsifaliano Adagio.
Foto © Rafa Martín