La reciente publicación en español de ¿Por qué Beethoven? Un fenómeno en cien obras de Norman Lebrecht (Londres, 1947) supone un inusual y bienvenido gesto de celeridad editorial, especialmente en un panorama donde, salvo algunos best-seller de éxito, las novedades bibliográficas rara vez logran una traducción inmediata. Sin embargo, este libro del polémico y estimulante crítico musical británico adolece de una irregularidad que lo convierte globalmente en un esfuerzo fallido, aunque no exento de pasajes atractivos.
En primera instancia se proyecta más original y singular que el precedente ¿Por qué Mahler? Como un hombre y diez sinfonías cambiaron el mundo (Alianza Música, 2011), pero tiende a perderse en un desconcertante abismo de esterilidad que lastra su imprevisibilidad y su frescura discursiva hasta cotas enervantes: ya sea por el abuso de digresiones que eluden acercamientos profundos y personales a las obras, o se deba a capítulos que son auténticas nimiedades que desaprovechan la ocasión para comentar obras menores –y no tanto- como Las criaturas de Prometeo, el Trío Archiduque, la Cantata sobre la muerte del emperador José II WoO87 y la de la Coronación de Leopoldo II WoO88 o los Drei Equale WoO30.
Del mismo modo, la elemental síntesis sobre interpretaciones y grabaciones muestra una inclinación hacia impresiones simplistas, con adjetivación barata y tono que oscila entre lo chocarrero y lo lúcido, en un afán de economizar explicaciones y percepciones que, a menudo, resulta injustificada o difícilmente justificable. Un ejemplo que vale por muchos: la Misa en Do Opus 86 dirigida por Colin Davis que tilda de agnóstica (pág. 282). ¿Por qué? ¿A partir de qué elementos musicales?
A pesar de ello hay honrosas excepciones cuando utiliza las obras de Beethoven como pretexto para explorar aspectos profundamente personales. Una muestra de ello se encuentra en torno a la Sexta sinfonía “Pastoral” a través de una suerte de psicoanálisis para exorcizar recuerdos de los abusos sufridos por parte de su madrastra. Aunque esta introspección podría parecer fuera de lugar, el autor logra articularla con sorprendente habilidad pivotando en torno a la figura del director de orquesta y compositor Bruno Walter, dotando al texto de momentos reveladores y emocionalmente conciliadores.
Dividido en cien capítulos divididos en seis bloques temáticos el volumen recorre los temas habituales sobre el compositor: desde su preocupación por el dinero y las tensas batallas con los editores hasta los problemas con su sobrino y su cuñada; pasando por su personalidad fascinante marcada por un carácter volátil, imprevisible y los trastornos obsesivo-compulsivos, que es de lo mejor reflexionado de todo del libro. A esto se suman las teorías sobre las identidades femeninas ocultas de las destinatarias de la carta “A la Amada inmortal” y del Para Elisa. En lo que respecta a esta última, la hipótesis más convincente sigue siendo la defendida por Luca Chiantore en Beethoven al piano (Nortesur, 2010), basada en el falseamiento elaborado por Ludwig Nohl a partir de apuntes y esbozos.
El autor lo aborda con esa idiosincrasia escrutadora y provocativa aderezada por algún chascarrillo propia de su agradecida e incontenible mordacidad que emana de la cornucopia de ideas desde la que también se reflejan sus filias y fobias. A la par permite conocer tanto curiosidades variopintas como hechos de las historias y vidas de los grandes intérpretes y del entorno de Beethoven (los vicios de Lichnowsky, Maelzel, entre otros), curiosidades variopintas o reivindicar figuras en la sombra como la constructora de pianos y confidente Nannette Streicher o la incidencia de Alsager en la difusión de la obra beethoveniana en Londres.
Otros aspectos sugestivos que cabe citar la hipótesis como la referida a las series de variaciones concebidas en tanto que mecanismos psicológicos de autodefensa ante los abusos externos (pág. 84) que, a pesar de su limitada base argumental, se antoja perspicaz. Igualmente puede decirse el paralelismo planteado entre Fidelio y Tosca, mientras se nos puede esbozar una sonrisa con el título de las páginas dedicadas a las cuatro oberturas de la ópera. Además, la inclusión de equivalencias económicas aporta un valor añadido en términos históricos, aunque el cálculo de 1415 florines como aproximadamente 46.000 euros no termina de ilustrar adecuadamente el poder adquisitivo en la Viena de la época, marcada por la guerra y la inflación.
Sin embargo, Lebrecht incurre en excesos y afirmaciones refutables. Es atrevido concebir a Beethoven como inventor de una forma moderna y reconocible de patrocinio artístico (pág. 20) o negar su habitual consumo de alcohol (págs. 169-170). En una línea similar, referirse a Adorno como “la mente más flexible de la musicología del siglo XX” (pág. 285) resulta tan tendencioso como muchos de los postulados del propio filósofo, lo que desluce el análisis general y añade un matiz innecesario.
En otras ocasiones hay errores de atribución como la huida del palacio de verano de Lichnowsky que se relaciona con la Cuarta sinfonía y no con la Segunda (pág. 32-33), en un momento en que Viena ya se encontraba bajo la ocupación del ejército francés. No obstante lo más controvertido yace en la aseveración (pág. 31) que en 1801 ya estaba completamente sordo, reiterada más adelante (pág. 257) y contradicha posteriormente al decir que “su sordera se agrava en 1805” (pág. 262). Todo ello genera confusión y cuestiona la coherencia del relato –o de la traducción- y dista de las informaciones históricas y de lo expresado por el propio Beethoven en algún cuaderno de conversaciones. Principio del formularioFinal del formulario
En resumen, este libro corrobora la dificultad de afrontar un referente tan exhaustivamente explorado como Beethoven, cuya bibliografía y perspectivas son inmensamente ricas, variadas y dejar poco margen para innovaciones significativas. Y es que las horas dedicadas a tan profusa elaboración de ociosa verborrea nos han robado la oportunidad de un análisis profundo y enjundioso sobre el estado actual de la música clásica, por parte del sagaz Lebrecht. Un asunto de lo que sí ha hablado en las distintas entrevistas promocionales en torno este ¿Por qué Beethoven? y que, a modo de alegato conclusivo, sólo hallamos en las últimas páginas cuando expone la decadencia cultural europea y en cómo Beethoven está en peligro ante la perniciosa y absurda corriente “woke”. Esta tendencia refleja un peligroso y preocupante giro demagógico propio de la modernidad líquida, que ha llegado a exigir la exclusión del compositor del canon musical y a reivindicar la denominación de Sonata “a Bridgetower”, en lugar de “a Kreutzer”.
Por último y para mayor inquina, la edición viene con la sangrante ausencia de un índice onomástico que facilite la búsqueda de un sinfín de conceptos y personalidades que aparecen directa o tangencialmente a lo largo de las cuatrocientas cincuenta páginas plasmadas con el habitual libro de estilo de Alianza Música. Así que decidan ustedes mismos. Yo todavía dudo si su lugar debe ser en mi biblioteca, cedido en una pública o en el contenedor azul. No vamos sobrados de espacio físico para acumular innecesariamente.
por Albert Ferrer Flamarich
¿Por qué Beethoven? Un fenómeno en cien obras.
Autor: Norman Lebrecht.
Alianza Música, 2024, pp 453.
ISBN: 978-84-1148-800-6.